Es curioso como, al final, te adaptas a las circunstancias. Sacas ese lado tuyo que ni tu misma conocías. Claro, no te queda otra... Convives con lo que sientes. O con lo que has dejado de sentir. Convives con silencios. Con recuerdos. O con la rabia y la frustración. Cuando ya no puedes ir en contra de tu realidad. Cuando lo único y lo más difícil que has de hacer es aceptar.
La vida no nos deja vivir a medias. Nos exprime. Nos pone al límite. No nos avisa de esa última vez. Tampoco de cual será la primera de muchas. Y que al doblar esa esquina llega un poco de luz. No lo sabes. No sabes cuando va a cambiar todo. Sólo nos coloca en el abismo. Temblando. Llena de miedo y de incertidumbre. Y, o te haces fuerte o te haces pequeña.
El futuro no es como lo imaginaste pero no hay más salida que seguir respirando. Curando. Aceptando. Fluyendo con esta realidad que me han impuesto. Que ni la quiero ni me gusta. Ni aceptaré. Pero la negación no hace que esta situación termine, sólo hace más largo todo esto. Solo crea más ansiedad.
No te quedes en la oscuridad.
Acepta. Sal y Respira!!
Alarga la mano y llama.
Tienes que volver a encontrarte.
Leído por ahí
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