El camino hacia el Arco Iris para nutrir esa semilla de paz
Cada uno de nosotros es un Arco Iris. Cuando hablamos de reconstruir el Arco Iris hablamos de armonizar los hemisferios derecho e izquierdo, de renovar el flujo de nuestra mente y de la mente que adquiere conocimiento mediante la acción repetida.
El cuerpo sabe lo que le conviene. El cuerpo sabe inhalar y exhalar, y nuestro cerebro medio supervisa estas funciones.
Cuando admitimos la sabiduría innata de nuestro cerebro medio, integramos la sabiduría de la mente trina y ambos hemisferios cerebrales y el sistema límbico desarrollan sus funciones conjuntamente en armonía.
Mi bisabuelo decía "Cuando el Arco Iris se hace visible, es señal de que el espíritu sagrado está firmemente asentado en el cuerpo de los hombres por haberse celebrado las ceremonias y meditaciones de forma correcta."
Cuando al finalizar una ceremonia no se observa el Arco Iris, ello significa que de algún modo no se ha completado en nosotros la conexión entre la derecha y la izquierda, entre la madre y el padre, entre la luna y el sol.
Podemos completarla reverenciando la belleza de nuestra naturaleza materna si portamos cuerpo de hombre o de nuestra naturaleza paterna si portamos cuerpo de mujer.
Todo lo que somos, todas las formas, poseen en su interior la energía de la madre y del padre, la semilla del Arco Iris.
La semilla del Arco Iris, al seguir la senda de la belleza trae la paz. Y para nutrir esa semilla de paz, hemos de sustentarnos los unos a los otros.
Dhyani Ywahoo
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