Las palabras, precisamente, cuando están dichas con el corazón, son profundas y están cargadas de sentido, también pueden ser caricias que iluminan la mente cuando está confundida, que disipan los horizontes cuando estamos desorientados, que abren caminos cuando creemos que todas las puertas se cierran, que reconfortan el corazón cuando nos sentimos tristes y solos... que acarician el alma cuando la vida cotidiana nos agobia con sus múltiples preocupaciones.
Carlos Gasparini
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