«[...] Había tomado la costumbre de dejar la puerta entreabierta para que el olor del aire húmedo otoñal se mezclara con el de los libros. Siempre había pensado que esas dos fragancias iban bien juntas, que los libros y el aire otoñal tenían en común mantas, cómodos sillones y grandes tazas de café o té.
Katarina Bivald
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