martes, 20 de abril de 2010
Angeles en el callejón
Ana, una joven estudiante cristiana de la universidad, estaba en
casa por el verano. Fue a visitar algunos amigos en la noche y por
quedarse platicando se le hizo muy tarde, más de lo que había
planeado, así que tuvo que caminar sola a su casa. No tenía miedo
porque vivía en una ciudad pequeña y vivía a solo unas cuantas
cuadras del lugar. Mientras caminaba a su casa oró a Dios que la
mantuviera salvada de cualquier mal o peligro.
Cuando llegó al callejón que le servía como atajo para llegar más
pronto a su casa decidió tomarlo, sin embargo cuando iba a la mitad,
notó a un hombre parado al final del callejón y se veía como que
estaba esperando por ella.
Ana se puso nerviosa y empezó a rezar a Dios por protección. Al
instante un sentimiento de tranquilidad y seguridad la
envolvió, sintió como si alguien estuviera caminando con ella; llegó
al final del callejón y caminó justo enfrente del hombre
y llegó bien a su casa.
Al siguiente día, leyó en el periódico que una joven había sido
violada en aquel mismo callejón unos 20 minutos después de que ella
había pasado por ahí.
La joven dio gracias a Dios por haberla cuidado y le rogó que
ayudara a la otra joven. Decidió ir a la estación de policía, pensó
que podría reconocer al hombre y les dijo su historia. El policía le
preguntó si estaría dispuesta a identificar al hombre que vio la
noche anterior en el callejón, ella accedió y sin dudar reconoció al
hombre en cuestión. Cuando el hombre supo que había sido
identificado, se rindio y confeso.
El policía agradeció a Ana por su valentía y le preguntó si había
algo que pudieran hacer por ella, y ella le pidió que le
preguntaran al hombre porque no la atacó a ella cuando pasó por el
mismo callejón; cuando el policía le preguntó al hombre él
contestó: "Porque ella no estaba sola, habían dos hombres altos
caminando uno a cada lado de ella".
Así que… ¡¡¡NO SUBESTIMES EL PODER DE UNA ORACIÓN!!!
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