Cuenta una antigua leyenda que en un lejano país de Oriente una bella princesa se enamoró de un pobre maestro de escuela. El muchacho tenia el don de trasmitir la sabiduría a través de la palabra y juntos pasaban horas hablando de todo lo que pueda inquietar a una mente despierta como la que poseía la princesa.
Pero aveces la inteligencia no es admirada por lo que carecen de ella, sino más bien despierta la envidia de los tontos, y un triste día la noticia le llegó al rey, que airado mandó a desterrar al joven maestro.
Fue así que la dulce princesa llena de tristeza se volvió un ser duro y áspero como la corteza de un árbol, brotando continuamente lágrimas tan agrias, que bajando como ríos de aguas hasta sus pies, fue convirtiéndose en el árbol que todos conocemos como limonero.
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