«[...] Por último, mi querido Lou, la vieja, profunda y sincera súplica: ¡conviértete en el ser que eres! Primero, uno tiene la dificultad de emanciparse de las propias cadenas y, en última instancia, ¡uno tiene que emanciparse también de esta emancipación! Cada uno de nosotros tiene que sufrir, aunque de maneras muy diferentes, por la enfermedad de la cadena, incluso después de haberlas roto.
En cariñosa devoción a tu destino, porque en ti amo también mis esperanzas.»
Extracto de la carta de Nietzsche a Lou Salomé
Naumburgo, finales de agosto de 1882
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