lunes, 11 de enero de 2016
LA ALEGRÍA DE LA SOLEDAD - Jeff Foster
“Estoy tan sola. Sumamente sola”, dijo.
“¡No hay nada que pueda ayudarme!
Ninguna persona. Ninguna sustancia. Ninguna experiencia.
Nada me ofrece más que un breve respiro.
Después, rápidamente, me hundo de nuevo en mi soledad.
Imposible de alcanzar. Imposible de ayudar.
En un diminuto planeta girando en una noche infinita,
Estoy sola. Me siento muy lejos de donde todo lo demás está.
No he sido capaz de borrar este sentimiento.
Ha estado conmigo desde el principio de los tiempos.
Pero después, me permito a mí misma voltear a ver esa desolación.
Me permito no avergonzarme más o asustarme ante mi soledad.
Me permito poseerla, mantenerla cerca.
Me permito gritar a los cuatro vientos:
¡ESTOY SOLA!
¡ESTOY SOLA!
Me permito escuchar el poder en mi propia voz.
Dejo que mi canción reverbere a lo largo y ancho de todo este maldito mundo.
Dejo que todos mis solitarios hermanos y hermanas escuchen:
¡ESTOY SOLA!
¡ESTOY SOLA!
¡ESTOY SOLA!
Y después, en mi soledad, no estoy sola.
En mi desolación, estoy junto con todo el mundo.
Separada, pero nunca aparte.
Dividida, pero indivisible, del sol, del mar, del cielo.
Porque hay dignidad en mi soledad, me doy cuenta.
Está tan viva. Tan presente.
Me mantiene cerca de mi humildad.
Y me recuerda cada milagro.
No. No quiero perder mi soledad.
Quiero estar sola el resto de mis días.
Sola como los océanos. Sola como una supernova.
Ámame, entonces, pero no me despojes de mi soledad!"
Y ella me enseñó mucho acerca del amor.
- Jeff Foster
(Imagen: Vittorio Garatti)
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