Todos los linajes de nuestra esfera desde el comienzo de los tiempos han estado engarzados por hilos de plata, armando aparentemente sociedades distintas, para que pudiéramos experimentar desde la fracción distintos senderos que un día llegarían a converger al mismo punto de llegada, donde algún día nos daríamos cuenta de que la esencia de los linajes tienen una misma base, la creación de una nueva raza confederada. Nunca nos dividimos como concepto de competencia ni de separación.
Visualizar el ejemplo que tenemos en la naturaleza, los ríos, los mares, los océanos. Mirar como cada dedo de la mano tienen funciones y formas distintas que forman una mano, única fuerte y sólida..
La segunda Lemuria fue la que se creó en nuestra Segunda Tierra (Merla), de ahí surgieron los 77 linajes de nuestra civilización, linajes con núcleos divinos de distintas combinaciones estelares, cada linaje bendecido y con finalidades distintas que a lo largo de la historia de la humanidad han ido mezclándose entre sí formando ahora una única molécula humana.
Pensar en estos tiempos que hay que sanar los registros antiguos de razas o civilizaciones ancestrales son conceptos de la vieja tierra, conceptos de cuando los linajes aún estaban bien definidos y separados. Hoy en el cruce de los tiempos, hay una coexión total de los linajes a través de nuestras neuroesencias dispuestas a iluminar a través de nuestros cordones de oro el nacimiento de la nueva humanidad.
Hoy debemos enlazar de manera consciente con todos nuestros registros, cada uno de nosotros portamos la memoria celular de los 77 linajes de nuestra segunda tierra, más los códigos de las 32 civilizaciones más avanzadas de nuestra galaxia, más los enlaces energéticos sagrados que habilitan la comunicación con los 9 de Andrómeda.
Tenemos que activar muchos registros en nosotros, es hora de avanzar y liberar los conceptos que nos atan a la vieja escuela de Gaia. Merla nuestra tierra ha de dar un paso más contundente, ya no hay que limpiar nada del pasado, ni del futuro, hay que estar presentes como seres cósmicos albergando un templo físico sagrado, presentes en nuestra humanidad sagrada, en nuestra verdadera activación diaria, enlazar con todos nuestros registros, no desde el recuerdo de las emociones sino desde la bendición de la experiencia, desde la ilusión de un aprendizaje que hicieron nuestros ancestros para ahora poder donarlo, poder mostrarlo, en definitiva tenemos que ser visibles.
Hoy ya no existen a nivel energético la separación. Si lo vivimos como tal, ese no avance hará que las personas vivan otras probabilidades dentro de una misma aparente realidad. Aquellos seres que entiendan el gran salto que hoy vivimos, el poder desligarnos de las memorias del sufrimiento de la separación, del no amor, aquellos que respiren libres, serenos, con amor en sus corazones, en sus ojos, en sus manos, serán los que vivan la reconexión con nuestro Universo tornándose en la nueva raza estelar, es una decisión individual. Llegó el tiempo de la activación de las dos tierras.
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