miércoles, 13 de enero de 2010
Los gatos de Hemingway
Los gatos de seis dedos de Hemingway seguirán habitando su casa
Nadie ha sido capaz de encarnar el gran mito del escritor en el siglo XX como Ernest Hemingway, y en estas épocas de correrías pamplonicas no está de más dedicarle un recuerdo. Soldado, viajero, escritor, periodista, intelectual comprometido, vividor, aventurero, alcohólico, suicida. Hemingway es tanto el vitalismo arrollador como la agonía insuperable. Poco hombres habrán sabido dejar tras de sí una huella tan profunda: todos los lugares que visitó tienen una historia que contar sobre él.
Encontramos una de ellas en Cayo Hueso (Florida), en dónde el Nobel habitó junto a su esposa Pauline en los años 30. Cuenta la leyenda que un capitán de navío le regaló a Hemingway un gato de seis dedos llamado Snowball (sí, como el de los Simpson). El gato sufría una peculiar alteración genética conocida como polidactilia que transmitió a sus descendientes.
La casa de Hemingway se convirtió en museo y los gatos de seis dedos han formado parte estructural de ella. Están ahí por ley. Florida ha votado exonerar a la casa de la norma que impide tener a los particulares más de cuatro animales domésticos, suponemos que para evitar la proliferación de coleccionistas locas de gatos, la variante americana del síndrome de Diógenes.
Los gatos de seis dedos de Hemingway no verán por lo tanto perturbada su existencia. La mayoría tiene nombre de artista (Pablo Picasso, Charlie Chaplin, Simone de Beauvoir) y son primorosamente atendidos por los responsables del museo. Todos están castrados, salvo dos machos y dos hembras que aseguran la perpetuación de los gatos de Hemingway y mantienen su número en aproximadamente sesenta.
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