viernes, 16 de abril de 2010
La liebre y el tigre
Que gran decepción tenía el joven de esta historia, su amargura
absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportan casi
todas las personas, al parecer, ya a nadie le importaba nadie.
Un día dando un paseo por el monte, vio sorprendido que una pequeña
liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido, el cual no
podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto al ver este hecho,
que regresó al siguiente día para ver si el comportamiento de la
liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa pudo comprobar que
la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca
del tigre.
Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta
que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su
propia cuenta.
Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se
dijo:
"¡No todo está perdido!. Si los animales, que son inferiores a
nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos
las personas".
Y decidió hacer la experiencia: Se tiró al suelo, simulando que
estaba herido, y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara.
Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda.
Estuvo así durante todo el otro día, ya estaba a punto de
levantarse, mucho más decepcionado que cuando comenzamos a leer esta
historia, con la convicción de que la humanidad no tenía el menor
remedio.
Sintió dentro de sí:
La desesperación del hambriento,
La soledad del enfermo,
La tristeza del abandono.
Su corazón estaba devastado, casi no sentía deseos de levantarse,
entonces allí, en ese instante, lo oyó…
¡Con qué claridad, qué hermoso!, una melodiosa voz, muy dentro de él
le dijo:
"Si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que todo
ha valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad, para
encontrar a tus semejantes como hermanos… DEJA DE HACER DE TIGRE
Y SIMPLEMENTE SÉ LA LIEBRE".
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