CUANDO TE SIENTAS TRISTE
toca tu tambor te va a recordar el latido del corazón de tu madre.
CUANDO NO ENTIENDAS NADA
Prende el sahumador, el humo de palo santo o copal te purificará el alma .
CUANDO SIENTAS MIEDO
Empapate en la escencia de flores y plantas sagradas, ellas se deshacen de todos los fantasmas.
CUANDO SIENTAS APEGO
Cuentaselo al fuego, el es el maestro de la transformación
CUANDO ESTES ESTANCADO
pregúntale a tu hermana agua, ella te contará cómo el movimiento te regala la fluidez.
CUANDO TU CABEZA NO PARE
presta atención a tu respiracion, la fuerza de tu aliento te traerá de vuelta al momento presente
CUANDO PIERDAS TU CONEXIÓN
Ora con devoción a tu yo superior y el te mostrará el csmino.
CUANDO SIENTAS DESEOS DE MORIR
habla con la tierra, ella sabe de renacimientos.
Pero no te sientas solo que todos tus ancestros están detras de ti
Estás acompañado de un sol que te calienta y protege cada día de tu vida...
Estas amparado por mi, que te doy todo lo que soy...
-Akasha, Gaia, Pachamama, Tonantzin, Madre Tierra, como sea que le llames...

Chakra Plexo Solar (Tercer Chakra)


El tercer chakra se llama Manipura, que significa «gema brillante».

Está ubicado en el ombligo y en el área del plexo solar hasta llegar al esternón, y es una fuente de fuerza personal; también regula la autoestima, la energía del guerrero y el poder de transformación. El chakra Manipura también controla el metabolismo y la digestión.

Cuando te sientes seguro de ti mismo, tienes un fuerte sentido de propósito y te sientes motivado; tu tercer chakra está abierto y saludable. Si tu tercer chakra está desequilibrado, puedes tener una baja autoestima, tener dificultades para tomar decisiones y tal vez tengas problemas para manejar tu ira o controlarte. Su elemento es el fuego y su color el amarillo, brillante como el sol.

Fortalece tu fuego interno

Tener claridad en tus metas, deseos e intenciones te permite avanzar para alcanzarlos. Con cada pequeño paso que das mientras honras la intención más grande ayudas a fortalecer tu tercer chakra. El fuego interior, que se conoce como Tejas en sánscrito, es el mismo fuego en el dosha de la tradición Ayurveda que se conoce como Pitta. Una persona con una constitución Pitta fuerte tiene el impulso interior para ir hacia adelante para alcanzar sus metas.

Sin importar cuál es tu dosha dominante, puedes aprovechar el poder de Manipura para reafirmar tu voluntad de manera sana y lograr cualquier meta que te propongas alcanzar. Si no logras tomar una decisión o estás ante una encrucijada y no estás seguro de qué camino seguir, sigue las corazonadas en tu plexo solar para que te guíe.

Cierra los ojos, coloca la mano sobre el área que está ligeramente por encima del ombligo.
Piensa en el problema o dilema.
Observa cómo se siente tu tercer chakra cuando le das opciones que tienen que ver con el asunto al que te enfrentas. Si sientes preocupación o náuseas, quiere decir que esa decisión es equivocada.
Si tu plexo solar considera que la opción que planteas es correcta, podrás sentir ligereza en esa zona o incluso sentirás como puedes respirar mejor.
Fortalece tu fuego digestivo

El fuego digestivo, llamado Agni, también está presente en el tercer chakra. Para ayudar al chakra Manipura a permanecer abierto y alineado, mantén tu fuego digestivo sano. Sigue estas pautas para tener un Agni más poderoso:

Toma tus bebidas a temperatura ambiente o ligeramente tibias, evita añadir hielo.
Come dos porciones de alimento, midiéndolas con las manos en forma de cuenco, en cada comida para evitar comer en exceso.
Aléjate de las comidas picantes si eres un tipo Pitta.
Bebe pequeños sorbos de agua mientras comes y evita el refresco, el alcohol y el jugo de frutas. Beber muchos líquidos mientras comes tiende a diluir los ácidos digestivos, en tanto que el consumo de alcohol tiende a aumentar el ácido en exceso.
Deja que tu estómago descanse entre comidas. Comer entre comidas e ingerir tentempiés no le da a tu cuerpo tiempo suficiente para reponer el Agni, lo que ocurre cuando el estómago está en reposo.
Mejora la digestión y acelera el metabolismo con la respiración Bhastrika

Como el tercer chakra regula la digestión y el metabolismo, puedes despertar ambos fácilmente con ejercicios de respiración. Asegúrate de que tu estómago no esté lleno antes de comenzar esta secuencia de respiración.

Siéntate cómodamente con la espalda recta y los hombros relajados.
Comienza por hacer unas cuantas respiraciones profundas a través de la nariz, con los labios cerrados.
Luego, inhala con fuerza por la nariz mientras llenas de aire el abdomen y exhala con fuerza también por la nariz mientras presionas el abdomen hacia la columna vertebral.
Usa medio tiempo para la inhalación y medio tiempo para la exhalación a un ritmo acelerado. Sentirás como si estuvieras haciendo abdominales.
Intenta hacer 10 repeticiones y después intenta llegar a 15 o 20. Al terminar, sentirás un hormigueo o sensación de resplandor intenso alrededor del ombligo.
Equilibra el tercer Chakra con asanas, sonidos, colores y gemas

Cualquier postura de yoga que aporte calor a la zona del plexo solar es buena para estimular un tercer chakra perezoso. Algunas de estas poses son Navasana (la pose del barco), Matsyandrasana (la torsión de la columna vertebral sentado) y la pose del guerrero.

El sonido del mantra para el tercer chakra es RAM. Cantar este sonido te ayudará a abrir y alinear este chakra.

Puesto que el color de este chakra es amarillo u oro, cualquier joya que tenga estos colores te ayudará a abrir el área del plexo solar y llevar energía al bazo, hígado, páncreas y estómago. El topacio amarillo, la labradorita dorada y las piedras de ojo de tigre son gemas maravillosas para mejorar tu sentido de poder personal.

Mi abuela una vez...


Mi abuela una vez me dio un consejo:

"En tiempos difíciles, avanzas
en pequeños pasos.
Haz lo que tengas que hacer,
pero poco a poco.
No pienses en el futuro
o en lo que pueda suceder mañana.
Lavar los platos.
Eliminar el polvo.
Escribir una carta.
Hacer una sopa.
¿Lo ves?
Estás avanzando paso a paso.
Dar un paso y detenerse.
Descansar un poco.
Agradecido de estar vivo,
y encontraerse consigo mismo.
Dar otro paso.
Luego otro.
No lo notarás, pero tus pasos crecerán
más y más, mientras algo
se transforma dentro.
Despacio...
Y llegará el momento en que puedas
pensar en el futuro sin llorar."

Elena Mikhalkova

(Imagen de Tasha Tudor, ilustradora estadounidense 1915-2008)
 

Mirarse


Mirando atrás, estoy lleno de gratitud,
mirando hacia adelante, me lleno de visión,
mirando hacia arriba me lleno de fuerza,
mirando dentro, descubro la paz.

jueves, 30 de julio de 2020

Instante, Mario Benedetti

El instante es el cruce de dos tiempos
o el cruce de dos rumbos
o el cruce de dos vidas
un cruce en fin
y sin embargo
en un instante cabe un mundo

LOS TRES CORAZONES DE LA TEJEDORA



Nociones tomadas de “El textil tridimensional” de Elvira Espejo y Denise Arnold

Una tejedora puede concebir la estructura textil con toda su capacidad conceptual, sólo si ha logrado el desarrollo de sus tres personalidades, se refiere a un tipo de conocimiento profundo, ligado al lo que se percibe como los tres corazones de la tejedora.
Esta noción, tiene que ver con la búsqueda de la habilidad de plasmar en su obra no solamente el mundo cotidiano, sino los tres mundos en su totalidad: el de arriba, el de abajo, y el del medio o interior.
Cuando una persona alcanza este logro conceptual en su vida, se dice que es capaz de dominar todo lo que quiera.
Este logro le permite a la tejedora “percibir las cosas de otra forma”, y le da un manejo de la complejidad textil, que es valorado a lo largo de los Andes, y es apreciado en la sociedad.
Es posible que en el pasado, este manejo multidemensional del mundo formara la base de la ciencia y le religión, con aplicaciones en la astronomía y la medición de acontecimientos terrenales y celestiales, ambas ligadas con la esfera productiva.
En la comunidad de los Qeros, en Perú, se piensa que al manipular una estructura con sólo dos capas, se está manejando el espcio, pero todavía de una forma secular. En cambio, al manejar una estructura textil de tres capas, ya se está manejando el espacio y el tiempo en su conjunto, y de una forma sagrada.
Las ideas en torno a la belleza son precisamente aquellas que tratan de lo estructural y de sus significados. No se trata de juegos de colores de luz y brillo que se aplican a la superficie, sino de procesos de aplicación de estos elementos en el interior del textil.
Se habla de “construir “ el textil, desde la estructura de base, y de la forma de construir la persona en el textil.

A las chicas de 13 o 14 años, cuando se les enseña a tejer, se ,es dice: “planifica todo con tu mente, luego consolidas este conocimiento en tu corazón, y con las manos tú lo haces...

miércoles, 29 de julio de 2020

Milan Kundera

Sin saberlo, el hombre compone su vida de acuerdo con las leyes de la belleza aun en los momentos de más profunda desesperación. Por eso no es posible echarle en cara a la novela que esté fascinada por los secretos encuentros de las casualidades, pero es posible echarle en cara al hombre el estar ciego en su vida cotidiana con respecto a tales casualidades y dejar así que su vida pierda la dimensión de la belleza.


Milan Kundera

Será que la canción llegó hasta el sol - Luis Alberto Spinetta



Si el camino surge de la nada,
será que mi canción llego hasta el sol
Si algo te sacude sin sentido
será que la canción llego hasta el sol

La tristeza se va como una luz
todo es armonía a mi alrededor
y esta bien

Alguien va subiendo la colina,
será que la canción llego hasta el sol
Y otro va muy loco, hundido en su mente,
será que la canción llego hasta el sol

Una brisa volara en el amanecer
y un extraño tiempo nos envolverá por fin

Esta noche se oirá dentro de tu piel,
no hay ningún momento que se pueda comparar al amor.

Si se escucha el eco, si el viento dice adiós,
será que la canción llego hasta el sol.

Chakra Esplénico (Segundo Chakra)


Swa significa "lo que es y le pertenece al yo" y Dhisthana "su lugar real". El ‪#‎chakra‬ esplénico está íntimamente relacionado con el del plexo solar. Controla y energetiza el intestino delgado, la parte inferior del intestino grueso y el apéndice, también tiene influencia sobre el sistema nervioso y la temperatura del organismo.


Segundo chakra: Funciones y maneras de activarlo


¿Te has preguntado por qué tus relaciones con los demás no marchan del todo bien, o por qué te cuesta tanto tener buenas ideas?

La respuesta la tiene el segundo de nuestros centros energéticos; y es que de los siete chakras principales, él es el responsable de nuestra vida sentimental, la fuerza vital y la creatividad.

Está relacionado con el deseo, el karma, las emociones, el placer, la sexualidad y la sensualidad, la intimidad, la vida social, los celos y el amor de pareja. Pero también es el encargado del cambio y del movimiento.

Su nombre significa “dulzura”, es conocido también como Svadhisthana, chakra sacro o esplénico, está ubicado dos dedos por debajo del ombligo, y rige la zona sacra, los genitales, las caderas y la zona lumbar.

Su elemento es el agua, su color el anaranjado y se lo representa como una flor de loto de seis pétalos que contiene en su interior una luna roja dentro de un círculo blanco.

Su nota musical es Re, su sentido es el del gusto y su mantra es Vam.

Al segundo chakra se le conoce como “el sagrado”, y su activación estimula la creatividad, la sensualidad y las relaciones.

¿Quieres saber si necesitas activarlo y cómo hacerlo? Estás a un paso de encontrar las respuestas.
Cómo saber si necesitas armonizar el segundo chakra


Además de todo lo que te hemos contado, el chakra esplénico es el que indica la madurez sexual, el que está relacionado con los lazos familiares apasionados, y el que muestra la creatividad.

Solo el primer chakra, el de la energía física y las ganas de vivir, está por debajo de Svadhisthana, y lo cierto es que están relacionados en más de un aspecto.

¿Sientes a menudo temor al cambio, frustración, ansiedad, sensibilidad excesiva o miedo? Si es así, necesitas armonizar el segundo chakra.

También deberás hacerlo si sufres dolor crónico en la parte baja de la espalda, si tienes problemas urinarios, sufres impotencia o frigidez, dificultad para sentir y expresar las emociones, autocontrol excesivo o vergüenza por sentir.

Pero no es todo. El ensimismamiento, la inseguridad, la baja autoestima, el aburrimiento y una libido disminuida también muestran un segundo chakra en desarmonía con el universo.

En cambio, cuando el chakra sacro está armonizado y funcionando correctamente se manifiesta deseo, placer, sexualidad balanceada, creatividad, ética y honor en las relaciones.

Y no solo eso: la extroversión, la seguridad frente a las relaciones, la ilusión por vivir, la satisfacción sexual y la capacidad creativa empiezan a formar parte de tu día a día.
Maneras de activar el segundo chakra


Para activar el segundo chakra, puedes hacerlo de varias maneras: la meditación, el reiki, el yoga, la gemoterapia o la aromaterapia son solo algunas de ellas.

Escoge la que mejor funcione para ti y siente los beneficios de dejar fluir la energía

– Meditación. Los expertos coinciden en ello: la meditación es un factor clave para una vida mucho más armónica y feliz.

Es por eso que practicarla regularmente no solo hará que tus chakras empiecen a estar en armonía sino que vivirás mucho más relajado y en paz contigo mismo mientras tus retos se vuelven mucho más alcanzables.

¿Sabías que para empezar a armonizar tus chakras hay suficiente con 15 – 30 minutos de meditación diaria en estado Alfa?

Más de 90.000 personas ya aprovecharon los beneficios de meditar en Alfa para volverse más creativos, más conscientes de sus decisiones, para desarrollar su intuición… Y en definitiva, para dar un giro a sus vidas.

– Musicoterapia. Los ritmos fluidos, los bailes populares y los bailes en pareja son una manera eficaz de activar el segundo chakra a través de los sonidos.

También es adecuada la música que despierta alegría o cualquier música que haga aflorar tus emociones.

Para tranquilizarlo y armonizarlo, puedes escuchar sonidos de la naturaleza, como el canto de los pájaros o el murmullo del agua ya sea cascadas, lluvia, chapoteos o ríos.

– Reiki. El reiki es otra de las técnicas más utilizadas para armonizar los chakras.

– Cromoterapia. El naranja aclaro activa el segundo chakra. Este color transmite una energía renovadora y libera patrones emocionales entumecidos.
Además, favorece la autoestima y despierta la alegría por el placer sensorial.

– Yoga. La posición del gato resulta ideal para activar el segundo chakra mediante el yoga.
Consiste en estar de pie o a cuatro patas tomando aire profundamente mientras nos encorvamos. Una vez hecho esto, exhalamos levantando el torso y la cabeza hasta estirarnos.

Otro ejercicio ideal sería sentándote en el suelo y doblando ambas piernas hasta que se toquen las plantas de los pies.
Después dobla tu torso hacia ellas y agarra los pies con las dos manos.
Respira tranquilamente y aguanta hasta donde puedas y el tiempo que puedas.

– Gemoterapia. La cornalina o la piedra lunar son dos de las gemas que pueden usarse para activar el segundo chakra.
La primera te ayuda a vivir, favorece la concentración y activa la creatividad; mientras que la piedra lunar te une con tu lado sensible y receptivo, además de absorber los miedos y armonizar el equilibrio emocional.

– Aromaterapia. El Ylang-ylang tiene un efecto relajador y al mismo tiempo te abre a sensaciones sensoriales más sutiles. Además, gracias a su dulce aroma transmite un sentimiento de seguridad desde el que volverás a confiarte al flujo de tus sentimientos.
Las emociones estancadas o excitadas se arrastran y disuelven.

Con el sándalo, en cambio, estarás enfocándote más en la unión de pareja. También estimula la fantasía y estamos en consonancia entre los pensamientos, los sentimientos y las acciones.

Estas son solo algunas de las opciones que tienes para hacer que tu segundo chakra esté en equilibrio con el resto y gozar de una vida mucho más placentera y feliz.
.
¿Crees que necesitas activar el segundo chakra? ¿Qué opción se ajusta más a tus necesidades? ¿Te interesaría saber más sobre los demás chakras?

Déjanos un comentario diciéndonos qué te pareció esta información y si te interesa saber más sobre los chakras. Nos servirá para darte siempre la mejor información.

Que tu vida sea cada día mejor y mejor.

Eileen Caddy


Hay momentos de actividad y hay momentos de paz.Aprende a disfrutar cada etapa como se presente y date cuenta qué necesario es esto. En la vida hay momentos de recogimiento y momentos de manifestarse. Hay un ritmo perfecto en todo lo que esta ocurriendo.Encuentra Paz y Armonía en él.

Del Libro "DIOS ME HABLO" de Eileen Caddy

martes, 28 de julio de 2020

Dondequiera que estés, Joan Manuel Serrat

Dondequieras que estés te gustaría saber que te pude olvidar y no he querido,y por fría que sea mi noche triste, no echo al fuego ni un solo de los besos que me diste..

Joan Manuel Serrat


Dondequiera que estés,
te gustará saber
que por flaca que fuese la vereda
no malvendí tu pañuelo de seda
por un trozo de pan
y que jamás,
por más cansado que
estuviese, abandoné
tu recuerdo a la orilla del camino
y por fría que fuera mi noche triste,
no eché al fuego ni uno solo
de los besos que me diste.

Por ti,
por ti brilló mi sol un día
y cuando pienso en ti brilla de nuevo
sin que lo empañe la melancolía
de los fugaces amores eternos.

Dondequiera que estés
te gustará saber
que te pude olvidar y no he querido,
y por fría que sea mi noche triste
no echo al fuego ni uno solo
de los besos que me diste.

Dondequiera que estés...
si te acuerdas de mí.

Gia Marie Govinda

A medida que nos despertamos a nuestra interconexión con la naturaleza y todo lo que es, nos fusionamos con la Conciencia Universal… la creación de un mundo mejor para todos … 
~ Gia Marie Govinda~

lunes, 27 de julio de 2020

Mario Benedetti - La buena tiniebla*

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
de modo que si sobreviene
un apagón o un desconsuelo
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda

entonces las paredes se acuarelan
el cielo raso se convierte en cielo
las telarañas vibran en su ángulo
los almanaques dominguean
y los ojos felices y felinos
miran y no se cansan de mirar

una mujer desnuda y en lo oscuro
una mujer querida o a querer
exorcisa por una vez la muerte. 


Mario Benedetti - Geografías.


*Este poema después sería "mejorado" por Benedetti y aparecería en el disco de Joan Manuel Serrat "El sur también existe" y en el libro "Canciones del más acá" del mismo Mario Benedetti, con el nombre "Una mujer desnuda y en lo oscuro."

Triqueta o Trisquel Celta

Está formado por tres óvalos con los extremos puntiagudos unidos por uno de sus extremos y rodeados por un círculo cerrado, aunque hay variaciones, ya que esto fue utilizado por las personas, mientras que la triqueta utilizada por los druidas está representada por un nudo infinito. de manera similar con una diferencia en la parte inferior del círculo.

La triqueta o triscele, tiene una antigüedad de más de 5.500 años, es la representación de la parte femenina del universo y las tres fuerzas de la naturaleza, la tierra, el agua y el aire.

También representa la divinidad femenina en sus tres facetas al unísono como niña, madre y anciana.

Del mismo modo, la triqueta representa la vida, la muerte y el renacimiento.

Dado que el druidismo cree en la reencarnación de la esencia de todos los seres, esta idea está estrechamente vinculada a la feminidad ya que las mujeres adquieren el papel de dadores de vida y portadores de muerte , por lo que se entiende que las dríadas fueron responsables de la fertilidad y los ritos funerarios, ya que representan el puerto con el cielo del tercer piso, en la creencia druídica del súper mundo.

La triqueta también representa la eternidad, la igualdad y la indivisibilidad de todo lo que afecta al universo, una concepción primitiva de la teoría del caos y la causalidad ya en los tiempos de los druidas, incluso antes de Cristo.

Además de representar los tres planos de conciencia , cielo, tierra y mar (representaciones del supermundo, mundo y mundo subterráneo o los tres planos de conciencia del hermético), la tripa simboliza la filosofía celta de que todo tiene tres niveles: mental, espiritual y la física.

Según la tradición celta y el druidismo, la triqueta tiene poderes curativos y de bendición, así como fertilidad y vida , capaz de curar cualquier dolencia si se dibuja en el paciente o en la parte afectada, ayudado por el agua de la cascada y por un ritual de curación o articulación focalizada de energía.

Los rituales lunares están estrechamente relacionados con la fertilidad y la feminidad del universo, las fases lunares son muy importantes para el druidismo, de hecho, el calendario celta es lunar.

Con magia
La Bruja Blanca
🌑🌒🌓🌔🌕🌖🌗🌘🌑

domingo, 26 de julio de 2020

Chakra Fundamental (Primer Chakra)


Este ‪‎Chakra‬ es el centro de la supervivencia, el lugar donde más intensa energía hay en el cuerpo humano, aquella energía que nos permite generar vida. Cuando está muy activado la persona siente deseos de saciarse a nivel sexual y así la energía retrocede. Es particularmente importante porque es el asiento del kundalini y punto de arranque de los tres meridianos principales. Por ser un extremo debe equilibrarse y abrirse con el séptimo y opuesto a él.

Chakra Raíz

Ubicado en la base de la columna vertebral, el suelo pélvico y las primeras tres vértebras, el chakra raíz es responsable de tu sentido de confianza y seguridad en este viaje terrenal.
La palabra Muladhara se compone de dos palabras en sánscrito Mula, que significa “raíz”, y Adhara, que significa “apoyo” o “base”

Este es el primero de los chakras de la materia. El equilibrio del chakra raíz genera bases sólidas para abrir todos los demás chakras superiores. Imagina que estás colocando los cimientos de una casa en la que vas a vivir por mucho tiempo. Los cimientos sólidos incrustados en el terreno firme te darán la estabilidad que necesitas para crear un hogar lleno de dicha para los años por venir.

El chakra raíz está compuesto de todo aquello que te arraiga para darte estabilidad en la vida. Esto incluye tus necesidades básicas como alimento, agua, abrigo y seguridad, así como necesidades más emocionales como dejar ir el miedo. Cuando estas necesidades se satisfacen, te sientes con los pies en la tierra y seguro, y tiendes a preocuparte menos día tras día.

Que ahora te sientas seguro o no con frecuencia tiene menos que ver con lo que tienes a tu disposición y más que ver con qué tan seguro te sentías durante la infancia. Si consideramos las etapas de desarrollo del psicólogo Erik Erickson, la primera etapa: la confianza versus la desconfianza, está estrechamente relacionada con el desarrollo del chakra raíz. Si de niño tus cuidadores te daban sin reparos lo que necesitabas para sobrevivir de manera consistente, te sentías seguro en el mundo. Sentías que el mundo era un lugar en donde podías confiar que tus necesidades básicas estarían cubiertas. Sin embargo, si las personas que cuidaban de ti retiraban o retrasaban la entrega de aquello que necesitabas, o si lo que daban era inconsistente, tal vez tengas bloqueos en el primer chakra.

Desequilibrio en el chakra raíz

Si hay un desequilibrio en el chakra raíz, puedes experimentar trastornos de ansiedad, miedos infundados o pesadillas. Los desequilibrios físicos pueden manifestarse como problemas en el colon, la vejiga, con la eliminación de deshechos o en la espalda baja, las piernas o los pies. En los hombres, pueden presentarse problemas en la próstata. Los trastornos alimenticios también pueden ser un signo de desequilibrio en el chakra raíz.

Cómo equilibrar el Muladhara

Si bien la meditación te conecta con un plano espiritual superior, también sirve para arraigarte en la tierra. Tal vez no siempre puedas confiar en que el mundo te dará lo que necesitas para sobrevivir, pero la conexión con tu yo superior y la confianza en un poder superior a ti te darán lo que necesitas para sentirte seguro.

No importa cómo nombres esa energía superior: Conciencia, Madre Naturaleza, Dios o Espíritu. La conexión con la energía universal te dará una sensación de paz y estabilidad. Los animales en el bosque no tienen idea de si van a encontrar comida cada día; sin embargo, de alguna manera confían en que la naturaleza proveerá.

Intenta lo siguiente: El sentido que corresponde al primer chakra es el olor. Mientras meditas, concéntrate en la punta de la nariz para ayudar a alinear la raíz y sacar a la luz las cualidades que necesitas para equilibrar tu chakra raíz.

Asanas, sonidos, colores y gemas

Hay otras formas de abrir un chakra bloqueado; incluyen el uso de yoga, mantras, colores y gemas.

Las asanas de yoga que ayudan a abrir y alinear el Muladhara son…

Pavanamuktasana, la pose de la rodilla al pecho
Janu Sirsansana, la pose de la cabeza a la rodilla
Padmasana, la flexión de loto
Malasana, postura en cuclillas
Las mujeres también pueden practicar los ejercicios de Kegel, y tanto hombres como mujeres pueden hacer Bandha yoga (el tipo de yoga en el que cierran o aprietan ciertas áreas del cuerpo) para ayudar a traer energía de fuerza y fortaleza hacia la zona del primer chakra.

Cantar o entonar sonidos también puede ayudar a recuperar el equilibrio, al igual que la música que reúne a las personas. Los sonidos crean vibraciones en el cuerpo y estas vibraciones ayudan a que las células trabajen juntas en armonía sincrónica. El sonido que corresponde al chakra raíz es LAM.

Por último, hay colores y gemas que pueden ayudar a que un chakra vuelva a estar en equilibrio. El color del chakra raíz es el rojo. Las gemas para el primer chakra son el granate, el jaspe rojo, la turmalina negra y la turquesa. Puedes colocar la gema en la zona del chakra mientras estás recostado para ayudar a abrirlo y alinearlo.

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR LO QUE AMA, Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda, Los placeres prohibidos (1931)
Luis Cernuda (1902 –1963) fue un destacado poeta y crítico literario español, miembro de la Generación del 27.

sábado, 25 de julio de 2020

EVA ESTá DENTRO DE SU GATO (por Gabriel García Márquez)

De pronto notó que se le había derrumbado su belleza que llegó a dolerle físicamente como un tumor o como un cáncer. Todavía recordaba el peso de ese privilegio que llevó sobre su cuerpo durante la adolescencia y que ahora había dejado caer —¡quién sabe dónde!— con un cansancio resignado, con un último gesto de animal decadente. Era imposible seguir soportando esa carga por más tiempo. Había que dejar en cualquier parte ese inútil adjetivo de su personalidad; ese pedazo de su propio nombre que a la fuerza de acentuarse había llegado a sobrar. Sí; había que abandonar la belleza en cualquier parte; a la vuelta de una esquina, en un rincón suburbano. O dejarla olvidada en el ropero de un restaurante de segunda clase como un viejo abrigo inservible. Estaba cansada de ser el centro de todas las atenciones, de vivir asediada por los ojos largos de los hombres. En la noche, cuando clavaba en sus párpados los alfileres del insomnio, hubiera deseado ser mujer ordinaria, sin atractivos. Dentro de las cuatro paredes de su habitación todo le era hostil. Desesperada, sentía prolongarse la vigilia por debajo de su piel, por su cabeza, empujando la fiebre hacia arriba, hacia la raíz de su cabello. Era como si sus arterias se hubieran poblado de unos insectos diminutos y calientes que con la cercanía de la madrugada, diariamente, se despertaban y recorrían con sus patas movedizas, en una desgarradora aventura subcutánea, ese pedazo de barro frutecido donde se había localizado su belleza anatómica. En vano luchaba por ahuyentar aquellos animales terribles. No podía. Eran parte de su propio organismo. Habían estado allí, vivos, desde mucho antes de su existencia física. Venían desde el corazón de su padre que los había alimentado dolorosamente en sus noches de soledad desesperada. 
O tal vez habían desembocado a sus arterias por el cordón que la llevó atada a su madre desde el principio del mundo. Era indudable que esos insectos no habían nacido espontáneamente dentro de su cuerpo. Ella sabía que venían de atrás, que todos los que llevaron su apellido tuvieron que soportarlos, que tuvieron que sufrirlos como ella cuando el insomnio se hacía invencible hasta la madrugada. Eran esos insectos los mismos que pintaban ese gesto amargo, esa tristeza inconsolable en el rostro de sus antepasados. Ella los había visto mirar desde su apagada existencia, desde su retrato, antiguo, víctimas de esa misma angustia. Todavía recordaba el rostro inquietante de la bisabuela que desde su lienzo envejecido pedía un minuto de descanso, un segundo de paz a esos insectos que allá, en los canales de su sangre, seguían martirizándola y embelleciéndola despiadadamente. No; esos insectos no eran suyos. Venían transmitiéndose de generación a generación sosteniendo con su diminuta armadura todo el prestigio de una casta selecta; dolorosamente selecta. Esos insectos habían nacido en el vientre de la primera madre que tuvo una hija bella. Pero era necesario, urgente, detener esa herencia. Alguien tenía que renunciar a seguir transmitiendo esa belleza artificial. De nada valía a las mujeres de su estirpe admirarse de sí mismas al regresar del espejo, si durante las noches esos animales hacían su labor lenta y eficaz, sin descanso, con una constancia de siglos. Ya no era una belleza, era una enfermedad que había que detener, que había que cortar en forma enérgica y radical. 
Todavía recordaba las horas interminables en aquel lecho sembrado de agujas calientes. Aquellas noches en que ella trataba de empujar el tiempo para que con la llegada del día esas bestias dejaran de doler. ¿De qué servía una belleza así? Noche a noche, hundida en su desesperación, pensaba que más le hubiera valido ser una mujer vulgar, o ser hombre; pero no tener esa virtud inútil, alimentada por insectos de remotos orígenes que le estaban precipitando la llegada irrevocable de la muerte. Tal vez sería feliz si tuviera el mismo desgarbo, esa misma fealdad desolada de su amiga checoslovaca que tenía nombre de perro. Más le hubiera valido ser fea, para tener un sueño apacible como el de cualquier cristiano. 

Maldijo a sus antepasados. Ellos tenían la culpa de su vigilia. Ellos, que habían transmitido esa belleza invariable, exacta, como si después de muertas las madres sacudieran y renovaran las cabezas para injertarlas en los troncos de las hijas. Era como si la misma cabeza, una cabeza sola, hubiera venido transmitiéndose, con unas mismas orejas, con igual nariz, con idéntica boca, con su pesada inteligencia, en todas las mujeres, quienes tenían que recibirla irremediablemente como un doloroso patrimonio de belleza. Era allí, en la transmisión de la cabeza, donde venía ese microbio eterno que a través de las generaciones se había acentuado, había tomado personalidad, fuerza, hasta convertirse en un ser invencible, en una enfermedad incurable que al llegar a ella, después de haber pasado por un complicado proceso de censuración, ya ni podía soportarse y era amarga y dolorosa... Exactamente como un tumor o como un cáncer. 
En esas horas de desvelo era cuando se acordaba de las cosas desagradables a su fina sensibilidad. Recordaba esos objetos que constituían el universo sentimental donde se habían cultivado, como en un caldo químico, aquellos microbios desesperantes. En esas noches, con los redondos ojos abiertos y asombrados, soportaba el peso de la oscuridad que caía sobre sus sienes como un plomo derretido. En derredor suyo dormían todas las cosas. Y desde su rincón, ella trataba de repasar, para distraer su sueño, sus recuerdos infantiles. 
Pero siempre esa recordación terminaba con un terror por lo desconocido. Siempre su pensamiento, después de vagar por los oscuros rincones de la casa, se encontraba frente a frente con el miedo. Entonces empezaba la lucha. La verdadera lucha contra tres enemigos inconmovibles. No podría —no, no podría jamás— sacudir el miedo de su cabeza. Tenía que soportarlo apretado a su garganta. Y todo por vivir en ese caserón antiguo, por dormir sola en aquel rincón, apartada del resto del mundo. 
Siempre su pensamiento se iba por los húmedos pasadizos oscuros sacudiendo de los retratos el polvo seco cubierto de telarañas. Ese polvo inquietante y tremendo que caía de arriba, desde ese sitio en que se estaban deshaciendo los huesos de sus antepasados. Invariablemente se acordaba de “el niño”. Allá lo imaginaba, sonámbulo, debajo de la hierba, en el patio, junto al naranjo con un puñado de tierra mojada dentro de la boca. Le parecía verlo en su fondo arcilloso, cavando hacia arriba con las uñas, con los dientes, huyéndole al frío que le mordía la espalda; buscando la salida al patio por ese pequeño túnel donde lo habían metido con los caracoles. En el invierno lo oía llorar con su llanto chiquito, sucio de barro, traspasado por la lluvia. Lo imaginaba completo. Tal como lo habían dejado cinco años atrás, en aquel hueco lleno de agua. No podía pensar que se hubiera descompuesto. Al contrario, debía de ser bellísimo navegando en esa agua espesa como en un viaje sin salida. O lo veía vivo pero asustado, miedoso de sentirse solo, enterrado en un patio tan sombrío. Ella misma se había opuesto a que lo dejaran allí, debajo del naranjo, tan cercano a la casa. Le tenía miedo. Sabía que en las noches en que la persiguiera la vigilia él lo adivinaría. Regresaría por los anchos corredores a pedirle que lo acompañara, a pedirle que lo defendiera de esos otros insectos que se estaban comiendo la raíz de sus violetas. Volvería a que lo dejara dormir a su lado como cuando era vivo. Ella tenía miedo de sentirlo de nuevo a su lado después de haber saltado el muro de la muerte. Tenía miedo de robar esas manos que “el niño” traería siempre cerradas para calentar su pedacito de hielo. Ella quería, después de que lo vio convertido en cemento como la estatua del miedo tumbada sobre el lino, quería que se lo llevaran lejos para no recordarlo en la noche. Y sin embargo lo habían dejado allí donde ahora estaba imperturbable, astroso, alimentando su sangre con el barro de las lombrices. Y ella tenía que resignarse a verlo regresar desde su fondo de tinieblas. Porque siempre invariablemente, cuando se desvelaba se ponía a pensar en “el niño” que debía estar llamándola desde su pedazo de tierra para que lo ayudara a fugarse de esa muerte absurda. 
Pero ahora, en su nueva vida intemporal, inespacial, estaba más tranquila. Sabía que allá, fuera de su mundo, todo seguía marchando con el mismo ritmo de antes; que su habitación debía de estar aún sumida en la madrugada y que sus cosas, sus muebles, sus trece libros favoritos, permanecían en su puesto. Y que en su lecho, desocupado, apenas empezaba a desvanecerse el aroma corpóreo que ocupaba ahora su vacío de mujer entera. Pero, ¿cómo pudo suceder “eso”? ¿Cómo ella, después de ser una mujer bella, con la sangre poblada de insectos, perseguida por el miedo en la noche total, había dejado la pesadilla inmensa, insomne, para ingresar ahora a un mundo extraño,desconocido, en donde habían sido eliminadas todas las dimensiones? Recordó. Aquella noche —la de su tránsito— hacía más frío que de costumbre y ella estaba sola en la casa, martirizada por el insomnio. Nadie perturbaba el silencio, y el olor que subía del jardín, era un olor a miedo. El sudor brotaba de su cuerpo como si la sangre de sus arterias se estuviera derramando con su carga de insectos. Deseaba que alguien pasara por la calle, alguien que gritara, que rompiera aquella atmósfera detenida. Que se moviera algo en la naturaleza, que volviera la tierra a girar alrededor del sol. Pero fue inútil. Ni siquiera despertarían esos hombres imbéciles que se habían quedado dormidos debajo de su oreja, dentro de la almohada. Ella también estaba inmóvil. Las paredes manaban un fuerte olor a pintura fresca, ese olor espeso, grande, que no se siente con el olfato sino con el estómago. Y sobre la mesa el reloj único, golpeando el silencio con su máquina mortal. “¡El tiempo... oh, el tiempo...!”, suspiró ella recordando a la muerte. Y allá, en el patio, debajo del naranjo, seguía llorando “el niño” con su llanto chiquito desde el otro mundo. 
Acudió a todas sus creencias. ¿Por qué no amanecía en aquel momento o se moría de una vez? Nunca creyó que la belleza fuera a costarle tantos sacrificios. En aquel momento —como de costumbre— seguía doliéndole por encima del miedo. Y por debajo del miedo seguían martirizándola esos implacables insectos. La muerte se le había apretado a la vida como una araña que la mordía rabiosamente, dispuesta a hacerla sucumbir. Pero estaba de-morando el último instante. Sus manos, esas manos que los hombres apretaban imbécilmente, con manifiesta nerviosidad animal, estaban inmóviles, paralizadas por el miedo, por ese terror irracional que venía de adentro, sin ningún motivo, sólo por saberse abandonada en aquella casa antigua. Trató de reaccionar y no pudo. El miedo la había absorbido totalmente y continuaba allí, fijo, tenaz, casi corpóreo; como si fuera una persona invisible que se había propuesto no salir de su habitación. Y lo que más la intranquilizaba era que ese miedo no tuviera justificación alguna, que fuera un miedo único, sin razón; un miedo porque sí. 

La saliva se había vuelto espesa en su lengua. Era mortificante entre sus dientes esa goma dura que se le pegaba al paladar y fluía sin que ella pudiera contenerla. Era un deseo distinto a la sed. Un deseo superior que estaba experimentando por primera vez en su vida. Por un momento se olvidó de su belleza, de su insomnio y de su miedo irracional. Se desconoció a sí misma. Por un instante creyó que habían salido los microbios de su cuerpo. Sentía que se habían venido pegados a su saliva. Sí; todo eso estaba muy bien. Bien que los insectos la hubieran despoblado y que ahora pudiera dormir. Pero era necesario encontrar un medio para disolver aquella resina que le embotaba la lengua. Si pudiera llegar hasta la despensa y... ¿Pero en qué estaba pensando? Tuvo un golpe de sorpresa. Nunca había sentido “ese deseo”. La urgencia de la acidez la había debilitado, volviendo inútil la disciplina que había seguido fielmente durante tantos años, desde el día en que sepultaron a “el niño”. Era una tontería, pero sentía asco de comerse una naranja. Sabía que “el niño” había subido hasta los azahares y que las frutas del próximo otoño estarían hinchadas de su carne, refrescadas con la tremenda frescura de su muerte. No. No podía comerlas. Sabía que debajo de cada naranjo, en todo el mundo, había un niño enterrado que endulzaba las frutas con la cal de sus huesos. Sin embargo ahora tenía que comerse una naranja. Era el único remedio para esa goma que la estaba ahogando. Era una tontería pensar que “el niño” estaba dentro de una fruta. Aprovecharía ese momento en que la belleza había dejado de dolerle para llegar hasta la despensa. Pero... ¿no era raro aquello? Era la primera vez en su vida que sentía verdaderos deseos de comerse una naranja. Se puso alegre, alegre. ¡Ah, qué placer! ¡Comerse una naranja! No sabía por qué, pero nunca tuvo un deseo más imperativo. Se levantaría. feliz de ser otra vez una mujer normal; cantando alegremente llegaría hasta la despensa; cantando alegremente, como una mujer nueva, recién nacida. Llegaría inclusive hasta el patio y... 
Su recuerdo se tronchaba de pronto. Recordaba que había tratado de levantarse y que ya no estaba en su cama, que había desaparecido su cuerpo, que no estaban allí sus trece libros favoritos y que ella no era ya ella. Ahora estaba incorpórea, flotando, vagando sobre una nada absoluta, convertida en un punto amorfo, pequeñísimo, sin dirección. No podía precisar lo sucedido. Estaba confundida. Sólo tenía la sensación de que alguien la había empujado al vacío desde lo alto de un precipicio. Y nada más. Pero ahora no sentía ninguna reacción. Se sentía convertida en un ser abstracto, imaginario. Se sentía convertida en una mujer incorpórea; algo como si de pronto hubiera ingresado en ese alto y desconocido mundo de los espíritus puros. 
Volvió a tener miedo. Pero era un miedo distinto al del momento anterior. Ya no era el miedo al llanto de “el niño”. Era un terror por lo extraño, por lo misterioso y desconocido de su nuevo mundo. ¡Y pensar que después todo eso había sucedido tan inocentemente, con tanta ingenuidad de su parte! ¿Qué iba a decir a su madre cuando al llegar a la casa se iba a enterar de lo acontecido? Empezó a pensar en la alarma que se produciría en los vecinos cuando abrieran la puerta de su habitación y descubrieran que el lecho estaba vacío, que las cerraduras no habían sido tocadas, que nadie había podido entrar o salir y que sin embargo ella no estaba allí. Imaginó el gesto desesperado de su madre buscándola por toda la habitación, haciendo conjeturas, preguntándose a sí misma “qué habría sido de esa niña”. La escena se le presentaba clara. Acudirían los vecinos y empezarían a tejer comentarios —algunos maliciosos— sobre su desaparición. Cada cual pensaría según su propio y particular modo de pensar. Cada cual trataría de dar la explicación más lógica, la más aceptable al menos, en tanto que su madre correría por los pasadizos del caserón, desesperada, llamándola por su nombre. 
Y ella estaría allí. Contemplaría el momento detalle a detalle desde su rincón, desde el techo, desde las hendiduras del muro, desde cualquier parte; desde el ángulo más propicio, escudada en su estado incorpóreo, en su inespacialidad. La intranquilizaba pensarlo. Ahora se daba cuenta de su error. No podría dar ninguna explicación, aclarar nada, consolar a nadie. Ningún ser vivo podría ser informado de su transformación. Ahora —quizás la única vez que los necesitaba— no tendría una boca, unos brazos, para que todos supieran que ella estaba allí, en su rincón, separada del mundo tridimensional por una distancia insalvable. En su nueva vida estaba aislada, totalmente impedida de captar sensaciones. Pero a cada momento algo vibraba en ella, un estremecimiento que la recorría, inundándola, la hacía saber de ese otro universo físico que se movía fuera de su mundo. No oía, no veía, pero sabía de ese sonido y de esa visión. Y allá, en la altura de su mundo superior, empezó a saber que un ambiente de angustia la rodeaba. 
Hacía apenas un segundo —de acuerdo con nuestro mundo temporal— que se había realizado el tránsito, de manera que sólo ahora empezaba ella a conocer las modalidades, las características de su nuevo mundo. En torno suyo giraba una oscuridad absoluta, radical. ¿Hasta cuándo durarían esas tinieblas? ¿Tendría que acostumbrarse a ellas eternamente? Su angustia aumentó de concentración al saberse hundida en esa niebla espesa, impenetrable: ¿estaría en el limbo? Se estremeció. Recordó todo lo que había oído decir alguna vez sobre el limbo. Si en verdad estaba allí, a su lado flotaban otros espíritus puros de niños que murieron sin bautismo, que habían estado muriendo durante mil años. Trató de buscar en la sombra la vecindad de esos seres que debían de ser mucho más puros, mucho más simples que ella. Aislados por completo del mundo físico, condenados a una vida sonámbula y eterna. Tal vez estaba “el niño” persiguiendo una salida para llegar hasta su cuerpo. 
Pero no. ¿Por qué tendría que estar en el limbo? ¿Acaso había muerto? No. Simplemente fue un cambio de estado, un tránsito normal del mundo físico a un mundo más fácil, descomplicado, en el que habían sido eliminadas todas las dimensiones. 
Ahora no tenía que sufrir esos insectos subcutáneos. Su belleza se había derrumbado. Ahora, en esa situación elemental, podía ser feliz. Aunque... —¡oh!— no completamente feliz porque ahora su más grande deseo, el deseo de comerse una naranja, se había hecho irrealizable. Era por lo único que hubiera querido estar todavía en su primera vida. Para poder satisfacer la urgencia de la acidez que persistía aún después del tránsito. Trató de orientarse a fin de llegar hasta la despensa y sentir, siquiera, la fresca y agria compañía de las naranjas. Fue entonces cuando descubrió una nueva modalidad de su mundo: estaba en todas partes de la casa, en el patio, en el techo, hasta en el propio naranjo de “el niño”. Estaba en todo el mundo físico más allá. ¡Y sin embargo no estaba en ninguna parte! De nuevo se intranquilizó. Había perdido el control sobre sí misma. Ahora estaba sometida a una voluntad superior, era un ser inútil, absurdo, inservible. Sin saber por qué empezó a ponerse triste. Casi comenzó a sentir nostalgia por su belleza: por esa belleza que ella había desperdiciado tontamente. 
Pero una idea suprema la reanimó. ¿No había oído decir acaso que los espíritus puros pueden penetrar a voluntad en cualquier cuerpo? Después de todo, ¿qué perdía con intentarlo? Trató de recordar cuál de los habitantes de la casa podría ser sometido a la prueba. Si lograba realizar su propósito quedaría satisfecha: podría comerse la naranja. Recordó. A esa hora la gente del servicio no acostumbraba estar allí. Su madre no había llegado todavía. Pero la necesidad de comerse una naranja unida ahora a la curiosidad de verse encarnada en un cuerpo distinto al suyo, la obligaba a actuar cuanto antes. Pero no había allí nadie en quien encarnarse. Era una razón desoladora: no había nadie en la casa. Tendría que vivir eternamente aislada del mundo exterior, en su mundo adimensional, sin poder comerse la primera naranja. Y todo por una tontería. Hubiera sido mejor seguir soportando unos años más esa belleza hostil y no anularse para siempre, inutilizarse como una bestia vencida. Pero ya era demasiado tarde. 

Iba a retirarse, decepcionada, a una región distante del universo, a una comarca donde pudiera olvidarse de todos sus pasados deseos terrenos. Pero algo la hizo desistir bruscamente. En su comarca desconocida se abrió la promesa de un futuro mejor. Sí: había alguien en la casa en quien podría reencarnarse: ¡en el gato! Vaciló luego. Era difícil resignarse a vivir dentro de un animal. Tendría una piel suave, blanca, y habría en sus músculos concentrada una gran energía para el salto. En la noche sentiría brillar sus ojos en la sombra como dos brasas verdes. Y tendría unos dientes blancos, agudos, para sonreírle a su madre desde su corazón felino con una ancha y buena sonrisa animal. ¡Pero no...! No podía ser. Se imaginó de pronto metida dentro del cuerpo del gato, recorriendo otra vez los pasadizos de la casa, manejando cuatro patas incómodas y aquella cola se movería suelta, sin ritmo, ajena a su voluntad. ¿Cómo sería la vida desde esos ojos verdes y luminosos? En la noche se iría a maullarle al cielo para que no derramara su cemento enlunado sobre el rostro de “el niño” que estaría bocarriba bebiéndose el rocío. Tal vez en su situación de gato también sienta miedo. Y tal vez, al fin de todo no podría comerse la naranja con esa boca carnívora. Un frío venido de allí mismo, nacido en la propia raíz de su espíritu tembló en su recuerdo. No. No era posible encarnarse en el gato. Tenía miedo de sentir un día en su paladar, en su garganta, en todo su organismo cuadrúpedo, el deseo irrevocable de comerse un ratón. Probablemente cuando su espíritu empiece a poblar el cuerpo del gato ya no sentiría deseos de comerse una naranja sino el repugnante y vivo deseo de comerse un ratón. Se estremeció al imaginarlo preso entre sus dientes después de la cacería. Lo sintió debatirse en sus últimos intentos de fuga, tratando de liberarse para llegar otra vez hasta su cueva. No. Todo menos eso. Era preferible seguir allí eternamente, en ese mundo lejano y misterioso de los espíritus puros. 
Pero era difícil resignarse a vivir olvidada para siempre. ¿Por qué tenía que sentir deseos de comerse un ratón? ¿Quién primaría en esa síntesis de mujer y gato? ¿Primaría el instinto animal, primitivo, del cuerpo, o la voluntad pura de mujer? La respuesta fue clara, cristalina. Nada había que temer. Se encarnaría en el gato y se comería su deseada naranja. Además sería un ser extraño, un gato con inteligencia de mujer bella. Volvería a ser el centro de todas las atenciones... Fue entonces, por primera vez, cuando comprendió que por sobre todas sus virtudes estaba imperando su vanidad de mujer metafísica. 
Como un insecto cuando pone en guardia sus antenas así orientó ella su energía por toda la casa en busca del gato. A esa hora debía de estar aún sobre la estufa soñando que despertará con un tallo de valeriana entre los dientes. Pero no estaba allí. Volvió a buscarlo, pero ya no encontró la estufa. La cocina no era la misma. Los rincones de la casa le eran extraños; ya no eran aquellos oscuros rincones llenos de telaraña. El gato no estaba en ninguna parte. Buscó por los tejados, en los árboles, en los canales, debajo de la cama, en la despensa. Todo lo encontró confundido. Donde creyó encontrar, otra vez, los retratos de sus antepasados, no encontró sino un frasco con arsénico. De allí en adelante encontró arsénico en toda la casa, pero el gato había desaparecido. La casa no era ya la misma de antes. ¿Qué había sido de sus cosas? ¿Por qué sus trece libros favoritos estaban cubiertos ahora de una espesa capa de arsénico? Recordó el naranjo del patio. Lo buscó y trató de encontrar otra vez “el niño’’ en su hueco de agua. Pero no estaba el naranjo en su sitio y “el niño” no era ya sino un puño de arsénico con ceniza bajo una pesada plataforma de concreto. Ahora sí dormía definitivamente. Todo era distinto. Y la casa tenía un fuerte olor arsenical que golpeaba el olfato como desde el fondo de una droguería. 
Sólo entonces comprendió ella que habían pasado ya tres mil años desde el día en que tuvo deseos de comerse la primer naranja.