Todos los árboles tienen bajo tierra una versión primitiva de sí mismos. Allí el venerable árbol alberga un “árbol oculto “formado por raíces vitales que beben de aguas subterráneas. El alma oculta de ese árbol hace ascender su energía desde esa red de raíces hacia arriba, de forma que su verdadera naturaleza, exuberante y sabia, florece sobre la tierra.
Ocurre igual con la vida de una mujer. Igual que el árbol, la parte que está sobre la tierra puede lucir espectacular o abatida, pero su apariencia no importa; bajo tierra hay una “mujer oculta “que cuida la chispa dorada, esa energía brillante, esa fuente emocional que nunca se agota.
El propósito de esa “mujer oculta” es impulsar ese espíritu esencial para la vida hacia arriba, al otro lado de la tierra, para que alimente el yo exterior y el mundo que lo rodea. Sus momentos de expansión y reinvención dependen de este ciclo.”
Clarissa Pinkola Estés,
“El baile de las mujeres sabias”(2007)
Ilustración: Nelly Stemova
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