Esta sed de vida no para. Sueño y en mis sueños también fracaso, se me enredan los pies en un fango espeso y verde, incapaz de avanzar con los pasos tan pesados.
—La vida no es sufrimiento—, me dicen tantas veces, como si no supiera de antemano esa verdad tan subjetiva. Cierro los ojos mientras cesan aquellos colapsos. Las palabras de los otros jamás me consolaron, les escuchaba, pero yo tenía que hilvanarme en aislamiento, llevarme en soledad ante la vida; como un pez encallado en la orilla de un río que se impulsa sobre piedras con su propia cola, con las branquias casi secas y con la poca energía que le queda para volver al agua. Siempre vuelvo: estas letras lo confirman.
Ann Everestt
Ilustración By Julene
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