lunes, 23 de junio de 2025

En alguna parte de tu árbol genealógico hay personas como estas de las que voy a hablarte. Tú has heredado cosas de ellas. Aunque no las conocieras ni nunca las hayas visto, las ancianas, tus sabias antepasadas, están ahí. Todos venimos de un largo linaje de personas que se han convertido en faroles encendidos que se balancean en la oscuridad, iluminando su camino y el de otros. Y lo han conseguido con un «No me voy a rendir», con un imperioso «Quítate de mi camino», con un profético «Vale, esperaré hasta que no me veas», con un sabio «Para encontrar la salida, voy a ser como el agua y escapar por la grieta más pequeña» o con un sereno «Agacho la cabeza y sigo avanzando, un pie delante del otro, hasta llegar a mi destino».
Sus luces se mecen en la oscuridad, en nuestro interior, porque con un simple palito podemos encender nuestros fuegos a partir de los suyos e inspirarnos en lo que les inspiró a ellas. Lo hemos heredado. Y podemos aprender a balancear nuestras luces en la oscuridad también. Una mujer con esa luz no puede encontrar su camino con la ayuda de una vela o de las estrellas; no puede permitirse no proyectar su luz para iluminar a otras también.

-Clarissa Pinkola Estés

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