martes, 3 de agosto de 2010
La culpa, es del perro?
Tal vez para muchos este sea un tema menor. Y lo es, cuando vemos a la gente que duerme en la calle, a los niños con el “Paco” en la mano y a las continuas pruebas de inseguridad derivadas de la pobreza y la falta de educación, entre otras cosas.
Pero enseñar que los problemas se resuelven eliminando, literalmente hablando, en este caso, a los animales, es enseñar que la muerte es una solución.
Tomando estas medidas, estamos siendo irrespetuosos para con nuestros hermanos, que luchan día a día por causas que parecen imposibles de solucionar.
No siempre el camino más fácil es el más acertado, y sobre todo si este camino implica una medida cruenta y según los especialistas, ineficaz.
Estar de acuerdo con este tipo de “soluciones” es aceptar que contamos con pocos recursos para la vida.
¿Cómo podemos pensar en una solución que implica una medida extrema, para solucionar un problema que tiene causas y motivos que son posibles de resolver a partir de una mejor organización y distribución de fondos y esfuerzos?
La indiferencia frente a los problemas de los sin voz, sean quienes sean, nos ha llevado a convertirnos lentamente en una cultura individualista y con falta de fraternidad.
La colaboración, la solidaridad, la generosidad hacen a los humanos seres especiales. Queremos un mundo especial para nuestros hijos.
Es menester de todos nosotros el forjarlo día a día.
No solucionamos el problema de los niños en la calle dando una moneda. Pero tal vez aunque nos suene menos visible, guiando a nuestros hijos a que no den vuelta la cara o a que puedan regalar un juguete propio, para otro niño que no tiene las mismas posibilidades, lenta pero efectivamente, vamos construyendo conciencia social.
Cuidar de un animal, hace que los niños, comiencen a tomar mínimas responsabilidades, conciencia del otro, placer en el progreso, y valor a su propio esfuerzo, entre muchas otras cosas, todas positivas.
Les enseñamos que dar la mano es mejor que arrojar la piedra y que el dialogo y el consenso son caminos de esperanza.
Hay muchas cosas que solucionar, y hay mucho para hacer y para dar, sobre todo en relación a las minorías. Y como es tanto, muchas veces nos vemos abrumados y no sabemos por donde empezar.
Hagamos aquello que podemos, que seguro no es poco.
Desde lo calentito de nuestro hogar, de allí en adelante construimos una sociedad sana y solidaria. Desde “nuestros más chiquitos”, guiándolos en el respeto por ellos mismos y por los demás, en el valor por la propia vida, y la de los otros, en el cuidado de esta nuestra casa que decididamente será la de ellos, desde allí desde el, todos los días, desde allí comenzamos.
Apoyemos soluciones que valoren la vida.
Fuente: Funcion padres, facebook
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