domingo, 5 de mayo de 2024

Todos hemos comprobado la capacidad 
que tiene el cariño de otra persona 
para derretir nuestra coraza. 

Cuando nos sentimos alterados 
suele suceder que no somos capaces 
de derretirnos y llorar hasta que hay 
otra persona con el cariño suficiente 
para escucharnos o para darnos un abrazo. 

Cuando alguien nos dice, 
como recomienda Thich Nhat Hanh, 
«Cariño, aprecio tu sufrimiento», 
comienza entonces 
una sanación profunda.

Podemos estar muy dispuestos 
a ofrecer a los demás este cariño, 
pero también podemos aprender
a ofrecernos a nosotros mismos 
una atención delicada como ésta. 

Con la misma ternura 
con que podríamos acariciar 
la mejilla de un niño dormido, 
podemos ponernos suavemente
una mano en nuestra propia mejilla 
o en el corazón. 

Podemos consolarnos 
con palabras de bondad 
y de comprensión.

Al principio puede parecernos 
raro y extraño ofrecernos 
a nosotros mismos un cariño así... 

A veces, ampliar la compasión
hasta nosotros mismos de esta manera 
resulta francamente incómodo. 

Puede desencadenar 
una sensación de vergüenza 
por estar tan faltos 
de cariño y no merecerlo;
vergüenza por ser demasiado 
tolerantes con nosotros mismos. 

Pero este acto revolucionario 
de tratarnos a nosotros mismos 
con ternura puede empezar a desmontar 
los mensajes de aversión de toda una vida.

Tara Brach
Aceptación Radical
Ilustradora Bea Müller 

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