EL PUCARÄ DE TILCARA, TESTIGO DE LA CONQUISTA
A 2400 metros de altura sobre el nivel del mar, en el centro de la Quebrada de Humahuaca, se erige el Pucará de Tilcara. La fortificación de Tilcara fue construida para controlar el tránsito en la Quebrada de Humahuaca. Domina el río Grande desde lo alto de una colina que se eleva en medio del valle, a unos cien metros de alto.
El pucará protegió a los tilcara -una tribu omaguaca- pero no impidió que fuesen conquistados primero por los incas y luego por los españoles. Sus ruinas son el testimonio de aquella historia de dominaciones y forman una de las principales plazas arqueológicas del noroeste.
Ubicado en el corazón de la Quebrada de Humahuaca, el Pucará es uno de los poblados prehispánicos de mayor extensión del norte argentino. Los inicios de su emplazamiento datan entre el siglo XII y XIII d.C.
El momento de mayor densidad poblacional y ampliación de su traza edilicia se produjo durante la dominación incaica de la Quebrada (Siglo XIV al XVI d.C.). A partir de la anexión de esta región al Tawantinsuyu, el Pucará se consolidó como la capital de la provincia incaica: la wamani de Humahuaca.
El rol del Pucará en la Quebrada fue de gran relevancia, no solo como uno de los centros administrativos y políticos del Imperio. Hasta el momento se contabilizaron más de cincuenta talleres en los que se producían artesanías de metal y roca, de manera especializada.
Al parecer estas artesanías de uso suntuario, particularmente las confeccionadas en alabastro, ónix y travertino, eran llevadas a otras provincias incaicas. Incluso, algunos objetos hallados en el Pucará de Tilcara presentan similitudes con adornos encontrados en el Cuzco y Machu Picchu.
Estas similitudes demuestran el interés que tuvo el Estado en generar en la Quebrada, a más de 1700 km de la capital del Imperio, un centro productivo de gran especialización, quizás por la disponibilidad de fuentes de materias primas en la zona y por la destreza de las poblaciones locales quienes debieron adquirir nuevas formas de trabajo artesanal.
Durante el siglo XX se llevaron a cabo varias campañas de excavaciones y restauración. Algunas con tanto celo que se reconstruyeron viviendas y se levantó una pirámide, algo incongruente en medio de las ruinas. Sin embargo, la visita del pucará es uno de los momentos más intensos durante un viaje por la Quebrada de Humahuaca.
El recorrido se completa con el jardín botánico andino, en la entrada del predio. Es la ocasión de ver una interesante colección de cactus de la región.
Al pie de las fortificaciones, la ciudad actual es una típica postal norteña, con sus calles angostas bordeadas de casas bajas, su iglesia y su placita.
Es un importante centro turístico donde se cruzan turistas de todo el mundo.
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