martes, 13 de julio de 2010
La autoindagación - La respuesta está en nosotros mismos Ana M. Desirello
Todas las personas buscamos la felicidad, queremos sentirnos bien física y emocionalmente, y este deseo es más frecuente a fines y comienzos de año cuando se realizan los balances para ver cómo nos fue y en qué podemos mejorar.
Para el Yoga esto es muy importante, pero para poder alcanzar las metas que nos planteamos debe haber condiciones y medios útiles. El progreso exterior tiene que ir de la mano del interior para que podamos ser felices. Hay que buscar en la intimidad, en la mente y en nuestro corazón.
El Yoga brinda técnicas para encontrar la propia felicidad interior, la autoindagación es una de ellas porque permite ahondar en la propia naturaleza y encontrar la parte más genuina de una misma. Abandonar un poco lo superfluo que nos rodea y comenzar a conocernos para poder conseguir todo lo que queramos.
Hay que tomar conciencia de una misma para que la autoindagación nos de la posibilidad de descubrirnos, para que amplíe la perceptividad, facilite la autovigilancia y el autoconocimiento, y nos traslade a los planos más profundos de nuestro ser. La respuesta está en cada una y para eso hay que indagar en nuestro cuerpo, en nuestras emociones, en nuestra mente y en nuestro Yo. Hay que oír la voz del Yo.
Podemos tomar conocimiento de nuestras reacciones y emociones y preguntarnos por qué las tenemos, si son necesarias en determinadas circunstancias o personas. Hay que dejarlas de lado, liberarse de ellas. ¿Por qué sentimos miedo? ¿Por qué nos interesa tanto la aprobación de los demás? ¿Por qué uno cambia tanto el estado anímico en un mismo día? Los pensamientos y vivencias, tampoco pueden ser ajenos a este ejercicio, debemos cuestionarnos qué son y cómo surgen.
La autoindagación más elevada es la que se dirige hacia la propia base o naturaleza del individuo, es decir, hacia el Yo. Al observarnos, tomar conciencia de una misma e indagarnos nos damos cuenta lo cambiante y transitorio de las emociones y los pensamientos. Nada es permanente, ni siquiera nuestro cuerpo, por eso se entremezclan todo tipo de sensaciones y de recuerdos. Pero como todo es transitorio, somos siempre la misma persona pero a la vez diferentes. Algo permanece pero lo demás varía y hay que preguntarse por el propio Yo, por lo que no se muta. ¿Quién soy yo en realidad? Hay que desidentificarlo, distanciarse, ser espectador para que prevalezca todo lo demás, para comprender que desde su plano de superioridad somos libres.
Para que puedas llevar a la práctica la autoindagación podés adoptar la postura de meditación, relajarte, pausar la respiración y seleccionar tu flor preferida. Tenés que dejar de lado todo tipo de pensamientos y visualizar mentalmente la flor. Sólo verla en toda su totalidad y no hacer más que esto. Centrarte cada vez más en ella, concentrándote, sin distraerte. A medida que vayas mejorando el ejercicio, que dura entre 10 y 15 minutos, podés imaginarte la flor con colores diferentes y hasta cambiarla por otra.
No hay que olvidar que la conquista de la mente es una cuestión de entrenamiento metódico y continuado. Y para conseguir la felicidad que ansiás es necesario tener la mente y el físico unidos en plena armonía.
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