Somos prisioneros de nuestras palabras, pero más prisioneros somos de nuestros silencios.
Todo aquello que no te dije, aquello que me guardé para no hacer daño, las palabras que tanto tiempo llevan comiéndome por dentro.
Los reproches y los lo siento no dichos, esos que te van consumiendo, desgastando.
En realidad, ya no sé si me encerraste o fuí yo quien tiró la llave, quizá eso ya no importe, o quizá sí.
Solo sé, que no sé nada, y que no quiero por mas tiempo, sentirme aquí, encerrada.
Hoy, solo siento que soy prisionera de unas palabras, que decidí no decir y un silencio, que no elegí.
Porque recuerda que, siempre, seremos prisioneros de nuestras palabras, pero más prisioneros seremos de nuestros silencios.
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