Un día te vas a dar cuenta que en los momentos culmines de tu vida, esos que te marcan a fuego, siempre elegiste, de manera consciente o no, pero elegiste. Nos pasan cosas fuertes a todos, algunas en las que no estábamos preparados para la tormenta, otras que las veíamos venir como una ola gigante y nos quedamos muy quietos para dejar que nos tape. De uno depende qué hacer con eso que nos pasa, de nadie mas, por eso nos causa tanto miedo. Cuando nos sentimos bien, una luz se enciende delante para poder vislumbrar el camino a seguir y también ansiamos con todas nuestras fuerzas dejar atrás lo que nos hiere, anhelar convertirnos en nuestra mejor versión. ¿Pero qué sucede en esas épocas en las que no estamos bien con nosotros mismos? Creo que es en esos momentos cuando más tenemos que estar atentos a no lastimarnos, en no convertirnos en nuestros propios verdugos. La vida a todos nos zamarrea un poco, están los que dejan que cada experiencia les otorgue un aprendizaje y están los que se transforman en victimas eternas. ¿Quién no estuvo alguna vez en alguno de esos dos bandos? Pero un buen día, de esos que tampoco se olvidan, te rebelas contra todos esos condicionamientos que te atan, te soltas y te permitís caer porque entendes que por mucho tiempo estuviste agarrado de todo lo que conocías y no te hacía bien, por el terror que te daba el cambiar de página y escribirte de nuevo. Hoy sé que te animaste a soltarte y ver qué pasa, a madurar, a hacerte responsable de los errores que cometiste porque está bien, sos humano. "Me voy a las profundidades, mira mientras me zambullo, jamás tocaré el fondo"....quiero ver qué hay dentro de mi misma, bucear en mi mar interior, intentar rescatarme del olvido porque tengo en claro que nunca voy a tocar fondo y si eso alguna vez me fuese ocurrir, lo utilizaré para darme el envión necesario para llegar alto y llorar de felicidad por no haberme dejado sola nunca más...
Natalia Lewitan
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