jueves, 15 de julio de 2010
Karma-Yoga. Te permite disfrutar el hoy Ana M. Desirello
Vivimos en permanente acción y movimiento, pero estamos pendientes de los resultados que conllevan y no nos permitimos disfrutar el proceso porque siempre pensamos en el futuro, en lo que vendrá.
El karma es acción. La acción por sí misma que no es un fin sino un medio, hay que aprender a ejercerla correctamente para lograr la autorrealización, la trascendencia, el YO. A esto quiere llegar el Karma-Yoga, proporcionando actitudes adecuadas en una acción desinteresada y consciente, aprovechando cualquier actividad para avanzar de nivel y convirtiendo los obstáculos en impulso de progreso, de crecimiento. Pero para ello, hay que realizar un trabajo interior y renunciar a los resultados, porque la base fundamental es proceder por amor a la obra. Es de suma importancia la actitud interna porque la actividad llevada a cabo de manera adecuada puede convertirse en medio de integración psicológica y desarrollo interior.
Lo primordial es la actitud, enfrentar el dolor con una forma correcta para aprovechar la energía que resulta de ese sufrimiento, porque si es negativa cuando hay infortunios se le agrega a la vida un nuevo dolor sobre el dolor mismo. En cambio la cualidad yóguica saca provecho de esos acontecimientos para adquirir un nuevo conocimiento, fortalecimiento y una visión de la vida mucho más exacta. Esto sucede porque aprende a mirar las cosas realmente como son, viviendo solamente el instante. Para eso debés estar centrada en la consciencia de tu mundo interior, estar en equilibrio.
¿Cómo lográs esto? Por medio de un doble entrenamiento, a través de la meditación y de la vida cotidiana. Si ejercitás ambas a la vez podés cambiar la consciencia vieja por la nueva y pasar de nivel.
Como la acción es instrumento liberatorio, cualquier acción es en sí misma trascendente e importante cuando es utilizada como medio de integración y crecimiento interior.
El karma-yogui debe aprender a amar, cultivar el amor expansivo, aquél que se proyecta hacia todas partes. Pero no se identifica mecánicamente porque sino se pierde a sí mismo y se convierte en el objeto de identificación. Y es uno de los yogas que permite ganar el Sí-Mismo en la medida en que se va disolviendo el ego. También aprende a cuidar el mundo que le rodea, las personas y el ambiente, es decir, halla relaciones armónicas con su medio y con todas las personas que conoce.
La ley del karma-yoga es ser siempre uno mismo. Entonces, todo se ejecuta con una energía renovada y trascendente lográndose la apertura de orden superior para reducir el ego y conquistar nuestro Yo. Para eso debemos tener en claro cuál es nuestra meta interior, nuestro objetivo espiritual para que todo se ponga al servicio de esa búsqueda.
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