lunes, 6 de abril de 2015
Parque Nacional Monte León
Monte León, el primer parque nacional costero de Argentina, nació en el año 2002 como resultado de una activa colaboración entre conservacionistas argentinos y norteamericanos, y de un generoso acto de filantropía por tierras silvestres. Esta estancia ovejera, de unas 66.000 ha, con un frente oceánico que se extiende por más de cuarenta kilómetros sobre en la costa austral atlántica de la Patagonia, al sur del estuario del río Santa Cruz, perteneció durante mucho tiempo a los Braun, una de las familias de terratenientes y estancieros más prominentes en la historia de la Patagonia, pero la Administración Nacional de Parques argentina tenía interés en ella por su vida silvestre y valores paisajísticos. Años de negociaciones esporádicas con la familia Braun, sin embargo, no habían producido avances para la creación de un nuevo parque nacional.
Cuando el Dr. Francisco Erize, ex director de la Administración Nacional de Parques de Argentina, recomendó el proyecto a Kris y Doug Tompkins, Conservación Patagónica se involucró en el esfuerzo. Conservación Patagónica, una organización benéfica pública dirigida por Kris Tompkins, aportó los fondos a una ONG argentina, Fundación Vida Silvestre Argentina, para adquirir formalmente la propiedad el año 2000 y transferir el título a la Administración Nacional de Parques. (Una fuente clave del financiamiento para esta adquisición provino de Kris Tompkins a título personal).
Un factor que complicaba era que la propiedad debía ser formalmente traspasada de la jurisdicción provincial a la federal para establecer un parque nacional. Esto requería la aprobación unánime de la legislatura provincial, algo no fácil de conseguir en zonas rurales, donde a menudo hay resquemores frente al poder federal. Finalmente se aprobó esta cesión, se compraron las tierras y se las transfirió a la propiedad pública, y un equipo de funcionarios públicos y conservacionistas trazó un plan maestro para el nuevo parque.
A lo largo de la costa, Monte León alberga vastas colonias de aves—incluyendo pingüinos magallánicos—y de mamíferos marinos. Las ballenas francas australes se desplazan por estas costas en sus migraciones anuales. Tierra adentro, el paisaje es de pastizal árido, típico de la estepa patagónica. Su vida silvestre se caracteriza por especies como el guanaco, el puma, el ñandú, el zorro gris, y varios pequeños mamíferos y aves. Después de décadas del pastoreo intensivo del ganado doméstico, los pastizales se están recuperando bien. Por ser un parque nacional, este paisaje espectacular va a seguir recuperando su carácter salvaje y ofrecerá permanentemente a los visitantes una experiencia similar a la que tuvo Charles Darwin cuando exploró el área en 1834, junto con la tripulación de HMS Beagle.
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