Cuando uno tiene que decir adiós;
nunca vuelve a ser el mismo.
El tiempo se detiene y toma un nuevo significado.
Cuando no tenemos la elección y simplemente debemos despedirnos, es como volver a nacer, aprender a amar y llorar con la misma intensidad.
Sentir cómo en la profundidad del ser nos arrancan un trozo de espíritu, de intenciones y motivos.
La vida deja de significar lo que algún día fue...
Quiero invitarte a que te permitas experimentar el dolor, que éste jamás será demasiado grande, sabrá ser solo lo suficiente.
Cuando todas tus fuerzas decaen y piensas que todo ha terminado, en realidad te invita a recomenzar.
A vivir la maravillosa oportunidad de vida que está en tus manos.
Perdonar y perdonarse, ser intenso en cada acto y entender que no hay un mañana, solo es hoy y se debe abrazar, sentir, experimentar, vivir.
Realmente vivir.
Llegará el momento de volver a a casa, evolucionados, luminosos y etéreos.
Llegará el momento de abrazar de nuevo a quien partió, a quien nos dejó, a quien nos lastimó y agradecerle profundamente las lecciones aprendidas.
Llegará el momento de la sabiduría, del entendimiento y la aceptación.
Porque todo es un ciclo continuo, indescriptible y deslumbrante.
Te invito a continuar, a que cada fibra que en ti habite se permita experimentar el dolor y en esa transición tu corazón se convierta en una fuente de amor infinito.
Amor que se expande sin miedos y que se prepara para algún día, volver a casa, al lado de quienes amamos, nos amó y jamás olvidaremos.
A decir entrañablemente solo un "Hasta pronto".
Autor: Kok Uhga
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