Eterno romance, José Manuel Martínez Sánchez
Respiro el amor que crece en tu silencio,
flor eterna de luz cuyo aroma me recorre.
Respiro este instante absorto de quietud dichosa.
De pronto aparezco entre universos silenciosos, desaparezco,
y todo nace del fulgor como astros milagrosos: confines de paz
que trascienden los ojos que la buscan, hallando frente a ellos
el encuentro invisible, sin forma y sin tiempo,
de lo unánime.
Mi alma es el aroma del ser que siempre fue. Ahora lo sé.
Siempre lo supe. Siempre fue eterno este romance.
Romance sagrado del ser fundiéndose consigo mismo
en medio de esta luz cálida e infinita
que suavemente alumbra la noche.
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