Dijo una vez Marguerite Yourcenar: "No pienso tanto en la vejez. Nunca creí que la edad fuera un criterio. No me sentía particularmente joven hace cincuenta años, ni me siento vieja hoy. Mi edad cambia de hora en hora. En los momentos de cansancio tengo diez siglos, en los de trabajo, cuarenta años, y en el jardín, con mi perro, siento que tengo cuatro. La edad no es un número, es un estado del alma que cambia con cada instante de la vida."
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