martes, 31 de diciembre de 2019

Buda

El gran descubrimiento del Buda
es que la causa del sufrimiento humano
es la Ignorancia, el apego y la ira.
Y la forma de liberarse
es el óctuple camino
sin fórmulas mágicas
solo estar aquí y ahora en compasión.

El óctuple sendero consiste en practicar :

"VISIÓN RECTA —percibir claramente el sufrimiento, sus causas, su fin, y el camino que conduce al fin del sufrimiento.
PENSAMIENTO RECTO —evitar la codicia, la mala voluntad, y las opiniones erradas, cultivando la compasión, el amor, la ecuanimidad, y el regocijo.
LENGUAJE RECTO —abandonar el engaño, el insulto, la malicia, y la frivolidad, hablando sólo palabras beneficiosas a los demás.
ACCIÓN RECTA —repudiar la violencia, el hurto, la conducta sexual ilícita, la mentira, y la intoxicación.
VIDA RECTA —renunciar a ocupaciones dañinas y el comercio en la adivinación, la usura, las armas, el tráfico de seres vivos y muertos, los intoxicantes y los venenos, y ganarse la vida por medios rectos y honorables.
ESFUERZO RECTO —cultivar los pensamientos y acciones positivos, persiguiendo siempre la liberación e iluminación.
ATENCIÓN RECTA —vivir con vigilancia, recordando que los cinco conjuntos (la forma, las sensaciones, las percepciones, los factores mentales, y las ocho conciencias) son impermanentes.
CONCENTRACIÓN RECTA —disciplinar la mente a descansar sobre un objeto único, evitando la dispersión del pensamiento."

lunes, 30 de diciembre de 2019

Murales de Soldi en el Metro de Buenos Aires

El ensayo, mural cerámico de 1997( 5,22m x 2,72m), basado en la decoración efectuada por Raúl Soldi en la cúpula del Teatro Colón. Estación José Hernández.

En el jardín, mural cerámico de 1997 ( 5,22m x 2,72m), basado en la decoración efectuada por Raúl Soldi en la cúpula de la Galería Santa Fe. Estación José Hernández. 

En el jardín, mural cerámico de 1997 ( 5,22m x 2,72m), basado en la decoración efectuada por Raúl Soldi en la cúpula de la Galería Santa Fe. Estación José Hernández, (2) 

La música, mural cerámico de 1997, ( 5,22m x 2,72m), basado en la decoración efectuada por Raúl Soldi en la cúpula de la Galería Santa Fe. Estación José Hernández. 


Dos murales del artista argentino Raúl Soldi titulados "Los Amantes" y "La Música", ubicados en la estación José Hernández de la Línea D de subtes, fueron restaurados como parte del Plan Integral de Revitalización del Patrimonio Cultural.

La restauración estuvo a cargo de los muralistas Raúl de Francisco y su hijo Daniel de Francisco, supervisados por la viuda y los hijos de Raúl Soldi, quienes donaron los derechos de autor y determinaron el emplazamiento de las obras.

Las cuatro grandes cerámicas murales datan de 1997 y están inspirados en los diseños realizados por Soldi en la Cúpula del Teatro Colón y en la Galería Santa Fe.


Cada uno de los murales posee 5,22 metros de ancho por 2,72 metros de alto y están pintados sobre 165 baldosas rectangulares "tipo bizcocho" con pulido especial, de 24,8 cm x 34,8 cm.

"Los Amantes" y "La Música" ya se encuentran totalmente restaurados y son apreciados por los miles de pasajeros que circulan cada día por la estación.

fuente:www.soldi.com.ar

Amanece peor cada día, Joaquín Sabina de Sonetos y versos

Amanece peor cada día,
Y, a pesar de las horas hermosas,
las goteras son tan enojosas
la ira de Dios tan impía
que al final, con el alma vacía,
uno deja que pasen las cosas
como trenes, como mariposas
que no saben morir todavía.
Yo prefiero soñar que mañana,
de repente por una ventana
se me cuelen volando las musas,
y feliz, surcando esa ola
enrojezco como una amapola
y me pongo a cantar sin excusas.
Joaquín Sabina

domingo, 29 de diciembre de 2019

Barrio Gótico de Barcelona


El Pont del Bisbe, el rincón más fotografiado del Barrio Gótico. 

Es una de las pocas zonas de la Ciudad Condal que aún permite perderse entre antiguas y desordenadas callejuelas. Un entramado de historia, terrazas con encanto, arte callejero... y hadas

Del corazón de Plaza Catalunya salen dos arterias que bombean turistas sin descanso. Las Ramblas, donde comprar souvenirs e ir con el bolso sujeto, y la Avenida del Portal de l'Angel, una coqueta vía comercial que muere en el Real Círculo Artístico de Barcelona. El edificio, coronado a media altura por una terraza con guirnaldas de luces entre los árboles, da una idea de lo que poco más adelante esconde la Ciudad Condal. Un Barrio Gótico, piedra ennegrecida y callejuelas estrechas, que invita a perderse y esconde rincones de cuento.
Enmarcado entre el ordenado Eixample y la transitada playa de la Barceloneta, el Barrio Gótico es una de las pocas zonas de la capital que no se ha sometido a la organización milimétrica de la escuadra y el cartabón. Su título ha sido puesto en duda, pues no pocas estructuras que se venden como 'góticas' fueron en realidad levantadas entre los siglos XIX y XX. La misma Catedral de Barcelona, centro neurálgico del callejero y principal competidora de la vanguardista de Gaudí, se lavó la cara entre 1882 y 1913 para darle un aspecto acorde al estilo que vendía el barrio.
La catedral hace las veces de frontera, grandiosa en la Plaza Nova, donde los artistas callejeros dan la bienvenida al lado más romántico de la ciudad. Un grupo de breakdancers -«de repercusión mundial», presumen- dan unas cuantas vueltas sobre sí mismos y abandonan el lugar despavoridos, ahuyentados por un Guardia Urbana. En la fachada principal, junto a las escaleras, dos jóvenes de barba y moño, pintan el aire de folk. Antes, en la esquina que da al flanco derecho de la catedral, un joven toca un piano acompañado por un anciano a la trompeta que permanece impasible en una silla. Detrás de ellos, en la callejuela que se anuncia como el Carrer del Bisbe, un nutrido grupito canta a capella temas en catalán y de Broadway. Vaya acostumbrándose, la música en las calles uno de los grandes atractivos de la capital catalana.
Precisamente, el Carrer del Bisbe fue la vía más transitada en época romana y contiene el elemento más fotografiado de todo el Barrio Gótico: al estilo del Puente de los Suspiros, pero con 300 años menos que el veneciano, se alza el Pont del Bisbe (o del Obispo, para entendernos). A su sombra recalan todos los turistas gracias a las leyendas urbanas que lo rodean. Si se detiene justo debajo, busque la calavera, pero de reojo; si la mira tres veces morirá, o eso dicen. También que si lo cruza de espaldas y luego mira al cráneo, se le concederá un deseo. Otros, en cambio, creen que si se retira la daga que atraviesa la figura, todo Barcelona se derrumbará. Elija la leyenda al gusto.
También aquí se encuentra el acceso al silencioso claustro de la catedral, donde toman el solillo trece ocas blancas en honor a los trece años con los que Santa Eulalia fue ejecutada (la basílica está dedicada a ella). La entrada, de 7 euros, le dará acceso al edificio y a las terrazas, desde donde se consiguen unas maravillosas vistas de la ciudad, la playa, el teleférico y Montjuïc. Merece la pena detenerse en la barandilla unos minutos, amén del viento.
Si continúa en línea recta por la vía del Obispo, llegará el Ayuntamiento y la Generalitat. Si, en cambio, se detiene antes del puente, en la Plaza de Garriga i Bachs, y toma la primera callejuela, desembocará en la pequeña Plaza de Sant Felip Neri, empedrada y quieta, solo interrumpida por el fluir de una fuente de agua cristalina y azulejos blanquinegros. No tiene la ostentación de la Plaza Nova, pero es un rincón con encanto e historia. La iglesia que le da nombre ha quedado marcada por la metralla de la Guerra Civil; aquí se dirigía Gaudí cuando falleció, atropellado por un tranvía; fue la elegida por la banda estadounidense Evanescence para su vídeo 'My Immortal' -los visitantes se detienen en una esquina para entrar en Youtube y hacer la comparativa-; y durante la visita de quien escribe estas líneas sirvió de escenario para que un conjunto de chelo, arpa, flauta y voz rodase su último vídeo. Unas mesas de madera y blancos manteles conforman la coqueta terraza del restaurante Neri y los árboles pelados que ahora se alzan entre las piedras del suelo las cubren de sombra en primavera.
De vuelta, si rodea la catedral dará con la impresionante Plaza del Rey, donde se levanta el Palacio Real Mayor. Es posible visitar alguna de sus estancias -los amplios Salón del Tinell y la capilla palatina de Santa Ágata, ambos del siglo XIV- y allí también queda la entrada al Museo de Historia de Barcelona. Allí acceda al subsuelo y pasee por las calles de la Barcelona de los romanos: una tintorería del siglo II d.C. o los primeros vestigios de las comunidades romanas. En la calle, una cristalera le ofrece un avance de lo que se esconde más abajo; justo al lado, la terraza salpicada de sombrillas de L'Antiquari, que presume de sus mojitos.
En la misma plaza, los Archivos de la Corona de Aragón, que merece la pena visitar aunque sea solo por la paz de sus patios y corredores. Pared con pared se levanta el Museu Frederic Marès, que además de una enorme colección de objetos medievales acoge el Cafe d'estiu, un encantador oasis en medio del barrio, con fuente, terraza y buganvillas entre columnas y arcos de piedra. Como tomar un café en un castillo, a la vista las torres de la catedral. A las puertas del museo-café, un modesto tenor arranca aplausos a los viandantes.
También a las espaldas de la catedral, se esconde el Carrer del Paradís. Si no tiene tiempo de visitar los pasadizos del Museo Histórico, siempre puede ver aquí las sorprendentes ruinas romanas que se han fundido con las casas. En el patio interior del Centro del Excursionista sobreviven al paso del tiempo cuatro columnas de nueve metros de alto que sostuvieron el Templo de Augusto, lo que en su día fue un santuario de 37 metros de largo y 17 de ancho. El resto, ocuparon las estancias de las casas que lo rodearon y que se fueron construyendo sobre su base, sin llegar a derruirlo del todo. Levantado en el siglo I en lo que entonces era una colonia llamada Barcino, está declarado Bien de Interés Cultural y Patrimonio histórico.
Finiquitada la calle del Paraíso, dejando ya atrás la Catedral, la gente se pasea con helados. Vienen Gelaaati di Marco (así, con todas sus 'as'), la segunda heladería de mayor prestigio de Barcelona, según la web de viajeros TripAdvisor. Se entiende, cuando se cuenta con un mostrador con casi cincuenta opciones. Los hay sin gluten, sin lactosa, para veganos Sírvase y pasee hasta la Plaza Sant Jaume, la del Ayuntamiento y la Generalitat, que se abre a su lado, y enlace plazoletas: la de Sant Miguel, con una extraña figura en forma de alambre y en honor a los Castellers; la de George Orwell, pequeña y salpicada de columpios y árboles; y la más suntuosa de todas, la Plaza Real, neoclasicista, plagada de palmeras y arcadas. Descanse y disfrute del sol mediterráneo.
A una lado de la plaza discurren las Ramblas de Barcelona, ahora sin la sombra de sus árboles, pero aún bien transitada. Si desciende por su cauce hasta el Pasaje de la Banca, a la izquierda, antes de que la vía muera en el mar, llegará hasta el Museo de Cera de la ciudad. No es tanto este rincón el que nos interesa, sino otro lleno de magia que se esconde tras una tienda en una esquina. El escaparate está lleno de graciosas figuras de papel, y al fondo se abre una puerta. Es el Bosc de les Fades, un bar conformado por paredes de enredaderas y techos de ramas y faroles, un auténtico bosque en medio de la ciudad. El lugar está en penumbra, pero si investiga un poco dará con las ninfas, busque sino por el riachuelo. Tómese algo a su salud y espere a que lleguen las tormentas. Hasta ahí se puede leer.
Para terminar el ciudad, ascienda a las alturas. Sáltese la norma y salga del Barrio Gótico, hasta el Carmel, un barrio humilde pasado el Parque Güell. Allí aguanta un búnker cuya posición estratégica otorga una panorámica inigualable. Vaya al atardecer y espere. El torrente de Barcelona iluminado.

sábado, 28 de diciembre de 2019

Sanar heridas significa que el daño ya no controla nuestras vidas

Sanar heridas emocionales no implica olvidar, significa por encima de todo conseguir que ellas dejen de controlar nuestras vidas. Algo así requiere un meticuloso proceso de transformación donde entender que no, que ya no volveremos a ser los mismos, porque la curación no es un retorno sino una hábil reconstrucción donde dar forma a alguien nuevo, alguien más fuerte y más valioso.
Todos tenemos heridas que necesitan atención. Vivimos en un mundo donde existen muchas formas de violencia, algunas más explícitas y otras encubiertas y silenciosas. Así, hechos como el sexismo, la discriminación, el bullying, la intimidación física o en las redes sociales, los efectos de la disfunción familiar o incluso los mensajes culturales sobre la belleza y el éxito son también marcas que pueden dejar huella en nosotros.
«Para cuando la razón entiende lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas».
-Carlos Ruiz Zafón-
En los últimos siglos la psicología occidental ha intentado sanar heridas desde su amplio abanico de enfoques y técnicas con más o menos acierto. Esta es una ciencia orientada desde sus esencias a tratar de aliviar ese dolor, a proporcionar adecuadas técnicas con las que mejorar nuestros patrones de pensamiento y comportamiento para conseguir así un cambio, una mejora vital.
No obstante, nada de esto será posible si la persona, si el propio paciente, no pone voluntad. Es más, lo que ocurre muy a menudo es que lejos de atender ese problema, ese hecho puntual o ese pasado traumático, las personas optamos por apretar los dientes, cerrar el corazón y avanzar sin mirar por el retrovisor.
Esta es una mala estrategia, es más, otro error en el que solemos caer es pensar que el tiempo todo lo cura, que no hay más que dejar pasar los días, los meses y los años para que todo se resuelva. Sin embargo el tiempo no cura nada, lo que sana es aquello que hacemos con ese tiempo.

Sanar heridas: en busca del dolor primario

Alba tiene 30 años y hace ya casi ocho meses que perdió a su padre tras un infarto cerebral. Su entorno, su pareja, amigos y familiares se sienten sorprendidos por cómo ha llevado el duelo. No pidió la baja en su trabajo, es más, tras el funeral Alba se centró de forma casi obsesiva en sus proyectos profesionales trabajando de forma frenética.
Nadie la ha visto llorar, ni dar forma a ningún tipo de desahogo emocional. Su comportamiento es más activo que nunca, tanto que ni siquiera en casa para un segundo, es como si intentara mantenerse ocupada en todo momento para no pensar, para no sentir. No obstante, ha llegado a tal punto de agotamiento y estrés que ella misma ha decidido acudir a su médico de atención primaria para que le dé «algo para dormir o relajarse». No obstante, su médico decide derivarla a atención psicológica.
Así, una vez llevada a cabo la valoración del caso de Alba, el psicólogo tiene muy claras dos cosas. La primera es que su paciente no ha hecho ningún tipo de duelo. La segunda, es que ha creado un «yo de supervivencia» muy efectivo con el que esconder un profundo dolor primario. Alba necesita sanar heridas, heridas que tal vez van más allá de la simple pérdida de su padre, hechos traumáticos que pueden estar en su pasado y que, ahora, con la muerte de su progenitor se han reactivado para conformar un «todo» aún más convulso y complejo.
Esta historia nos permite entender dos cosas que vamos a exponer a continuación. Ante la experiencia de dolor, vacío y confusión que genera un hecho traumático como puede ser un maltrato, un abuso, una pérdida o cualquier otro hecho, es común que la persona intente pasar página, dejar ese hecho atrás, olvidar. Para ello crea un «falso yo», una personalidad con la que mantenerse a flote.
Sin embargo esa herida primaria sigue ahí, latente, y poco a poco se extenderá hasta crear otras heridas secundarias (aislamiento, trastornos de personalidad, ansiedad, depresión…)

Primeros auxilios emocionales

Existe un libro muy interesante titulado «The primal wound» del psiquiatra John Firman, que nos explica algo tan interesante como útil. Sanar heridas no significa borrar traumas, significa habilitarnos de nuevo como seres humanos y supone por encima de todo saber crear una conexión empática con esa herida primaria.
Puede que esto último nos resulte algo extraño o incluso complejo. Para entenderlo, basta con recordar algo: cuando una persona acude a terapia lo primero que percibirá es un entorno empático, un escenario cálido y cercano donde el psicólogo busca en todo momento conectar con su paciente. Ahora bien, algo que debe conseguir el paciente por su parte es conectar empáticamente con sus heridas, con sus necesidades internas, esas a las que ha descuidado o no ha querido ver.
De este modo, podremos ir poco a poco cicatrizando ese trauma primario y sus efectos secundarios con tiempo, con delicadeza y con seguridad. Asimismo, otro aspecto de utilidad que nos explica el doctor Firman en su libro es la importancia de saber aplicar adecuados auxilios emocionales a todos esos «rasguños y cortes emocionales» que las personas solemos sufrir en el día a día. Veamos algunos ejemplos.

5 primeros auxilios para sanar heridas

  • Describe y toma conciencia. Un primer consejo es no dejar para mañana la molestia que siento hoy y para ello nada mejor que saber describir estados emocionales. Palabras como «hoy me siento vacío, enfadado, dolido, tengo miedo, me siento solo contrariado o frustrado, etc», nos pueden ayudar.
  • El segundo paso es la «no dependencia». Debemos asumir, entender y aceptar que ninguna persona merece ser víctima de su herida traumática, de esa decepción o de ese estado de ánimo negativo y persistente.
  • El tercer paso es la auto-compasión. Nadie debe querernos tanto o preocuparse tanto por nuestras heridas como nosotros mismos. Sentir compasión es visibilizar el dolor y entender que debe ser tratado, aliviado.
  • Un buen apoyo. Aunque queramos, no siempre es bueno lidiar con nuestros problemas y raspaduras cotidianas en soledad. Contar con un buen apoyo donde favorecer el desahogo emocional es siempre de gran ayuda.
El último paso es el cambio. Sanar heridas exige poner en marcha más de un cambio, más de una variación a nivel personal y en nuestro entorno para dar forma a alguien nuevo. En ocasiones, conocer a nuevas personas, emprender nuevos proyectos o practicar nuevas aficiones nos ofrece adecuados incentivos para empezar a palpitar con más fuerza y más ilusión.
Como dice un viejo proverbio chino, si nos arreglamos cada día el cabello ¿por qué no hacemos lo mismo con nuestro corazón? Sanar heridas es posible, empecemos hoy mismo.

Michael e Inessa Garmash

Michael e Inessa Garmash esposos pintores contemporáneos de tendencia impresionista - romántica. Su obra pictórica se centra en los cánones del clásico impresionismo con colores vivos y predominio del juego de la luz, entre sus temas favoritos están los retratos femeninos y personajes en exteriores ampliamente iluminados. Han expuesto sus obras en galerías de Ucrania, Suecia, Bélgica, Finlandia y Francia

Estados


"El misterio de la vida no es un problema a resolver,
sino una realidad a experimentar."
Frank Hebert

Alejandra S Baldrich

Ella vuela el Cielo con sus propias alas
Alas que tejió con amor
Amor que aprendió a darse
Cuando más desesperó
Y decidió así salvarse
Abriéndose la mirada
Para abarcar un mundo nuevo
Donde todo esta aquí delante
Y apenas vemos
Un mundo de verdades
que sabe bien quien es quien
Porque la carne podrá fingir
Pero lo que hay detrás es lo que vale.

Alejandra S Baldrich

viernes, 27 de diciembre de 2019

Mario Benedetti - Buzón de Tiempo

El conjunto de cuentos que compone Buzón de tiempo recorre las diferentes formas del encuentro: el recuerdo nostálgico de un amor perdido, los rumores de otras épocas, las llamadas sin respuesta, la identidad dolorosamente recuperada, los espejos que envejecen las imágenes, la inminencia de la muerte, el regreso de la conciencia con máscara de fantasma, y los guiños compartidos: el fútbol, el cine, Viglietti, el subcomandante Marcos...
Mario Benedetti nos revela el mundo, ya como poesía, ya como trampa, y siempre como promesa. Benedetti convoca a la emoción original apelando a sus mejores recursos: el humor más inteligente, la ironía más punzante, la ternura más conmovedora.
Es éste un verdadero mosaico de emociones entre señales de humo, naufragios, sueños y cartas arrojadas al centro del corazón: 
"Dejo mi brújula con la advertencia de que el norte es el sur y viceversa; dejo mi calle y su empedrado, dejo mi esquina y sus sorpresas; dejo mi puerta con sus cuatro llaves; dejo mi umbral con tus pisadas tenues".


Terapia de soledad

Querido mío: Aquí estoy, en mi isla, que no es exactamente eso, ya que no está rodeada de mar sino de vegetación, de árboles, de campo propiamente dicho. Pero es una isla en un sentido espiritual. Aunque tampoco es eso, ya que estoy rodeada de lejanas presencias y cercanas ausencias, del recuerdo de otros y de las corrientes de mi propia memoria. ¿Te parezco complicada? Puede ser. Bien sabes que de un tiempo a esta parte sentía la necesidad de aislarme, de reencontrarme con mi soledad perdida (Marcel Proust viejo y peludo!). Por suerte lo entendiste y te confieso que esa comprensión aumentó mi amor (y también mi respeto) hacia vos. Estoy convencida de que el respeto por la soledad del ser amado es una de las menos frecuentes pero más entrañables formas del amor, ¿no te parece?


 Creo que los diez años de bien llevado matrimonio precisaban de esta afirmación de nuestras dos identidades. Es un regalo del destino que seamos tan distintos, algo que nos habilita a descubrirnos casi a diario, a que cada uno celebre en su fuero interno el hallazgo del otro. Esto de "fuero interno" siempre me ha parecido una contradicción gastada, inadecuada e inútil. "Fuero" es tan parecido a "fuera" (ya sé que vienen de etimologías distintas) e "interno" tan cercano a "intimidad". Esa expresión, "fuero interno", ¿habrá querido expresar en sus orígenes una intimidad hecha pública, volcada hacia fuera, o sea lo contrario de lo que hoy significa?
 Pero retomo el hilo de mi sabia reflexión. Seré caótica pero no tarada. Una pregunta indiscreta: ¿cómo te sientes sin mi? ¿Rodeado, como es habitual, de trabajo, de amigos leales y desleales, y también de mujeres guapas y guapísimas? Dada esa circunstancia, tendría buenos motivos para mis celos. Pero para mi condena, no soy celosa. Ah, no te ilusiones, puedo serlo.
 Tú en cambio no tienes ninguna razón para los celos, ya que aquí no estoy rodeada de hombres guapos, sino de pinos, eucaliptus, ranas canoras, amaneceres y crepúsculos, y, en ocasiones, de un silencio nocturno tan compacto que a veces me despierta y hasta me desvela, tan habituados estamos al ruido enloquecedor, cercano o lejano, de las ciudades. Sólo en algunos insomnios me acompañan los grillos, cuya monotonía coral me lo confirma como precursores del canto gregoriano. ¿No estarás celoso de los grillos, verdad? Te aclaro que su pequeñez los hace invisibles, así que ni siquiera sé si son guapos (como grillos, claro). Supongo que también entre ellos habrá cánones de belleza; que habrá grillos equivalentes a Robert Redford y otros feos como Peter Lorre.
 Lo cierto es que, dormida o despierta, he estado haciendo balance de mi misma. No te voy a contar, por ahora, cuál es el saldo. Para hacerlo, tengo que decírtelo en la cama, desnudo tú y desnuda yo, después de fornicar como Dios manda, mirándote a los ojos para que esos ojos tuyos me vayan comunicando tu respuesta o al menos tu comentario. Todavía creo (te lo dije hace mucho, cuando ya vivíamos juntos pero no habíamos cometido el pecado venial de casarnos) que nuestro mejor diálogo ha sido el de las miradas. Las palabras, consciente o inconscientemente, a menudo mienten, pero los ojos nunca dejan de ser veraces. Si alguna vez he pretendido mentir a alguien con la mirada, los párpados se me caen, bajan espontáneamente su cortina protectora, y ahí se quedan hasta que yo y mis ojos recuperamos la obligación de la verdad. Con las palabras todo es más complejo, pero aún así, si las palabras tratan de engañar, los ojos suelen desmentir a la boca.
Retomando de nuevo el hilo conductor, te diré que la soledad es como un tónico y también una cura de modestia. Un tónico porque, con tanto tiempo y espacio para reflexionar, una va detectando de que sirve y qué no sirve en los recovecos del alma propia. Y cura de modestia, porque a la estricta soledad no tienen cabida lo halagos fallutos, ni los mimos a la vanidad, ni siquiera (no es mi caso) el perdón de los confesionarios.
 Mi soledad está además poblada de pájaros. Siempre he sido una analfabeta en cuanto a ornitología, de modo que jamás pude ni podré diferenciar el canto de una calandria del de un zorzal, el monólogo de un mirlo del de un jilguero, y en este tramo de mi vida no pienso especializarme en ciencia pajarera, de modo que he decidido ponerles nombres. Verbigracia: a uno de esos cantautores alados lo llamo Fabricio; a otro, Segismundo; a otro, Venancio; a otro más, Rigoberto. Lo cierto es que cuando los llamo por los nombres de mi particular nomenclatura, ellos me responden con una parrafada de trinos.
 ... Querido: retomo esta carta una semana después de la parrafada de trinos. Ya llevo más de un mes en mi isla verde. Se me ocurre que ya he reflexionado lo suficiente y además he empezado a extrañarte de forma casi enfermiza.
 Así como antes sentí la imperiosa necesidad de un aislamiento, ahora tengo una añoranza terrible de tus manos, de tu boca, de tu abrazo, de tu cuerpo en fin. Confío, compañero, que con estos conmovedores llamados no se le vaya a llenar el tafanario (aclaro que este sinónimo de culo lo aprendía ayer) de papelitos, eh.
 Llegaré el lunes. Te aviso con tiempo suficiente como para que desalojes de nuestra confortable cama doble a cualquier intrusa y su cuerpo del delito. Te lo digo de broma, claro. O no. Te lo digo en serio. A desalojar, a desalojar, con música de Viglietti. Te anticipo que esta temporada de soledad me ha vuelto muy apetitosa. Besos y besos, de tu Natalia.


Libro en PDF

Rayuela, Julio Cortázar

"La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo (Et tous nos amours, sollozó Emmanuèle boca abajo), lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar".
Rayuela. Cap. 36.
Julio Cortázar ( Ixelles, 1914 - París, 1984 ).

jueves, 26 de diciembre de 2019

Abel Pintos - El Adivino (Official Audio)

"Porque nadie ha sentido tu ausencia que sufro en silencio
Te juro que no, te juro que no

Ya quisiera aprender a soltar un conjuro a tus ojos
Que me siguen allí donde voy, en mi rumbo perdido
Si te ocurre llegar a pensar que te he echado al olvido
Te juro que no, te juro que no...

Ojalá se me haga costumbre el dolor y no duela..."
A la soledad le hice la cruz
A la libertad la he perdido contigo
A la claridad canté la canción de un amigo
Este amor tenaz, lo guardo conmigo

A la luz del sur le cumplo promesas
A la virgen y a Dios agradezco la vida
Y maldigo y enciendo una vela queriendo arrancar de mi piel
El recuerdo cruel que envenena mi herida

Adivino el futuro con sólo tomarle la mano
Y le cambio la suerte del día a cualquier ser humano
Porque nadie ha sentido tu ausencia que sufro en silencio
Te juro que no, te juro que no

Ya quisiera aprender a soltar un conjuro a tus ojos
Que me siguen allí donde voy, en mi rumbo perdido
Si te ocurre llegar a pensar que te he echado al olvido
Te juro que no, te juro que no

Adivino el futuro con sólo tomarle la mano
Y le cambio la suerte del día a cualquier ser humano
Porque nadie ha sentido tu ausencia que sufro en silencio
Te juro que no, te juro que no

Ojalá se me haga costumbre el dolor y no duela
Ojalá me disparen un día en el medio del alma
Porque ya no consigo sin ti conformarme con nada
Te juro que no, te juro que no-

Estados

Para sanar físicamente, debemos primero sanar nuestra mente, asumir que nuestros pensamientos negativos nos destruyen, dejar atrás situaciones que ya no tienen solución. Solo tu puedes hacerlo, las terapias alternativas te abren los ojos para que veas cual es tu realidad y de ahí empezar a sanar mental y físicamente.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Carl Jung

Quien mira hacia fuera sueña. Quien mira hacia adentro despierta”
 Carl Jung

Odysséas Elýtis: Clima de la ausencia

«…Las lágrimas que me traicionaron, con humillaciones
se hacen brisas y pájaros sin tarde…»

«Clima de la ausencia»

I
Todas las nubes a la tierra se confesaron
Tomó su puesto una pena mía
Y entre mis cabellos cuando se puso melancólica
La mano impenitente
Quedé atado en un nudo de tristeza.
II
La hora se olvidó atardeciendo
Sin recuerdos
Con su silente árbol
Hacia el mar
Se olvidó atardeciendo
Sin un aleteo
Con su vista inmóvil
Hacia el mar
Atardeciendo
Sin amor
Con su boca inflexible
Hacia el mar
Y yo – en la Serenidad que he hechizado.
III
La tarde
Y su imperial aislamiento
Y el cariño de sus vientos
Y su temerario destello
Nada que no venga Nada
Que no se marche
Todas las frentes desnudas
Y por sentimiento un cristal.
Odysséas Elytis
De: «Orientaciones»
Traducción de Ramón Irigoyen

lunes, 23 de diciembre de 2019

Día de la flor Nacional

La flor del ceibo - también denominada seibo, seíbo o bucaré - fue declarada flor nacional por decreto del Poder Ejecutivo Nacional el 23 de Diciembre del año 1942, como resultado de una encuesta realizada por un diario, de la que participaron unas 20.000 personas.
El ceibo es un árbol originario de América. Se lo encuentra en Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay. Crece en las riberas del Paraná y del Río de la Plata, pero también cerca de cursos de agua, lagos y zonas pantanosas.
Sus flores son grandes y de un rojo carmín - científicamente denominadas Erythrina crista-galli (“roja cresta de gallo”), utilizada para teñir telas. Su madera, blanca amarillenta y muy blanda, se utiliza para fabricar algunos artículos de peso reducido. Sus raíces son sólidas y se afirman al suelo contrarrestando la erosión que provocan las aguas.
El decreto 138474 resalta como motivos de la elección:
Que su flor ha sido evocada en leyendas aborígenes y cantada por poetas, sirviendo también de motivo para trozos musicales que han enriquecido nuestro folklore.
Que su color figura entre los que ostenta nuestro escudo, expresión de argentinidad y emblema de nuestra patria.
Su extraordinaria resistencia al medio y su fácil multiplicación han contribuido a la formación geológica del delta mesopotámico, orgullo del país y admiración del mundo.
Que no existe en la República una flor que encierre características botánicas, fitogeográficas, artísticas o históricas que hayan merecido la unanimidad de las opiniones para asignarle jerarquía de flor nacional.

La leyenda de nuestra flor
Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños.
Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad. Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.
El grito del moribundo carcelero despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera. La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado.
Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro. Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.