Alfonsina Storni - La poeta de sensibilidad insuperable
Alfonsina Storni Martignoni, fue poeta y escritora del Posmodernismo. Se la considera una de las más importantes de la lengua española de los comienzos del Siglo XX. Sus trabajos fueron seguidos por muchas mujeres que la respetaban por creerla fuente de una nueva ideología en donde se quería que la mujer comience a ocupar un lugar más importante en la sociedad, que dejara de ser subordinada sentimental e intelectualmente y que tuviera iguales derechos que los hombres.
Su padre Alfonso, era un industrial cervecero argentino que viajó a Suiza con su familia. Allí nació Alfonsina, el 22 de mayo de 1882, donde pasó los primeros años de su infancia junto a sus hermanos y aprendió a hablar italiano, pero en 1896 decidieron regresar a la Argentina, a la provincia de San Juan para, unos años después, trasladarse a Rosario en búsqueda de nuevas ofertas laborales.
En su infancia fue una niña alegre, divertida, en el jardín con sus amigas actuaba, cantaba y representaban comedias.
Por la depresión concurrente de Alfonso y los cambiantes proyectos económicos a causa de ello, Paulina, la madre de la escritora, abrió una pequeña escuela domiciliaria y cerca de la estación de tren instalaron el Café Suizo, pero no prosperó y la familia comenzó a tener necesidades más profundas. Para ayudar a sus padres Alfonsina dejó sus estudios y comenzó a trabajar a los 10 años, lavando platos y atendiendo mesas.
Cuando muere su papá, en 1906, entra a trabajar en una fábrica de gorras. Participa de marchas de la clase obrera y se hace querer por sus compañeros por el apoyo que brinda y el buen humor que transmite. Pero en 1907 esta niña se cruza con un director de teatro, y cuando se enferma una actriz Alfonsina decide reemplazarla. Así, descubrió una vocación oculta, la de la actuación. Y comienza a recorrer varias provincias argentinas con el resto de su equipo de trabajo. Una nueva vida comenzaba para esta niña quien tenía muchas ganas y fuerzas de trabajar para salir adelante. Obviamente esta etapa la influenció enormemente porque comenzó a conocer obras de teatro contemporáneo y clásico, y de tanto leerlas quiso escribir la suya. Así surge: Un corazón valiente.
La actuación ya la estaba desgastando, era mucho trabajo para una chica de su edad y decidió renunciar a él cuando fue acosada sexualmente. Al regresar a su hogar, se entera que su madre se había ido después de casarse con otro señor. Toma la decisión de estudiar para ser maestra rural y alquila una habitación junto con dos mujeres y se solventa los gastos trabajando de celadora. En la escuela donde estudiaba, al igual que en el jardín, actuaba y cantaba en determinados eventos. Pero como el dinero no le alcanzaba tomó otro empleo, el de corista del género de cabarets, en la ciudad de Rosario.
Una vez recibida comienza a ejercer la profesión y a la vez escribe poemas para las revistas literarias, Mundo Rosarino, Monos y Monadas y Mundo Argentino, por los que empieza a ser reconocida.
Tras enterarse que estaba esperando un hijo de Carlos Arguimbau, (diputado provincial y escritor de artículos periodísticos, casado y veinticuatro años mayor que ella), a los 20 años decide venir a Buenos Aires y comenzar una nueva vida, despreocupándose de los prejuicios y críticas por ser madre soltera. Se hospeda en una pensión hasta que nace Alejandro, ya con él se muda a una casa que comparte con un matrimonio.
Para sustentarse fue cajera de una farmacia, y luego empleada de una empresa importadora de aceite de oliva realizando trabajos de publicidad, mientras, participaba activamente en Caras y Caretas y más tarde tuvo una sección fija en el Diario La Nación. Esto le sirvió para mezclarse en el mundo del que tanto anhelaba ser parte, conoció a muchos escritores de renombre y prestigio y entabló amistades con alguno de ellos como, Horacio Quiroga, Manuel Ugarte, José Ingenieros y Juana de Ibarbourou.
Siguió trabajando incesantemente en la literatura, dio conferencias en salas de teatro, bibliotecas y locales socialistas (partido con el que compartía su ideología) y como profesora en escuelas públicas enseñando aritmética, castellano y arte teatral (del cual había adquirido experiencia en su adolescencia).
Consecuencia de tanto esfuerzo el cuerpo comienza a jugarle una mala pasada, agotándose física y mentalmente. Y como los médicos le recomiendan reposo absoluto elige para ello Mar del Plata y Córdoba. Pero como era una mujer sumamente independiente y activa y además necesitaba el dinero para mantener a su hijo, volvió a su trabajo rápidamente.
Escribir la hacía feliz y con el tiempo obtuvo sus frutos. Empezó a ser conocida, halagada por escritores de tanto baluarte y recibió premios y medallas. A su vez fue la primera mujer en participar de las reuniones de intelectuales, políticos y escritores. En 1920 le otorgaron la ciudadanía argentina, y algunos de sus poemas fueron traducidos al italiano. Para ella era estar en la cima.
En sus comienzos se vio influenciada por el estilo romántico modernista de las obras de Rubén Darío y de Amado Nervo, con temas recurrentes de la naturaleza: cisnes, jardines, rosas, luna, mariposas ebrias, y primavera como analogía de la vida. No se olvidó del amor y el dolor. A través del análisis de sus obras uno puede conocer intensamente su vida porque ella plasmaba sus vivencias en sus poemas.
Pero, la importancia y originalidad en sus obras estaba caracterizada por su deseo de un nuevo rol de la mujer. La mujer debía ser pensante, debía sentir, expresarse libremente, tenía que demostrar que había vida más allá del matrimonio, y la idealizaba con un dejo de erotismo. Luchaba constantemente con el sexo masculino porque no quería que sigan siendo consideradas inferiores y menos aún que no pudieran ni siquiera elegir a los gobernantes de su país.
Gracias a esta manera de hacerle frente a una sociedad paternalista, tenía fieles seguidoras pero también, refractarias, las que creían que era una persona sin escrúpulos por no querer adaptarse a la cultura y a la moral de la época.
Inició el concurso de la Fiesta de la Poesía, realizada en Mar del Plata, participó en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y en el gremio literario.
En 1927 se estrenó, El amo del mundo, su primera obra de teatro, pero fue duramente criticada por especialistas por ser feminista y por denigrar al hombre. A los días del estreno tuvo que ser levantada y Alfonsina quedó sumamente apenada, sintió que no entendieron su mensaje y que no fue respetada.
En 1935 le diagnosticaron cáncer de mama y tuvieron que quitarle el seno derecho. Dos años después su salud empeoraba rápidamente, ella presentía el final y le costaba seguir adelante producto del dolor y de su estado anímico. En esta etapa sus poesías expresan sentimientos de muerte maximizados por los suicidios de Horacio Quiroga, con quien tuvo un romance, la hija de él, quien era su amiga y Leopoldo Lugones, persona a la que admiraba a pesar de que él nunca le demostró interés como poeta.
En los últimos momentos de su vida tenían que inyectarle morfina por el dolor que padecía producto de la enfermedad terminal, los médicos le dieron seis meses de vida y como no podía seguir sufriendo de esa manera, decidió viajar a Mar del Plata. Envió al diario La Nación un poema de despedida titulado “Voy a dormir”, una carta a su hijo y una nota a la policía para que no culpen a nadie de su muerte. El 25 de octubre de 1938 decidió terminar con la agonía y caminó hacia el espigón de La Perla, desde donde se lanzó al mar. Obreros municipales encontraron el cuerpo que fue trasladado a la capital para ser velado en el Club Argentino de Mujeres. Así surge, en su homenaje, el tema Alfonsina y el mar, creado por Félix Luna y Ariel Ramírez, también hay calles que llevan su nombre y un monumento en La Perla.
Así, se creó el mito de Alfonsina, el cual dice que terminó su vida adentrándose en las aguas del mar caminando. Tal vez, para darle un matiz más poético a la oscuridad de la muerte de una escritora que siempre enfrentó las vicisitudes de su vida pero que ya no tenía fuerzas para seguir afrontando.
fuente: concepto de mujer
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