viernes, 26 de julio de 2013

Mensaje a la mujer: Es Tiempo de Alianzas - BEA INDIGO


La Alianza entre mujeres es parte del proceso de la unificación de la energía y el poder femenino dentro de cada una de nosotras

La sanación de la mujer pasa por el reconocimiento de nuestra verdadera identidad, de nuestro yo salvaje, como diría Clarissa Pinkola .

El “yo salvaje” es el yo libre de condicionamientos y creencias impuestas o autoimpuestas Parte de este reconocimiento de una misma pasa por el reconocimiento de quienes son las demás.

Por esto, la Alianza entre mujeres es parte del proceso de la unificación de la energía y el poder femenino dentro de cada una de nosotras.

Una mirada atrás…. Y una mirada al presente

El poder femenino no se ha perdido de manera gratuita. Esta terrible pérdida ha sido fruto de miles de años de una actividad intencionada, llevada a cabo por energías en contra de la libertad y la justicia para todos. En contra de la consciencia misma. Los romanos sabían y conocían de este poder, en su conquista a España crearon herramientas de de ataque y manipulación masiva mediante la creación de la religión católica. Parte del plan fue cortar de raíz el poder femenino ibero, y lo hicieron en un acto de transformación muy poderosa, mediante el elemento fuego: la quema de cientos, quizás miles de vidas de mujeres en su poder, las que cantaban libremente a la luz de la luna, danzaban en las montañas y ayudaban a sanar a los enfermos.

Esta misma energía es la que conquistó América.

Fue un acto terrorista, con bombas psicológicas autodestructivas

Con el decreto de las brujas introdujeron elementos de superstición y de miedo que siguen vigentes hoy en día. Estas anclas psicológicas aniquilan la libertad del ser. Quedó prohibido todo acto de expresión libre femenina.

No fue la energía masculina quién causó estos actos, no fue una guerra de sexos, sino una guerra contra la libertad y la dignidad del ser humano.

El poder masculino ha sido también humillado y sometido. Y sino ¿cómo calificar el hecho de obligar a los hombres a destruir el poder femenino de su propia tierra, a convertirse en asesinos de sus familias y a salir a matar en tierras lejanas, mientras eran tratados como animales y obligados a portarse como tales?, ellos fueron enseñados a violar a mujeres extranjeras cuando habían destruido el poder de sus propias mujeres, ellos aprendieron a creer que en realidad la mujer era peligrosa y les manipulaba a través de sus artes sexuales.

El poder del hombre y la mujer sexualmente libre (que no es lo mismo que hablar del hombre y la mujer que se acuestan con muchos) es imparable. La energía sexual es energía vital y bien canalizada es inteligencia al servicio de la conciencia. Dicen que Ghandi hacía el amor cada noche con su mujer, era un hombre demasiado despierto, demasiado vivo, demasiado libre. Los romanos eran expertos en este tema. Manipularon la energía sexual y la ensuciaron hasta que impregnó de suciedad la misma identidad del individuo libre y digno.

La culpa, el pecado, el sacrificio son armas psicológicas tan peligrosas como la bomba atómica. Estas bombas son virus incrustados en nuestros sistemas mentales y emocionales que nos hacen creer y sentir que somos quien en realidad no somos. Afectan directamente al sentido de identidad y autoestima, al poder personal y núcleo de nuestra fuerza interior.

Pero esto solo ocurre a nivel mental, emocional y físico. Ninguno de estos virus puede afectar nuestro centro espiritual, que aún está limpio, libre y salvaje. Se extiende más allá de un ciclo de vida y mantiene su poder intacto.

No, no se trataba de una energía masculina destructora como han dicho muchos, sino de la energía de la “conquista” o poder no real que usa el miedo y la violencia de cualquier tipo como instrumento para explotar y usar vidas humanas a favor de unos pocos que deciden conquistar al resto.

Es la misma historia que se repite en la actualidad.

Y si, seguramente las estrategias fueron creadas por hombres. Y la mayoría del trabajo sucio.

Estos hombres también habían perdido su verdadero poder masculino.

El poder del ser humano pasa por el reconocimiento de la propia esencia, de la fuerza y la belleza de la vida, libre en sí misma. La representación más cercana a la vida es la energía o principio femenino, que se fecunda por el masculino cuando se encuentra en su verdadero poder.

Las mujeres amamantamos, alimentamos, nutrimos. No solo a nuestros hijos de sangre, sino a todos los hijos. Sentimos por todos los seres vivos.

Toda mujer sabe lo que digo cuando hablo del sentimiento de maternidad universal. Todas lo tenemos dentro de nosotras. Sentimos amor por toda manifestación de vida.

No nos dejemos engañar por las mentiras a cerca de la división entre nosotras. En la división nos sentimos solas, en la comparación nos enfermamos, el miedo nos hace débiles. La mente se llena de pensamientos de autodefensa y ataque perdiendo la verdadera visión de lo que está sucediendo a gran escala. Seguimos en muchos casos apuntando a una dirección errónea, buscándonos en figuras que no son ni representan a la verdadera esencia femenina. Barbie es la muñeca más vendida del mundo….. y la figura más antifemenina que existió nunca.

Hace cientos de años nos quemaban y ahora nos tratan por tontas...

Y ¿quién nos puede contar que es la esencia femenina? ¿Existen modelos femeninos a seguir?

Si enterrásemos nuestra sangre en la tierra durante tres lunas seguidas nadie nos tendría que contar nada. Lo sabríamos todo por nosotras mismas. La Tierra nos cuenta todo lo que necesitamos saber a cerca de nosotras mismas. Y esa es una de las cosas que la mujer, desde sus foros mas internos extraña terriblemente, el dialogo con la tierra. la relación intima que se crea entre la mujer, la tierra, la luna, el sol, el viento, el agua, el fuego.

El dialogo interno con la misma divinidad a través de la Tierra.

Echamos de menos a nuestra mujer salvaje que cantaba en la noche de los tiempos y danzaba bajo la luna y el sol. La que atendía por amor a aquel que lo necesitaba, seguía su intuición y era amada por ello. La que era reconocida como belleza y poder de vida. La que era honrada por su hombre y por todos los hombres. La que reconocía la fraternidad en las demás mujeres. La que honraba al hombre y a todos los hombres.

Hoy en día reflejamos nuestra falta de reconocimiento propio en las demás. El gran engaño, la soledad, la división que beneficia a alimentar una sociedad callada y enferma.

¿Quién sino la mujer va a cantar de nuevo libremente a la luz de la luna?, ¿Quién sino la mujer se revelará en danzas y en cantos? ¿Quién sino la mujer reclamará la tierra y la vida de todos los niños con un grito salvaje?

¿Quien sino la mujer recordara lo que es verdaderamente importante y tiene que ser hecho?- Nuestras “grandes preocupaciones personales” son granitos pequeños al lado de lo que realmente es importante y sigue desamparado, por no ser gritado y cantado a la luz de la luna: las relaciones humanas, el entendimiento entre sexos, la educación adecuada de los niños, el cuidado de los recursos naturales, la cooperación entre pueblos, el desarrollo sostenible, la nutrición de todo ser viviente, el respeto a la vida en todas sus formas, viviendas sin hipotecar vidas por decenios de años, trabajos creativos… flor y canto!

Tiremos a la barbie por la ventana y vayamos a danzar!

El entendimiento y la paz interior está en el reconocimiento del propio ser, con el derecho a ser tal cual somos. Este derecho nos lo da la vida misma, sin intermediarios, mas que nuestros padres y quizás ganamos este derecho mucho antes de nacer. Nadie más que la propia inteligencia y amor de la vida misma nos ha dado el derecho intrínseco a existir. Y así, tal y como somos ya somos totalmente bellos y completos. No necesitamos barbies a quien copiar ni peinados que modelar. Somos aptos para desarrollar una vida creativa y creadora, con poder suficiente para poner nuestro grano de generación de vida, y con el suficiente humor y energía vital para divertirnos y disfrutar de la aventura.

En cualquier situación podemos reconocernos y ser. En cualquier rincón de la ciudad o en la oficina. Basta con abandonar cualquier estado de lucha interna y aceptar el momento presente sin más planteamientos ni expectativas. En esa aceptación encontramos el espacio para ser y el verdadero poder para llevar a cabo la acción espontanea y libre, desde nuestro verdadero poder.

En ese espacio, siendo, podemos mirar a otra mujer, celebrar nuestra diferencia y entender que somos parte la una de la otra.

En ese momento creamos la Alianza. Y ya nada será igual.

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