El contraste no es guerra, es equilibrio.
No se trata de luz contra sombra, sino de la danza entre ambas. El día necesita la noche para existir, el silencio le da valor al sonido, la duda es el preámbulo de la certeza. Nos enseñaron a ver los opuestos como enemigos, pero en realidad son mitades de un todo.
En nosotros coexisten la calma y la furia, la ternura y la firmeza, la razón y el instinto. No eres solo tu lado claro, ni solo tu lado oscuro. Eres la fusión de ambos, el contraste que da profundidad a tu historia.
Aceptar tu dualidad no es un acto de resignación, es un acto de poder. Porque cuando comprendes que dentro de ti hay tanta luz como sombra, descubres tu equilibrio.
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