viernes, 26 de marzo de 2010
VIVIR EN LA CONFIANZA DE UNA MARIPOSA
Para que nazca algo nuevo, siempre habrá algo que necesite morir. Esa muerte es la posibilidad de un cambio, no es término ni final, sino inicio de una nueva creación, de una nueva belleza.
Comprender este principio de vida en que se considera la muerte como parte de ella, es uno de los fundamentos de esta nueva conciencia que estamos conquistando. Esta conciencia es flexible porque se sustenta en una nueva manifestación energética, una sin definiciones y que permite el cambio permanente como factor de creación. La muerte es cambio, y no sólo me refiero a la muerte física que conocemos y a la que muchas veces tanto tememos por aferrarnos a la ilusión de la realidad como si fuera lo único que tenemos en nuestra existencia. La muerte es algo permanente, seamos o no conscientes de ello. La muerte se manifiesta en cada instante de nuestra vidas, pero nos resistimos a sentirla porque nos confronta con nuestras dependencias y nuestras creencias sobre cómo debe ser la vida.
Nuestra conciencia primordial no es temerosa, es una conciencia que cree en la vida y en la naturaleza y que se entrega a ella. Sin embargo, tras miles de años de historia, la humanidad ha ido velando esta claridad para pretender controlar los fenómenos a su alrededor y con esto, creer que los sucesos que nos toca vivir son determinados por fuerzas externas a nuestra voluntad. El miedo a fluir y a ser en libertad se apoderó de nuestras mentes y de nuestro corazón para dar paso a una conciencia limitada y desempoderada, pero principalmente sin confianza. Sin confianza ante la creación de la que somos parte como un brote más. Nos alejamos de nuestra esencia, de nuestra naturaleza, por creer que corríamos algún riesgo, que algo nos amenazaba. Nos inundó el miedo y comenzamos a sobrevivir más que a vivir. Aun sobrevivimos intentando controlar nuestro futuro, incluso al imaginarlo como algo hermoso y positivo. La proyección muchas veces nace de esa misma necesidad de saber qué vendrá. Pedimos paz, pedimos amor, pedimos armonía, justicia, solidaridad, abundancia, etc., pero siempre desde la ilusoria tranquilidad que nos puede otorgar el control. La nueva conciencia, la nueva energía, no se mueve con los mismos parámetros a los que estamos acostumbrados. La nueva conciencia apela a la valentía de ser plenos ahora ya, en este instante. Si logramos conectar con la confianza de que todo está en orden, de que todo fluye armónicamente si dejamos que la energía transite su camino sin pretender detenerla con nuestras creencias y miedos, estaremos creando algo magnífico, inimaginable. De esta manera, nuestros juicios incluso sobre qué es el amor, la paz o la armonía, desaparecerán. Daremos paso a algo nunca antes vivido, por lo que no podemos ni siquiera darle una forma determinada. ¡Enhorabuena! La mente humana necesita volver a ser un instrumento más que el ente gobernante, para dar paso al corazón, uno que no juzga ni teme, y que incluso considera la parte más oscura de sí mismo como una experiencia hermosa y nutritiva, porque comprende, porque sentientiende que este juego lo creamos todos, que no hay casualidades y que somos uno manifestado en particularidades. Sólo el miedo nos puede llevar a la destrucción, sólo el control nos instala en un escenario catastrófico…, si en algo queremos aportar a esta hermosa conciencia que nos cobija llamada Gaia, cuyo cuerpo es nuestro planeta, lo podemos hacer confiando en ella como una entidad despierta. Ella está cambiando, se está permitiendo morir para dar paso a algo nuevo, a un nuevo viaje al cual nos invita, pero sólo estarán con ella quienes abran su corazón y no le teman más al cambio.
El cambio interior dará paso a este cambio exterior. Nuestro corazón limpio aportará lo necesario para que la Tierra nazca nuevamente. Tú estás muriendo a cada instante, todo en la vida tiene un término que da paso a un nacimiento, cada segundo es una nueva vida.
Esa conciencia primordial en confianza es el estado del que nos privamos por querer saber con la mente, más que sentir qué es la vida. En la naturaleza, todo animal, toda planta, toda roca, todo es una conciencia de vida, aunque nosotros no lo sintamos todavía. Ellos están en este viaje al igual que nosotros, pero con la diferencia de que su conciencia es pura y por eso pueden fluir y navegar en la corriente de una energía que no se detiene. La extinción, la muerte de especies no responde más que al cambio para que nuevas formas ser manifiesten. Y en este reino de confianza nos podemos referir al vuelo casi sin forma y errático de una mariposa, que casi parece que no sabe volar, porque creemos saber cómo se debe volar. La vida de la mariposa es igual que su vuelo, aparentemente errático, indefinido, extraño, casi sin objetivo claro porque su vuelo final no dura más que unos días. Ella es una maestra del no miedo, de la confianza ante la vida, de la muerte permanente porque no le teme al cambio. Y nosotros nos estamos dando la oportunidad de volar de la misma manera, porque quisimos que un cambio mayor se manifestara, pero ahora estamos aterrados ante los sucesos externos, ante lo que “sufre” el planeta… ¿y cómo “sufre” la mariposa en su corta existencia? De larva que se arrastra a un capullo que la aprisiona…, y todo esto para un vuelo de cortos días. Si leemos sin juicio lo que la vida nos muestra día a día, desde la vida de una mariposa hasta las catástrofes más dolorosas, podremos ver en ello los colores y la belleza de algo nunca antes considerado por nuestro corazón temeroso…, una nueva conciencia que está dando paso a una nueva forma, una sin apariencia conocida. Y no se trata de sentarse a ver qué pasa afuera, sino de que brilles en tu interior con mayor fuerza, en confianza y sin miedo a brillar. Esa luz se entrega al proceso, pero no controla…
Somos hijos de nuestras decisiones, y la “primera” que tomamos es estar aquí en estos tiempos, por lo tanto honremos a quienes nos dieron su lugar, y entreguémonos a esa conciencia primordial de confianza. No más miedo a lo que vendrá porque nadie lo conoce, y mientras más queramos darle una forma determinada por el juicio de lo que es bueno o malo, más limitamos la manifestación de los prodigios que somos capaces de crear.
El futuro no existe y nadie puede si quiera controlarlo. Sólo hay posibles futuros que nacen de nuestro estado interno actual. Si estamos en miedo y en lucha, eso crearemos, si estamos en confianza y en amor, eso se manifestará…, porque somos nosotros los dueños de nuestro destino, somos magos y maestros. ¿Te atreves a creer en eso? ¿Te atreves a creer que para la energía universal de amor, no hay bueno ni malo, sino sólo experiencias? ¿Te atreves a creer que todo está bien en ti en este preciso momento en que lees? ¿Te atreves a creer que todo está en orden? ¿Te atreves a creer que todo el futuro está en tu interior, y que será hermoso en la medida en que más vivas y disfrutes de tu presente? ¿Te atreves a morir a las creencias sociales para dar paso a tus propias respuestas? ¿Te atreves a ver tu oscuridad sin juicios, y reconocer la luz que brilla en ella? ¿Te atreves a despertar del sueño? ¿Te atreves a ver a Dios en tus ojos? ¿Te atreves a ser el maestro de tu vida y dejar de preguntar a los demás cómo se deben hacer las cosas para lograr la felicidad? ¿Te atreves a dejar de temer producto de lo que sucede en el mundo? ¿Te atreves a volar como te salga, sin forma alguna? ¿Te atreves a ser libre?
Honra tus respuestas si son honestas. Un sí o un no, pero dichos con verdad, son el primer paso para tu libertad.
ROBERTO CABRERA
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