miércoles, 28 de junio de 2017

La mitología Griega y las flores

Desde el principio de los tiempos, las flores han sido muy importantes para todas las civilizaciones. Han acompañado a dioses y a humanos en todos los acontecimientos importantes, en los momentos de alegría y en los de tristeza. Por eso hoy, en la trastienda de Quedeflores.com, nos ha parecido interesante recoger algunas de las flores que han sido asociadas a dioses en la mitología griega.
Una de las principales es la Rosa. Su nombre deriva del nombre griego Rhodón cuyo posible significado es “efluvio oloroso”, o “lo que desprende olor”, y está consagrada a la diosa griega del amor y la belleza, Afrodita. Son varias las leyendas que se cuentan sobre su creación, pero aquí vamos a recoger una de ellas: “Cuentan que la propia Afrodita, mientras nacía de la espuma del mar, quiso poner a prueba su poder creando algo igual de hermoso que ella, entonces de su seno surgió una rosa blanca que utilizaría desde ese momento como adorno”.
También según la mitología griega, “una hermosa diosa huyó asustada al bosque y fue a un lugar llamado Loto, un lugar reservado para los perdedores y fracasados de la vida y allí se hundió. Durante muchísimos años la joven diosa luchó hasta conseguir salir como una hermosa flor de largos pétalos. Por ello, para los griegos la flor de loto significa el triunfo después de haber luchado mucho contra el fracaso”. Un bonito significado que todavía tienen presente hoy en día algunas culturas.
La Orquídea es otra de las flores con su hueco en la mitología griega. Su nombre está asociado a Orchis, “el hijo libidinoso de una ninfa y un sátiro que durante la fiesta en honor del dios Baco bebió demasiado y en estado de ebriedad sedujo y violó a una sacerdotisa. Los Dioses le castigaron a morir devorado por las fieras y, por la intervención de sus padres, le devolvieron a la vida transformado en una bella orquídea”. Los griegos creían que comiéndose las flores de las orquídeas despertaban en su interior los poderes eróticos y la energía sexual del difunto Orchis.
Y llegamos a la más conocida, la historia de Narciso, “un joven famoso por su gran belleza del que todos se enamoraban mientras que él rechazaba sus insinuaciones. Eco, una ninfa herida por haber sido rechazada, se encargó de que la diosa de la venganza lo hechizara, haciendo que Narciso se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente, contemplándola sin respiro y arrojándose a las aguas. En el lugar donde se arrojó, nació una bella flor en su memoria”. Quizá por esto es una de las plantas ornamentales más cultivadas.
Son más las flores asociadas a esta mitología pero hoy nos hemos centrado en estas cuatro. En Quedeflores.com somos unos amantes de las flores por ello, nos gusta conocer estas historias y compartirlas con vosotr@s.


Breves leyendas sobre las flores

El Aciano
Aciano
La reina Luisa de Prusia fué una hermosa dama, de gran valor El emperador Napoleón el Grande invadió su país y se apoderó de él, oprimiendo al pueblo, pero la reina luchó valientemente contra el invasor.
Sin embargo, al fin, el enemigo tomó la capital (Berlín), y la reina, que tras muchas penalidades, pudo escapar con sus hijos, fue a esconderse en un campo cubierto de acianos. Los niños, asustados, empezaron a llorar, Entonces la reina Luisa, temiendo que alguien les oyera y les descubriera, cogió algunas de aquellas florecitas azules y haciendo con ellas coronas y ramas para los pequeños príncipes, logró distraerles de su pena.
Uno de ellos se llamaba Guillermo, y algunos años después derrotó al sobrino de Napoleón. Proclamado primer emperador de Alemania, tomó como símbolo el aciano.
El Crisantemo
Crisantemo
En la Selva Negra (Alemania) vivía un campesino llamado Hermann. La víspera de Navidad, cuando regresaba a su casa, encontró a un niño pequeñito tendido sobre la nieve. Lo tomó en brazos y lo condujo al modesto hogar donde le aguardaban su esposa e hijos, quienes, compadeciéndose del pobre niño, compartieron alegremente con él la humilde cena que tenían preparada para aquella festividad.
El pequeño forastero permaneció toda la noche en la cabaña, y a la mañana siguiente, después de revelar que era el Niño Jesús, desapareció. Cuando volvió a pasar Hermann por el lugar donde había encontrado al Niño, vio que habían nacido entre la nieve unas flores hermosísimas. Cogiendo un buen puñado de ellas las llevó a su esposa, quien les dio el nombre de crisantemos, esto es, flores de Cristo, o más propiamente, «flores de oro». Y en lo sucesivo, toda Noche Buena, en memoria del pequeño visitante. Hermann y los suyos daban a algún niño pobre parte de la cena.
La Anémora
Anémona
Existía en antiguos tiempos la Ninfa de las Flores, cuyo nombre era Cloris y a su jardín solía acudir el Espíritu del Viento de Occidente, Céfiro, enamorado de ella. Vivían en el jardín de la Ninfa de las Flores otras muchas hermosas ninfas, y, entre ellas, una jovencita llamada Anémona. Un día Céfiro, demostrando poca afición por Cloris, comenzó a cortejar a la gentil Anémona. Celosa e irritada aquélla, arrojó a Anémona de su jardín, para que pereciera en los bosques salvajes. Afortunadamente cruzó un día por ellos Céfiro, y viendo a la pobre Anémona moribunda, la convirtió en la blanca y graciosa flor que crece al pie de los árboles cuando florece la primavera.
La Rosa de Jericó
Rosa de Jericó
La rosa de Jericó, se conoce también con el nombre de «flor de la Resurrección», pues se le atribuye la propiedad de morir y volver después a la vida. Su origen tiene una hermosa leyenda.
Se dice que en aquellos días en que José y María huyeron de Belén con el Niño Jesús, para salvarle de la degollación de los inocentes, ordenada por el rey Herodes, la Sagrada Familia atravesó las llanuras de Jericó Cuando la Virgen bajó del asno que montaba, esta florecilla brotó a sus pies, para saludar al Salvador, a quien María llebava en brazos.
Durante la vida del Salvador en la tierra, la rosa de Jericó siguió flore¬ciendo, pero cuando expiró en la cruz, todas estas rosas se secaron y murieron al mismo tiempo que Él. Sin embargo, tres días después, Cristo resucitó, y las rosas de Jericó volvieron a la vida, brotando y floreciendo sobre la llanura, como señal de la alegría de la tierra pol¬la resurrección de Jesús.

Fuente: quedeflores.com

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