lunes, 20 de octubre de 2014

Guitarra Negra - Luis Alberto Spinetta


ADVERTENCIA 


Como nadie tiene conciencia del "control" de los manuscritos, y aun de existir dicha conciencia, ésta no intervendria en mi obra, sino como referencia simbólica a la licitud de la temática, propongo que se olvide cada palabra a medida que ella se lea. 

L.A.S.

PARTE PRIMERA



I 

Yo nacía como un pato salvaje 
pero era sólo consumación de brotes. 
Era eterno mi corazón 
eterna mi dicha 
postrero el cuerpo para criaturarme. 

Yo bebía de mi propia carne 
como un secuestro de las razones no dadas. 
Luego bebía de las viejas comarcas 
ansiando que un suelo me proyectase desde la luz 
como a un molino sensible 
y el cielo me iluminaba 
y yo ignoraba a los profetas. 

Después me acomodaba en los látigos de la arena 
detestando la sed infinita 
obligándome dulcemente a echar del olvido al desierto 
haciéndome fotos como ángel 
como trueno 
como especie inaudible de ritual corpóreo. 

Y el silbido de mi viento interno, 
eterno viento dentro de las uvas de las almas, 
se consagró en los subsuelos del templo pagano 
para perdurar en el antagonismo. 
Ya que mis ramas carecen de rezos 
con los que al flotar se lea el horizonte. 



II 

Estoy en una playa 
en la que los vientos hablan a mis oídos 
en la que la arena se humedece como una mejilla 
y las botellas le han sido incrustadas. 

Estoy tan amigablemente solo 
mirando la orilla que va cambiando, 
que escucho varias voces internas 
y no sé cuál es la que me habla. 


Es un momento para pensar en Dios 
(comprender que somos parte de una 
totalidad que nos contiene). 

Es la hora en la que toda luz se desespera por brillar 
y toda mi sombra se estremece al sentirse sabida. 

VOZ DE DIOS 

Oigo su gemido de papiro 
de suceso que dice 
de inabarcable reposo, 
de pensamiento. 

Y le oigo desde aquí, 
desde donde sólo soy su desierto. 
Oigole desde el desierto de su alma, 
desde la soledad del silencio 
y desde las voces de la mía. 

Es una flor transparente 
murmurada por sus pétalos 
y vociferada por su tallo. 
Sencilla es su mirada que retorna. 
Todos sus colores son la luz que se ahuyenta 
y su forma que se corroe. 

Mas óigole decir innumerables veces: 
"Yo soy de otro reino 
venid a mí 
venid a mí". 



III
 

La orquídea ha muerto 
con su mano desierta e inquieta 
que la ha estrangulado. 

Un músico dormido 
inclina su fatigada cabeza 
pereciendo entre la neblina del teatro. 

¡Este cuadro me asombra más que mi espejo 
cuando oigo el roer de los monstruos que viran a mi cráneo! 



IV
 

Los Puentes de mi conciencia 
están desplegados de sus extremos 
y flotan en el aire tibio 
como cosas dispersas. 

Unas tremendas manos vacías 
sobresaltan mi soledad 
haciéndola aún más inexistente 
pronunciando a tientas 
las sucesivas muertes de mi alma, 
mi alma de jarrón. 

Hoy veo sólo la espuma 
sobre la que retozan 
los enternecidos desechos de mi esqueleto. 



V
 

Pido disculpas 
a los días de Pascua 
por haberme roto la boca 
con el humo de la adormidera. 

Pido disculpas 
a la gloriosa peluca 
por haberla pisado 
con mi aplanadora de estiércol. 

Pido disculpas 
a la muerte 
por haberme reído 
mientras transcurría. 

Pido disculpas 
al enano 
por haberle vomitado un calibre. 

Pido disculpas 
al blanco asiento 
por haberle escrito 
mi nombre con sangre. 

Pido disculpas al ratero 
por haberle robado 
la joya robada 
y haberla arrojado a su cráneo. 

Pido disculpas 
por haberme borrado 
de la foto a pinchar, 

Pero no pido disculpas 
por la alegría que tuve 
sin saber por qué. 



VI 
Ignoro quién era ayer yo mismo. 
Quién se atrevió a venir en mí. 
Pero sé quién soy ahora. 
Y soy un corazón 
una boca 
y un espíritu. 



VII
 

Voy a escribir un cántico 
en el que la luz se funda 
en el que el desierto llore 
y los cielos se ondulen. 

Voy a pronunciar la palabra. 
Escribiré la carta para mis amigos 
el grito para mis sombras 
la primera raída y la última. 

Encontraré tu corazón del otro lado 
en el punto donde todo se junte 
pues recogeré tu poema 
y descansaré tu cuerpo. 

Voy a buscar a la muerte para nacerla. 
Alejaré de mi propia vaguedad el vórtice. 
Voy a cantar a la luna rosa 
Haré un verso 
Prometerá mi calma. 



VIII 

Disculpadme 
trastos y martillos 
por apretaros 
y conmocionaros. 

Esperadme sílabas 
que de tanto pronunciar 
os borro. 

Ved en mi al sin igual terco 
resucitando su diferencia demonio. 
Y al patinador, 
cómico deudo, 
esqueleto incierto 
de un cuerpo sin brillo. 



ARTE SEGUNDA




LA MUJER 

Una mujer 
desde otra tarde, 
salpicada por un profundo espejo. 

Tirada en el abismo 
con sus menstruos carmín 
depositados en el limo natural 
con la precisión de besos. 

Una damisela realmente celeste. 
Vestidos de espuma dilatados, 
corsés rosa, 
adornos y teñidos. 

Una mujer con collares 
con ojos manuscritos 
con pezones labiales y suaves 
con sombreros de pétalos tan claros. 

Una mujer dada a su propio mundo, 
mundo que la deglute 
y que te da los rayos. 
Le da canastos con frutas e hijos, 
miembros que la deshacen 
y la vuelven a hacer nacer. 
Barriletes en azoteas, 
ligustros blancos. 

Una mujer transportada es un misterio. 
Donde rozan sus pies dialogan flores 
y aparecen sangres. 



EL MUSICO 

Acongojado llora 
con sus débiles dedos 
la furia y el odio 
y el lodo 
que fue su origen. 

Las cuerdas de su instrumento 
como míseros revólveres 
o quizá tendones de un dios ebrio, 
cantan. 
Y es sólo penumbras 
el despertar de su hora tardía. 
Y es sólo tiniebla 
el entornar pequeño de sus ojos. 

El músico está allí 
donde el dolor no puede confundirse 
con los ecos del demonio. 

El músico es por fin 
la tenebrosa ansiedad 
de no volverse loco por el tiempo. 
La vida que no recuerda nada, 
el antiguo reloj en el que cayeron las lluvias. 

Su soplido, fresco rechinar del abismo, cae 
Y su cuerpo de quimera y cárceles 
va ensordeciéndose del cielo, 
y quejándose de la soledad 
que pudo por lo menos haber sido incomprensible 

Y así se materializan 
los pensamientos del músico 
como cruces que se encuentran 
acostadas en el vientre. 

Y locas las guirnaldas del verano 
entreabren su pudor 
y se escucha el sonido. 



LOS LOCOS 

Los locos corren 
por el pasto sin gritos 
por la pradera venenosa 
y por la piel, entre la luna. 

Y los locos giran 
sin temor al mareo. 
De la casa al árbol, 
de la ayuda al horror. 

Cuando uno de los locos hable, 
los cuerdos, retozando en la penumbra, 
oirán el ruido 
y verán las verdades. 

Los locos que parecen aprisionados 
por la muerte selecta del escándalo 
tienen pechos rugosos 
y bordeados de lumbre. 
Y los locos lo saben. 

Desde su atónito lenguaje, 
por intersticios de meninges espectaculares, 
los locos se precipitan 
a paralizar el mundo de la muerte. 
Aunque más no sea, 
para sentarse a llorar. 

No hay soles en sus días 
Y en sus noches 
sobreviven los colores de un ojo que no los ha deseado. 

Por eso, 
y porque la ventosa de fuego 
rebalsa de temor 
ante la fantasía de los sanos; 
el obturador de los locos está presto 
como una lanza. 
Y al perforarnos de una vez 
con una cprtera puntada entre la vida y el cielo... 



EN LA FERIA 

Ternible multitud 
hombres avanzando 
espacios muertos. 
La delicia implacable 
atrayendo cuerpos contagiosos. 

Sobornados para no protestar 
se reducen unos a otros 
en la indescifrable grieta. 

Pétalos serenos 
agitan su temblor aguafuerte, 
respirados por ciénagas. 
Respirados ellos: 
¿Por qué tiemblan? 

La curva colosal 
de un ave rápida 
y el silencio todavía más vivo 
estallarán al amanecer. 

* * * 

La curva tarrena 
es una esfinge 
corrida en el oasis 
por la lengua sedienta 
que nunca intentó perdurar. 

Parlanchines los cometas y el gentío. 
Toboganes oidores del desecho. 
Por eso, en la feria, 
mediocre, el insulto es primero. 



ZAGUAN 

Pasan los euclidianos 
satisfechos de su mérito. 
Pasan los atormentados platónicos. 
Los adormilados y hasta los imbéciles. 

Todos consumen sombra y contornos. 
Los veo partirse desde mi boca fresca. 
Luego, uno de ellos tira del hilo y dice: 

- ¡Pasan tiempos irreales! 



EN El BAILE 

Una centena de sapos 
bailan alegremente. 
El sol ilumina sus cráneos 
tan parecidos a los nuestros 
y sus uñas 
tan enormemente crecidas 
como las uñas de un hombre. 

Una muchedumbre de piojos 
ejecuta una danza 
y crece la temperatura de sus corazones 
tan apropiados para los agujeros 
que nos sobran, 
y sus risas se elevan desde el balde. 

Al abrir la puerta de la casa 
cesan los zumbidos y los gritos. 
Entonces se ve cómo la sirvienta barre 
y acomoda las alfombras 
mientras la melodía que musita el jardín 
retumba entre los pliegues de la rumorosa corona. 



PAISAJE 

La carne nieva 
vestida de perla 
y los rostros se cubren de gases. 

Las platas adornan. 
El cuero gime. 
La voz se quema en el patio 
de las benedictinas. 

El suelo baila. 
La paz es hueca. 
Dentro de su humo 
se gesta un diablo sereno. 

La fruta cuelga. 
Los trozos del cielo 
vuelan por el aire. 
La piel se esparce 
luciendo su hueso. 
Y en los aljibes de la lirnosna 
un gato masca las grises monedas 
y el enterrador husmea 
la ventana de tierra. 

La calle resbala 
desde la montaña 
y el enjambre del verde 
descubre su panza. 

La paz es hueca 
la paz es falsa. 
Dentro de su humo 
se engendra un diablo 
se carcome el topo 
se infarta el pájaro. 



POBLACION 

Van a venir a golpear 
al torpe herrero 
por haber devorado a su perro 
tras la fonda del paredón blanco. 

Irán a encontrarse 
dos amantes innatos 
que no se aman 
pero conocen los lugares estériles 
donde precipitar. 

Detendrán a los viajeros 
unos pregoneros borrachos 
y los desnudarán 
y les robarán las joyas. 

Los chicos van a venir 
a celebrar en las tumbas 
con sus cumpleaños de gasa 
sus gorros burlados 
sus pasos de nieve. 

Se juntarán las tristes hormigas 
alrededor del charco de la leche caída 
sobre el trozo de carne olvidado. 

Carninará el sacerdote sediento 
los faldones de tierra 
que separan las verjas 
de la iglesia sombría 
a la que ya nadie acude. 

El lobo aullará 
despertando a la gente 
y sólo será su quejido 
motivo de vigilia y espera. 

Vendrán a quitarle los rostros 
a la falsa abuela 
y a la atónita bruja amnésica. 



LAS HORDAS SOBRE ITALIA 

Está hurneante el volcán 
sereno terror de lo rojo. 
Los rumores escuchados por doquier 
disimulan apenas al hombre, 
allá lejos, 
así confiado a su agonía 
por el Imperio del Retorno. 

Se alza en lo alto esa brisa hirviente 
que destruye las cabezas de los pájaros 
en un rondar de muerte. 
La noche de las hogueras 
reclama soldados y difuntos. 

Algunos niños han quedado dormidos 
entre los senos de sus madres perdidas. 
La pira estimula a los perros. 
La lúes envenena e¡ agua y el vino. 

Las trompetas de toda una vida 
han quedado maniatadas atrozmente a sus sones, 
como recortes unidos a un tallo burilado. 
Las letrinas ahogadas 
escogen el bazar para la compra del sol. 

¡Qué eternidad! 
¡Qué canción diabólica¡ 
¡La vastedad del silencio sería el rasguño! 
¡La hecatombe sería peor! 



SOCIETY 

Sólo el turbio mote 
del alma acorralada y absurda 
diluyendo su semen 
entre las carnes débiles del barro. 

Los árboles corrompidos 
que angostan la luz de la ventana. 
La carta quemada en el hogar del hielo. 

Más allá la Población épica 
La que luce los colores de la guerra 
La bastarda peregrinación 
La imagineria humana. 

Y alojados y embebidos en la triste comedia 
Placeres Pagados en oro 
Horas de cocktails 
Deseos de asesinar en el aburrimiento. 





No hay fe en un cielo de crepúsculos cerrados 
Ni hay sombras en un espacio de la forma primera.
 



PARTE TERCERA




I 

El peregrinaje 
desata el espiritu 
en el camino virtual 
y lo esparce al aire 
y cuestiona el lenguaje 
de las cortas estadías. 



II 

Volvió trayendo sigilo y paz 
un predicador. 
Vi a su cofrade parado, regulador de enigmas. 
Vi promontorios sublimes y atómicos 
divisiones en el aire mismo 
provenientes del sol. 

Del centro de esa descripción cónica 
se desprenden abismos que son repartidos. 
Y el ojo del mago nunca ejecuta la vista. 
El vacío no se ve, está en todo el vacio del mundo. 

En esas leyendas, el predicador invita 
a las madres a dejar de representar el sudor de su dios ponedor. 

Y es inútil persuadirle 
de que no hay tal intención 
entre los hijos del mundo 
que son los venenos de esa excreción. 



III 

A Grigori Iefimovich Rasputín 

Una desesperada mueca ha encontrado el teatrero 
En el fondo estaba olvidada 
Aun sin estar oculta 
Oscura apenas en el poro de un armiño de la casa. 

- ¡Ea!, ¿qué saben ustecles?- 
espeta indolente 
recurriendo a la tosca pena del encubrimiento. 
Y en su fina boca, 
alborotado cerebro prominador, 
se dibuja un ancho secreto. 

Luego se va. 
Ha cerrado nuestra puerta sin conocerle las manos. 
Ha posado su duda y ha vuelto a sumergirse. 
Es tan blanco en el polvo 
como en la nieve sangrienta. 

25 de enero/76 



IV 

Tomen del cuerpo del que corría 
su viento 
en el que se han trasladado sus exequias. 

Inunden su alma 
con la energía de toda finitud. 

Pero aquel cuerpo huido, 
tan sólo esos perfectos conclaves de la carne 
trasladáronse al pie del Juez Supremo. 

Veredicto: 
Cuerpo móvil, 
continuidad naciente. 



V 

Aquel cuerpo infantil e hirsuto 
delimitado apenas por la detonación del espacio 
está incrustado corno un ámbar 
en el aparente cráneo del cristal del tiempo. 

Y el cristal remuévese en su fluido 
como pasos en la sombra. 

Pero aquel inmutable ser propulsado, 
aquella fascinada proyección, 
escapada de la placidez de la muerte, 
se ha conducido hacia la nada. 

(Nada, ¿dónde estás tú en medio de esta nada?) 
y de la nada se sugirió su impulso 
que incumbía a todo lo inexistente. 

Y desde ese rnismo estado inatómico 
escapó como girniendo por el desahogo 
como estirándose 
todo lo inf initarnente misterioso 
de nuestra respiración. 



PARTE CUARTA




I 

Ocurre en todos los casos 
en que participa la ridiculez 
que se sustrae el símbolo de la idea 
y queda la cosa, 
pequeña cosa, 
aislada sin esperanza y sin mensaje. 

Ocurre en todos los casos 
en que participa el ignoto 
que se sueña con la psicología de un proceder 
-idea estéril, acto condicionado- 
sin poder evitar la deformación. 

Ocurre en todos los casos 
en que participa la verdad, 
que se transforma todo sentido aparente, 
espejo falso, 
en lugares ciertos entre la nada y el infinito. 



LAS MUELAS 

Dieciséis muelas 
adosadas 
a una boca estanque. 
Las llamaradas 
dejaron un lugar salvaje 
para morir con la lengua. 

El puente de este destino de papila 
es salir a contenerlo todo 
como a un sorbo. 

Pero no sólo se han condenado a sí mismos 
los buitres de las bocas 
(a veces mueren también hojuelas 
que descansaban fuera de la planta). 

Yo, conmovido, 
vuelvo entonces a mi retina. 
Veo dieciséis muelas 
abandonadas allí por la ridiculez. 



II 

La cara pequeña 
de otras ilusiones 
y otros secretos 
se cubre tímidamente 
asumida en un cuerpo 
arrebatado de luz. 

Los cofres dorados 
y sin magnitud 
ejecutan el formato 
de otro mundo indiferente a todo reflejo. 

Y la herrumbre de los días 
es un color que vivió en las formas, 
en un error de no haber sido la propia cosa. 



LA REINA 

Los cabellos de la reina 
asumidos a su cabeza. 
Los dedales que de sus uñas hacen puntas. 

El vestido dorado 
sobre la piel escarlata y la corona verde de huesos y musgo. 

El mal humor de la reina 
cuando despertó al día 
para mostrarle las marcas de la alcoba 
en la que el rey la toma, 

El rey no usa peto. 
La reina y su pañuelo son celestes 
como el principio de la noche. 
Por la espesura del campo 
las liebres corren hacia el sol. 
Las espigas aparecen más allá de estos campos 
que son su dominio, 
el pobre dominio de la reina de las trenzas, 
la tristeza. 
El oro. 



III 

Disueltos los fieros 
en los cobardes, 
suenan a ya devorados 
los ecos y las voces de las escuadras de carne. 
Por estas márgenes 
no hay ya más río. 

Evaporo los trozos 
de la porfiada línea 
que el sol puede o no dibujar 
sobre las formas. 

Para ello y sólo entonces 
acontecen los tallos. 



HOMBRE DE LA TEZ ILUSORIA 

Posaré la hermosa y serena cabeza en mi almohada 
Desde allí verá una imagen 
Un círculo con mi venturosa cabeza. 

Mis manos dormidas habrán mentido 
Habrán tocado la máscara de su suave cráneo 
Y habrán sentido la melodía 
Y habrán de creerlas un sombrero y un pájaro. 

¡Las mañanas que toque se partirán en mí!... 
Las lágrimas que venderé por ahí por sus almas 
se reunirán en el alimento de otros seres con sed. 
Y la columna de aire del idilio de los árboles 
morirá con su prosa de hombre cansado de clamar. 
Hombre de la tez ilusoria, 
exhausto ya de clamar a través de sus ramas. 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 

Yo sueño con el eterno trigal, 
ese júbilo del orfebre, 
y tengo un niño y un tallo seguidos a mi risa, 
risa que se díluye hacia los cuatro puntos cardinales 
mientras se acercan otros seres en derredor de esta 
espiga distante 
(yo sueño que dormitan las pasiones de un Rubens 
entre pálidos labios de mujeres heridas). 

¡La disfrazada falla de los sonetistas! 
¡La maléfica servidumbre de los victorianosl 

Otros artistas pivoteados por posesiones, 
Trotadores que irán cayendo tras aquéllos 
junto a sus sonidos poseídos antes. 

¡La rivalidad de mi corazón se daña conmigo! 



IV 

Ultimamente he ingerido demasiados demonios 
he practicado por los alambres, 
alambres que quemaban mi corazón 
y ungúentaban mi conciencia 
Conciencia dormida o muerta 
me da lo mismo. 

Pero no sufro 
ya que todo retorna 
y los cuentos de oro 
habrán de convertirse en realidades de un día. 
Volveré a mi y la demencia retornará al antiguo sentido 
de las charlas alrededor del fuego 
entre las gárgolas del templo. 

La luz está muda, ahora, 
cuando resuena sin estrellas. 
Y el campo se vuelve un papel orgánico 
para desmenuzar la pequeña historia 
del miedo a lo inmenso. 



DESACELERACION 

I
 

Toma tus terráqueas y ásperas sogas 
y despréndete humildemente de tu trono. 

Los arbustos que temblaban en la colina 
se han cansado de palmotear. 
Es insólita tu alma. 
Tantas cosas de pie 
elegidas de entre millones, 
saturadas por vivir aquí. 

Tantos cometas inconmensurables 
Surcados de cielo (cielo, donde tú habitas). 

Y los hombres, tú y yo, 
un conjunto en lo absurdo. 
En lo que el sentimiento de una magia 
se une a la forma 
alejada de toda indigencia sin vida, 
comenzada a ser hacia el futuro. 
Futuro que tarda en abrir sus ojos 
que tarda en ansiar su trópico 
que nos da de comer hasta la muerte. 

II 
Pero la atrofiada mandíbula... 
Estamos atrofiados por demás. 
Aun si no tuviéramos bocas 
estaríamos comiendo carne apenas con los párpados. 

III 

Por la orilla secreta 
Ovillan las sentencias 
Rebalsa la magia 
Ruedan las calles. 

IV 

Lo importante es que escriba cómodamente: 
"Repite con la persona que amas 
que eres responsable del destino". 
Brama en la penumbra de tus días. 
Consigue exhalar la muerte, deslizándote, 
Derroca al líder de tu maldad y ahórcalo. 

V 

Cántate una canción reivindicatoria 
mata al hijo de los dioses 
conecta tu máquina de¡ tiempo. 

VI 

¿Consigue aquel disfraz parodiarte más que tú mismo, 
en tu carcomida vislumbre? 
¿Ves naoer algo o crees que sólo hay muerte? 
¡Vamos! 
Rodéate de tus espejos 
y cuando entumecido, 
cuando despreciado por tanto abuso 
y tan descarada mentira, 
intentes absolverte con una ráfaga de emoción, 
verás que tu corazón se pudre 
irremediablemente seleccionado para caer. 
Entretanto se enceguecerá la imagen de tu alrededor 
quemado ya por la última farsa. 

VII 

Así comenzó tu propia maldición, 
En tantos años de vigilia, 
a través de una locura de largo tiempo, 
a la que escondiste vanamente 
entre tus mártires. 

Y tu cara comenzó a rasparse 
contra la calavera, 
tiñéndose de la humedad típica de la muerte. 
Y manos desconocidas 
cavaron una desolada porción de tu tumba 
para ser completada con unas tristes violetas. 

VIII 

Pensé 
que habías salido de viaje 
acompañado de tu sombra, 
silbando, 
hablando con el ti mismo. 
Por atrás de una llovizna, 



EL MISERABLE
 

Desencajados los enormes océanos de tu plegaria a nadie, 
discreta palabra, 
saludo al éxodo de la virtud. 

Dilapidados los lingotes de tu estadio de crucifixiones. 
Saciado el oro en su sed de manos malditas 
Y arrojado a la turba el guisante de la demencia maestra 
Bebido tu vino, 
ya nada permanecerá en tu corazón. 
Sus sentimientos y sus alegorías 
se habrán marchado hacia el latir de otro reposo. 

¡De entre las brasas de tu alberque 
cantarás nuevamente tu canción diabólica! 



V
 

¿Qué hermosas mañanas veré en esta ceguera? 
¿Y qué plácido encuentro dará vueltas sin llegar al munclo? 

Ahora no son sólo las memorias 
las que arriman sus dibujos de diarios. 
Están también los hálitos 
El espiritu 
Los antepasados. 

Cuando esta cabeza sea atravesada por el sol, 
la misma vida ondulante 
sentirá estremecer su cráneo. 
Y despierta, voceando su incertidumbre, 
resbalará por los peldaflos 
ausente de toda tenebrosa razón. 
Perdida entre las especies de antaño. 

Y entonces: 
¿Qué voz de] cristal endulzará el alma? 
¿Qué juego habrá? 
¿Qué grito?
 


PARTE QUINTA




I 

Hay una locura intensa 
que necesita un cuerpo y una fulguración 
y se desarrolla lentamente 
en el tiempo 
o en la eternidad de un tiempo. 

Y hay otra locura 
periódica, 
de la sangre y el alma, 
que es f ugaz como el sol, 
que no admite desarrollo ni duración alguna en el tiempo. 

Que es un llanto, 
instantáneo resoplar del cuerpo, 
y que sana, distante, 
en un elixir que difícilmente se prueba. 



OK 

Antes de saber que era una piedra 
Ese señor ya había desaparecido 
Su señora husmeaba los lugares 
con un velo de pena. 

Pasaba delante de su propio marido, sin verlo 
Volvía llorando 
a dormir sus lutos con el verano que podía. 

Como todo seguía igual 
decidió mudarse. 
Y se llevó solamente una valija como un juguete. 

A los pocos meses 
el marido sobrevino de la nada. 
Y desapareció la piedra 
sin haber sabido que fue un hombre. 



MAS PELlGROSO QUE... 

Penetraron inexplicablemente 
quince monos en mi habitación. 
Comencé a llorar, 
a pedir auxilio. 
Y mis vértebras hervían. 

Uno de los monos tenía un revólver 
y comenzó a disparar. 
En menos de un minuto 
eliminó a los otros catorce. 
¡Ahí vi mi aventura! 
¡Cómo se deslizaba fatalmente mi suerte! 

Luego me habló de la muerte absoluta, 
algo con lo que advertf que dañaba mi conciencia. 
Me apuntaba mientras tanto 
y le supliqué que se fuera. 

Pero el mono me disparó a mí también. 
Mientras moría, 
vi renacer a los simios. 
Recobraban la vida rápidamente 
y escapaban de mi cuarto. 



II 

a José Orríes e Ibars 

Con los roperos, 
viviendo con los roperos, 
aprendió a saludar 
con ruido de puerta. 

Le parecía insignificante su actividad en otros cuerpos, 
siendo madera. 
Veces hubo en que fue bisagra o picaporte. 

El tiempo pasó enorme. 
Lo único que no aprendió 
fue a reír en esa situación, 
pues los roperos no se oirían reír 
entre tanta locura y tanta espera, 

Al morir dejó dicho en un papel: 
"Me voy de aquí a esperar 
del otro lado de mi fin 
una sonrisa de todo lo amorosamente imperturbable". 



III 

Sólo los filos inesperados de la noche 
con su eterna copa de negro aluminio, 
su sonrisa gigante 
sus párpados de abismo 
sus sueños antiguos 
su silencio, su muerte. 

Sólo la paz que busco en esta noche: 
¿Llegaré a verla, a verla en la luz? 
Confirmaré la profecía de¡ cerebro. 
Luego, un sueño mecerá mi mano en la brisa, 

Sólo en la noche entornaré mis hendidos espejos. 
Las clavijas deberán anunciarme las grietas, 
las quebraduras. 
El vacío interior. 



AVE FENIX 

En lo que recuerdo que era mi cara 
veo sólo una inmensa hoguera. 
Mis labios ya secos por el inienso bramar 
y una palabra gritando en el cielo quemado. 

En aquella forma perdida de la que recogí mi cuerpo 
vi estremecimientos involuntarios y gestos de miembros vacíos. 

Vi una eterna fila siguiendo cadáveres que se bañaban, 
Oí una estrepitosa maquinaria sin silencio. 

Entre mis petates encontré luego una carta mojada y deshecha. 
Eran las plumas del pájaro que vuela sólo una vez. 
Toqué pulmones de su hálilo, 
imágenes con vísceras de su exhalación carnal y primera. 

Y vientos nacarados y resquebrajados infinitas veces 
ante la violencia de su nacimiento. 




PARTE SEXTA




Traspasó la luz un germen que era indómito, 
y atravesado éste, 
vaciló un instante. 

Luego recobró su paso en la marcha uterina. 
Sintió que iba a producirse un momento de magia: 
Una ovulación. 



SONETO INTRAUTERINO 

Desde el oráculo del vientre abierto se ve una placenta 
Es una figura de mármol que adquiere movimiento 
Apenas un espejo y un sol parecen los destellos del fondo. 

A la vez, una melodía recorre el eco de este espacio. 
La naturaleza realiza su descripción 
Y nosotros emitimos la fe de nuestro secreto 
Y se sabe que en un suburbio del abismo periamos nuestro ahogo. 

Madre eterna, tu creación es serena. 
Es la seda que el tiempo no corrompe. 
Porque su alma vuela hacia la luz. 
Porque su corazón se ilumina de magia. 



EL ANGULO DE LA VIDA 

El ángulo de la vida 
es una semilla. 
Las trabajosas hileras 
que nos dieron años de respiración. 

El secreto del árbol 
consiste en proyectar la luz, 
la luz de los rayos del cosmos 
y las últimos fuerzas que resucitan desde el fuego del centro. 

Y el atisbo del fin 
es el desierto interminable 
inmerso en la finitud 
de la que nace el árbol. 



II 

Enumeramos ahora ciertas cosas: 
CUERPO, CIELO, PALABRA y ACTO. 

Cuerpo es el sinfín, donde experimentamos cada sensación por separado, 
corno granos de arena y cada sensación en su totalidad, como arena. 

Cielo es el punto al que nuestra vista identifica 
más velozmente, por cubrirlo todo. 

Palabra es la cara de la voz y es el sitio intermedio 
entre el cuerpo y el cielo. 

Acto fue el de los hombres que, al verse atrapados 
en el paraíso, intentaron escapar del cielo. 



III 

Feliz es el día 
Feliz es la noche 
Feliz es el cielo 
por cambiar todo el tiempo 
sin moverse de sitio. 



MIRADA 

Los pájaros en el oriente 
son mensajeros de la luz. 
En la continua respiración del valle 
los animales han vuelto a serenarse 
en sueños 
Y las brisas Pasan lentamente. 

Alguna trompeta, en ese amanecer, 
intentará exhalar la lejania. 
Es su sonido 
surcando las enigmáticas plantas del verano. 

Hasta que se venza esa mirada 
y vuelva a caer el manto de la noche 
y se entumezca levemente la nostalgia en las sombras. 



IV 

Intensa luz azul 
de rayos y de veranos: 
¿Era triste la flor que disipaste en tu viento? 
¿Frágil la libélula natural? 
¿Anciana la marmita de resplandores ocultos? 

Agil color que serpenteas la mente: 
Debiste venir con el señuelo del sol 
Y hubieras descansado junto a los hombres. 



V
 

Una eternidad después 
de la consagración de nuestras estaciones 
seguirnos encerrados entre instintos. 

Muero toda ternura. 
Estarnos siendo arrasados 
por el tiempo de la vida. 

El despertar se demacra junto a las actividades del sol. Todo escarba y arroja de sí mismo las basuras de la noche o de otro amanecer súbdito. - Lejos, las escorias de la vendimia infinita continúan clamando. - Pero todo está tranquilo. - Ante esa fantasmal incongruencia de borrascarse viendo a la futilidad estremecernos, sólo ha de presentársenos como visión un enorme monasterio en el que recluirnos por siempre. 






PARTE SEPTIMA




DEL PORQUE DE LAS PLAYAS 

El hombre que camina y no sabe lo que busca 
se ha declarado arena 
y podría sentirse sol entre las algas y los ripios. 
¡Loco acantilado consumido y no acostado nunca! 

Porque la playa es un lugar de ciertos sueños 
hacia donde emigra la cabeza del enigma 
y se hace sal el universo. 
Atrás quedan las gaviotas, el agujero de las nubes. 
Esas aguas se conservan entre el viento. 

Alguien que ha jugado y se ha dormido 
ya es el cielo. 
Se ha tomado de sí mismo 
en un abismo mudamente coloreado de cerezas. 
Nadie descubre al hombre solo que no busca lo que quiere, 
pero desde adentro sabe transformar. 
A veces se comporta como un último lugar. 
Porque sí, desde hace mucho. 

Hasta que el agua le haga dientes y riquezas 
y le socave el vientre de los nidos 
y los ojos casi carne del éter 
y el hombre ya no esté. 
Por más que se lo quiera buscar, no esté 
ni como piel, ni como piedra, 
o esté jugando a ser como la roca. 

1969 



LAPSOS 

Haber descifrado la madeja 
Haber inquietado estos sentimiento. 
Prolongado estos lapsos 
Inundado estas ideas y estas palabras 
Es sólo haber pasado por un aire 
Sin reflejos siquiera del código del tiempo. 

Todo este espacio tu, eterno, 
¿verdad, antigua poesía? 
anterior lucha? 
lejana canción? 
silueta de los labios del último verso?... 

Todo este tiempo fijaron humores, 
una hilera de cadencías 
una cuchillada retirada del cuerpo 
una herida vaciada 
un leve sueño. 

Y el país entre este signo 
y aquél úitimo 
(el último rincón mirado, 
la recóndita falencia representada) 
es el país de la huella. 

¡Hibridez de un territorio! 
Aprisionamiento entre aquella y esta `carrie". 
Intertapíado de rumores 
entre eslabones y paredes 
de la única poesía. 
Poesía que sangra 
y al detenerse abre la frontera 
y sopla los papeles vacíos. 
Dice denuncias de ese absoluto dios poético 
dios de la miserable porción de infinito entré estas palabras 
y las que vendrán. 

8 - X - 75 



I 

El suelo era turbulento 
en esa la tierra distinta y pelicular 
donde las apariciones 
brotan desde el suelo, como semillas. 

Propondría que eran 
Antiguas repeticiones 
Inseparables pseudópodos de un núcleo 
Mechas 
Alcaloides florales 
Herrumbre 
Futuro. 
Así viajan las delgadas hojas de toda esta retícula nueva y 
húmeda del secreto onírico de aquella imagen. 
Imagen en la que sucedieron y se formaron corpúsculos móviles. 
Imagen en la que hubo viajes que despertaron en la ventanilla de un tren reseco. 
O viajes de pasar a través del coral del cuerpo. 

El ojo del sueño que es ese temporal, 
el crepúsculo del sueño (de ese ventearse) su orgasmo: 
¿Es exaltado por el minúsculo movimiento del cuerpo de aquella célula? 

Esa contención manifiesta una húmeda vida que se mueve, 
generando así que se mueva una tenue potencia de otro 
teatro inexorable, no-manifiesto, no-condescendiente ni expectante. 

Es lo halital 
Lo que no condena 
pero tiene su verde mito. 
Tiene un sentimiento 
Un amor perceptible 
Un límite en su propia vena. 



II 

Invítame a complacerte 
y desearle 
Desmiente las carnalidades 
Subyuga por entre los ecos 
todo rito de aproximación 
Descárname 
Pues al verte huiría 

Pero si al percibirle en un más allá 
supieras guiarme, 
yo sería tu minúscula sonrisa 
y reiría. 



III 

Largo 
hacia el cielo 
morada 
desdicha joven 
piedra azul 

Cadenas calcáreas 
Bodas del río y los peces 

Más allá 
los inalcanzables retornos del beso 

La prodigiosa estela de tu boca 
retenida apenas por el oír de su palabra 
contenida por la señal 
contada por la poesía. 



IV 
Suave 
renace un aire en tus ojos 
que iluminan pasos diferentes. 
Los rostros enloquecidos de adentro 
han comenzado un descanso 
un reflejo tuyo que se insinúa perpetuo. 

Hueles a nube 
tus caricias irán calmándome. 

El destino es loco y anciano, 
No dejará de perder 
una costumbre de nosotros. 

Cuando las horas pasan 
no habrá momento ni memoria 
y reiremos saludándonos. 



V 

Y loca tu eterna boca maquillada de verano 
extraña y rebelde 
nos ha dejado su beso. 

Ese almizcle nos ha hechizado 
Nos ha supuesto tus hermanos 
Tus congéneres 
Tus tatetíes 
Tus dioses. 

Y por enire la dificil caricia de la obra, 
como recibiendo por fin la mágica verdad, 
hemos comprendido que sólo somos tu retorno. 

Entonces, ven, sigamos besándonos dulcemente, 
pues somos tus hijos. 



TU VIDA 
No llegues a mí sin pronunciar mi nombre 
No te acerques sin que la lluvia te haya besado 
Ni los iluminados te hayan respondido 
Ni pequeños pájaros azules y verdes hayan volado sobre ti. 

Abre la ventana que te acechaba, 
que miraba hacia adentro 
y cubría tus ojos de deseos ignotos 
(La virtud asomará como una seña) en los vitrales), 
y al olvidar, al volver, 
serás la misma. 

Entonces no te acerques sin que cure tu mal. 
Y huya tu muerte. 
Yo soy tu vida. 
Malentiénderne. 



LA MUJER INOCENTE 

Las calles se hicieron espesura 
cuando te aventuraste 
y durante el verdor 
reíste de la penumbra. 

Las páginas de los libros 
se arnarillentaron 
cuando avanzaste 
y hablaste la palabra del nuevo día. 

Los cánticos se entumecieron 
cuando Dios hizo sonar tus labios cual gotas. 

Estas remembranzas 
están impregnadas de ti 
porque dormiste cuando intenté rodearme con tu noche. 



VI 

Sé que tú me sientes deambular en tu conciencia 
Oyes cómo retozo por la pradera 
con tus manos y con las mías 
superpuestas en el aire que rueda al caer tu párpado. 

Ves que también hay un milagro tuyo 
Se abre junto al intenso pétalo de la luna. 

Tu ropaje se ha trastrocado con mi visita 
y se esconde como una anémona que agoniza 
sin extrañar la vida. 
Vida que le damos tú y yo en este infinito descanso, 
este laberinto que nos desnuda 
y yergue a nuestras ansias, 
luces ebrias ya del vino de su estío perpetuo. 
Almas a solas en su descabellado pedido. 

Pero he vuelto a la placidez de mi mano, 
ese sueño que se acomoda para acariciarte. 
Ya no temo que un súbito girar de su dedo ocre y deforme 
haga trizas el rasgo de tu pausa,
 






ESCORIAS DIFERENCIALES DEL ALMA DE LA LETRA POETICA





I 

Los enviones de la noche alientan el mensaje de los árboles con sus uvas y de las manos precarias de la tiniebla buscando el río. 

Las márgenes del río, desenvueltas junto al arrebol de otras ánimas manjares, esperan a las ranas viajeras, entornando las aguas burbujeantes que son su magia de descenso y de juncos. 

En el interior de esta alma nocturna, revelada al cielo por el color de la una que recibe, los prodigiosos peces se enamoran de una danza termal, eterna propagación de cristales internos, y antes del alba se consumará para lo eterno, todo ese brillo y toda esa calma. 




II 

Más allá del recoveco de lo pensado, 
pensado sin referencia, 
que sería inútil eco de la impresión, 
una voz medular recorre las vírgenes. 
Enardecida, crea el oído deshipnotizador, 
medita muerta como los goznes. 

Las mismas órdenes a los mismos miembros. 
Columpio que no se evita jamás 
y es verde. 
Verde igual a un deseo. 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 

La sorpresa que no se consume 
está detenida en un paraje inexpuesto. 
La sorpresa que no se representa 
es un momento de ese paraje, 
lanzados sus limites hacia aquí, 
mientras las células de esto 
rodean algo con su débil perímetro. 
Y en ese enfrentamiento no hay conciencia 
(si no hay sorpresas 
si nada fue escogido, ya que nada ha servido para alguna conmoción), 

Entonces, de todo, 
del ser y el paraje 
sólo quedan extremos. 
Es la lejanía de nuestros propios dedos 
la otra sorpresa 
la otra colisión. 

III 

Se torna difícil escribir con la misma brutalidad con que se piensa. 

Se torna raro advertir los desmanes de algún término equivocado, porque la valentía de estos signos nos va proponiendo otro idioma despierto. 

Pero en la brutalidad, en esa orfandad de tersura de los pensamientos, de tanto drenar el adobe corrupto de los otros, no hay salvación posible que no contenga a la muerte, que necesariamente no reanime su sopor con una parálisis perfecta, quizás un shock elertrocutor o un despiadado estrellarse de corpulencia inacabada. 

La totalitaria vergúenza de estos pensamientos locos, se desenmascara sólo para proyectarlos contra las fragmentadas evoluciones de la carcaza consciente, redimiendo esa incontenible borrasca animal con un grito, una contracción del gesto teatral de la sílaba. 

Veo que la brutalidad del pensamiento es tan sólo otro pensamiento que se ejecuta con violencia y perece estampado contra su propia sombra como los objetos arrasados por la bomba de Hiroshima. 

Es obvia la deducción: el pensamiento animal que proyectamos es tan selecto y vigoroso, que sólo dura el instante fugaz de una mariposa concebida al azar. 

Pero en el atropellado desfiladero de la mente expuesta al sufrimiento de las miserias sociales distintas -por siempre distintas sean las miserias de vivir en la poesía, de aquellas en las que vivir en la poesía representa un complot para saciar al estórnago-, la soledad de estas barbaries mentales ejerce sobre el resto de los pensamientos una corriente de energía liberadora. 

Por los agujeros que profanaron estos brutales delirios al detonar en su corta existencia, pasan centenares de delicadezas e idilios, y son estas prometidas certidumbres las que nos permiten iniciar y luego ahogar el verdadero diálogo con el universo. 



IV 

La boca cansada decantar por el cuerpo promete un silencio y entonces todo queda coronado lentamente y se trans forma en un corazón. 

Los designios instantáneos del afuera quedan, por consentir que el silencio los absorba, anidados en el sereno adentro y esta mutación esencial del sonido traduce voces de estrados diferentes de alucinación, espectros vocales de otras ciudades despiertas, adosadas como palmas delebles a esta otra magnitud. 

Llovió, y en la celebración que sigue a la lluvia, las criaturas nocturnas emiten una energía de misterio que no cesa de contagiar al viento para que agite alguna flor todavía despierta. Es inmensa la conoentración de las plantas, el increíble pensamiento de aquella raza callada bajo la lluvia; es tanta la fuerza de las ideas agrupándose para la descripción de esto, que no es posible ni el rumor de la menor de las nostalgias. 

Solo el ulular del pelaje y la ropa, y el concierto de las llaves cerrando el candado, los rincones de las plantas sostenidas por puntos levenriente en éxtasis de agitación, columnas de órganos de pasos de ciempiés indescubribles, gargantas verdes de pistilos locuaces y cimbres de tallos. 

Algunas hojas brillantes caen indistintamente alrededor. Ahora comprendo que el suave viento precipita la ea ída de las gotas apenas imantadas, desorientando al oído. Sensible concierto; todos esos ruidos circulares y claros disimulan, quién sabe por qué complicidad cofrádica de la noche, la presencia y los pasos de los fantasmas allí convocados. 



V 

Este verdadero poema 
no ha sido resuelto aún, 
pero quiere vivir bajo su forma 
Aquí, 
como sea. 

Yo intento atraerlo hacia nosotros, 
creo poder transmitir apenas un mote de su espiritu 
y en ello dejo buena parte de mis comisuras. 

Quizá con el tiempo 
las estrofas y los versos se resequen 
y musten desde entonces 
un sórdido dibujar de su descreimiento. 


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