"Lo que sueñes no importa, lo que importa es alguien que crea en tus sueños, y sueñe contigo en ellos."
jueves, 31 de mayo de 2018
miércoles, 30 de mayo de 2018
La lluvia inspiradora
La lluvia es un fenómeno tremendo. En ciertas culturas, incluso en una mente infantil, a veces, se puede
imaginar que llueve porque el cielo está llorando. Puede estar llorando por tristeza o por emoción, de
rabia o de alegría, con fuerza o con silencio…
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto
Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...
Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
imaginar que llueve porque el cielo está llorando. Puede estar llorando por tristeza o por emoción, de
rabia o de alegría, con fuerza o con silencio…
La lluvia es una paradoja. Un conflicto interno que siempre, siempre evoca una acción o su reacción. Desde la alegría de saltar en charcos hasta las ganas de quedarse dormido al ritmo de las gotas que caen tomando la decisión de ir con paraguas o dejarse mojar.
La lluvia es violenta y apasionada, es fiel y leal. Toma varias formas y nombres: llovizna – u orballo o calabobos, también xirimiri –, lluvia, chubasco … granizo, aguacero, diluvio y tormenta…
Cada lluvia es un recuerdo, un momento que se fija y se acompaña de una música latente, suave y tan ambigua como el tiempo. Porque en realidad, la lluvia no es ni triste ni alegre, es un reflejo de nuestro estado de ánimo. A veces parece alegre y llena de ilusión. La lluvia tiene su poesía y su música…
La lluvia
Jorge Luis Borges
Bruscamente la tarde se ha aclarado Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto
Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
Llueve en silencio
Fernando Pessoa
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...
Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
Lluvia
Federico García Lorca
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable, una música humilde se despierta con ella que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse. El contacto ya frío de cielo y tierra viejos con una mansedumbre de atardecer constante.
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares. La que derrama vida sobre las sementeras y en el alma tristeza de lo que no se sabe.
La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde, o la ilusión inquieta de un mañana imposible con la inquietud cercana del color de la carne.
El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre, pero nuestro optimismo se convierte en tristeza al contemplar las gotas muertas en los cristales.
Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.
Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante. Son poetas del agua que han visto y que meditan lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave, lluvia buena y pacifica que eres la verdadera, la que llorosa y triste sobre las cosas caes!
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales! Cuando sobre los campos desciendes lentamente las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.
El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje los comenta llorando mi corazón desierto en un negro y profundo pentágrama sin clave.
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable, tengo en el horizonte un lucero encendido y el corazón me impide que corra a contemplarte.
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante; das al alma las mismas nieblas y resonancias que pones en el alma dormida del paisaje! |
La Tregua, Mario Benedetti
"Lo qué uno quiere de verdad, es lo que está hecho para uno; entonces hay que tomarlo, o intentar: en eso se te puede ir la vida, pero es una vida mucho mejor...
Mario Benedetti
Buda
En nuestras vidas, el cambio es inevitable, la pérdida es inevitable. En la adaptabilidad y facilidad con la que experimentamos el cambio, se encuentra nuestra felicidad y la libertad.
Buda
sábado, 26 de mayo de 2018
Alejandra Pizarnik, Poema 3
Sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra
miércoles, 23 de mayo de 2018
martes, 22 de mayo de 2018
La Manufacture Nationale des Gobelins en el Museo Nacional de Bellas Artes de buenos Aires
Un gobelino es un tapiz hecho en la Manufacture Royale des Gobelins de Paris o una imitación suya. Entre los gobelinos son famosas las series de La historia de Constantino, Las Musas, La historia de Alejandro, La vida de Moisés y Don Quijote.
La Manufacture Nationale des Gobelins debe su nombre a Jehan Gobelin, joven tintorero que, en el siglo XV, instaló su taller de teñido de textiles en París, a orillas del Bièvre. En 1662, el rey Luis XIV compró el hotel des Gobelins para agrupar allí los talleres parisinos de tejido: nacía así la fábrica real. En 1936, la institución ingresó en la esfera del Mobiliario Nacional, guardamuebles de los palacios franceses, junto con la manufactura de Beauvais. Sus colecciones, de una riqueza excepcional, poseen en la actualidad alrededor de 5500 tapices.
Hasta el 19 de agosto en las salas 31 a 33 del Bellas Artes se exhiben 14 gobelinos antiguos, modernos y contemporáneos que integran la muestra de la fábrica parisina de gobelinos.
Hasta el 19 de agosto en las salas 31 a 33 del Bellas Artes se exhiben 14 gobelinos antiguos, modernos y contemporáneos que integran la muestra de la fábrica parisina de gobelinos.
Para esta obra, se elaboró una técnica de tejido específica, que limita la paleta cromática y permite matizar los tonos: la yuxtaposición de tres colores semejantes en una misma lanzadera, explorando al máximo las posibilidades del textil. El resultado es un acabado símil acuarela, como si una parte de los colores hubiera sido diluida o difuminada.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, la fábrica francesa de gobelinos ya no se orienta únicamente hacia pintores para obtener modelos, sino también hacia escultores, arquitectos y artistas conceptuales.
La escultora argentina Alicia Penalba (1913-1982) colabora en los años 70 con el taller de investigación experimental de las manufacturas nacionales en torno a nuevas técnicas de tejido.
En esta obra, que a primera vista parece imitar una caligrafía con tinta china esbozada a grandes pinceladas, el universo escultórico de Penalba se manifiesta a través del contraste del negro y el blanco, que crea un efecto de relieve en ésta “Composición fondo blanco” se exhibe en el Bellas Artes como parte de la muestra.
La escultora argentina Alicia Penalba (1913-1982) colabora en los años 70 con el taller de investigación experimental de las manufacturas nacionales en torno a nuevas técnicas de tejido.
En esta obra, que a primera vista parece imitar una caligrafía con tinta china esbozada a grandes pinceladas, el universo escultórico de Penalba se manifiesta a través del contraste del negro y el blanco, que crea un efecto de relieve en ésta “Composición fondo blanco” se exhibe en el Bellas Artes como parte de la muestra.
Tejido en París entre 2003 y 2008, el tapiz “El sol no sale para todos” fue elaborado a partir de modelos del artista argentino Antonio Seguí. En esta serie, el pintor y escultor nacido en Córdoba en 1934 presenta un mundo plagado de personajes de fisonomías lúdicas, a menudo grotescas, cuyos cuerpos se tocan sin escrúpulos, se exhiben o se chocan con violencia. La técnica del tejido característica de la Manufacture des Gobelins, con hilos apretados, refuerza la alusión a esa red de personajes que forman una multitud compacta.
La obra forma parte de la muestra “El tapiz del General San Martín: historia de una restauración”, que presenta una selección de gobelinos franceses basados en modelos de artistas antiguos y contemporáneos, como Joan Miró, Sonia Delaunay y Alicia Penalba, entre otros.
La obra forma parte de la muestra “El tapiz del General San Martín: historia de una restauración”, que presenta una selección de gobelinos franceses basados en modelos de artistas antiguos y contemporáneos, como Joan Miró, Sonia Delaunay y Alicia Penalba, entre otros.
domingo, 20 de mayo de 2018
sábado, 19 de mayo de 2018
Chavela Vargas
“La soledad no me debilita, me fortalece, me llena de algo extraño que me nutre, me habla de noche, me cuenta cuentos, historias que son verdad, que son verdades”.
Chavela Vargas
viernes, 18 de mayo de 2018
Mila Kundera, la insoportable levedad del ser
“Aquel que quiere permanentemente llegar más alto tiene que contar con que algún día le invadirá el vértigo. ¿Qué es el vértigo? ¿El miedo a la caída? Pero ¿Por qué también tenemos vértigo en un mirador provisto de una vaya segura? El vértigo es algo diferente del miedo a la caída, el vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos trae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados”
Jaime Sabines, Enamoramiento fugáz
"La poesía ocurre como un accidente, un atropello, un enamoramiento, un crimen; ocurre diariamente a solas, cuando el corazón del hombre se pone a pensar en la vida.
Vista, sentida así, la poesía es una verdadera maldición -y, claro, por momentos, una verdadera bendición. Sólo quedamos tranquilos cuando deshuesamos el poema, cuando le rompemos el espinazo y, por supuesto, nunca lo logramos. Siempre continúan las malditas palabras tan fuertes, tan inamovibles, tan necesarias como el aire."
Vista, sentida así, la poesía es una verdadera maldición -y, claro, por momentos, una verdadera bendición. Sólo quedamos tranquilos cuando deshuesamos el poema, cuando le rompemos el espinazo y, por supuesto, nunca lo logramos. Siempre continúan las malditas palabras tan fuertes, tan inamovibles, tan necesarias como el aire."
Jaime Sabines
jueves, 17 de mayo de 2018
Ernesto Sabato- El túnel
A veces creo que nada tiene sentido.
En un planeta minúsculo, que corre
hacia la nada desde millones de años,
nacemos en medio de dolores, crecemos,
luchamos, nos enfermamos, sufrimos,
hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren
y otros están naciendo para volver a empezar
la comedia inútil.
En un planeta minúsculo, que corre
hacia la nada desde millones de años,
nacemos en medio de dolores, crecemos,
luchamos, nos enfermamos, sufrimos,
hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren
y otros están naciendo para volver a empezar
la comedia inútil.
miércoles, 16 de mayo de 2018
Eduardo Galeano
Mientras escribía palabras que querían a la gente, Julio Cortázar iba haciendo su viaje, viaje al revés, por el túnel del tiempo. Estaba yendo desde el final hacia el principio: del desaliento al entusiasmo, de la indiferencia a la pasión, de la soledad a la solidaridad. A sus casi setenta años, era un niño que tenía todas las edades a la vez. Pájaro que vuela hacia el huevo: Cortázar iba desandando vida, año tras año, día tras día, rumbo al abrazo de los amantes que hacen el amor que los hace. Y ahora muere, ahora entra en la tierra, como entrando en mujer regresa el hombre al lugar de donde viene.
Tamara de Lempicka
Tamara de Lempicka
1898-1980
Tamara de Lempicka pintó en la época de entreguerras el glamour, la sofisticación, la elegancia y la modernidad… Lo que conocemos como Art- Decó. La artista se convertiría en una de las cabezas visibles de este movimiento.
Los retratos, desnudos y otras escenas de Tamara de Lempicka son una ventana a la alta burguesía adinerada y la decadente aristocracia de entreguerras. Casi se percibe el perfume a Chanel y se puede sentir al Gran Gatsby, entre lo underground y el lujo total.
Los retratos, desnudos y otras escenas de Tamara de Lempicka son una ventana a la alta burguesía adinerada y la decadente aristocracia de entreguerras. Casi se percibe el perfume a Chanel y se puede sentir al Gran Gatsby, entre lo underground y el lujo total.
Tamara de Lempicka, nació como Maria Górska en Polonia y nunca le faltó el dinero. Su biografía, falseada por ella misma, está repleta de misterios. Sabemos que odiaba el comunismo ya que la revolución destrozó su cómoda vida aristocrática de fiestas en la Rusia pre-revolucionaria, cuando estudió arte en Petrogrado.
Emigrada en París surgen signos de debilidad económica y Tamara se ve obligada a pintar. En pocos años, su personalísima técnica y elegante estilo, además de sus contactos, la convierten en la pintora de moda. Toda la burguesía y la nobleza quieren uno de sus retratos, y Tamara se convierte en una extraordinaria retratista. Pronto puede volver a permitirse su despreocupado tren de vida.
Se forja entonces la leyenda de Tamara de Lempicka, increíblemente hermosa y moderna, amante del hedonismo, las fiestas, las orgías, la cocaína y la bisexualidad. Una vida decadente que sirvió de inspiración para la mayoría de sus cuadros, que retrataban en gran parte, la fauna del París de la alta burguesía.
Al estallar la II Guerra, se mercha a los Estados Unidos, donde sigue teniendo éxito, quizás más como baronesa que como pintora, ya que la llama del art-decó se está apagando.
Al estallar la II Guerra, se mercha a los Estados Unidos, donde sigue teniendo éxito, quizás más como baronesa que como pintora, ya que la llama del art-decó se está apagando.
Se percibe en su obra un amor por Ingres. Pero también Boticelli y el Manierismo en general. El desnudo y el retrato son sus principales géneros. Hombres elegantemente vestidos, o bien mujeres etéreas, con las telas de sus vestidos flotando.
Se quiso ver también ciertos rasgos propios del cubismo en su obra, y desde luego la artista tuvo contacto con el movimiento, adoptando cierta geometrización en algunas de sus obras. De hecho, el eclecticismo es quizás lo más característico de su producción.
martes, 15 de mayo de 2018
Tal vez no sepas nunca cuándo y cómo..., Julia Prilutzky Farny
Tal vez no sepas nunca cuándo y cómo
quise salvar mi amor, tu amor. El nuestro.
Una vez será tarde.
Yo presiento
esa herida que avanza,
ese cierto dolor de no querernos.
Cómo decirte ahora:
mírame aún, así, trata de verme
como soy, duramente.
Con mi ternura. Claro, y mis tormentas.
Cómo decirte: sálvalo, si quieres
y cuídalo. Se te ha ido de las manos,
se me va de la sangre y no regresa.
Cómo decirte que te quiero menos
y que quiero quererte como entonces.
Y que entiendas
y no te encierres más.
Y me dejes creer en ti, de nuevo.
Cómo decirte nada.
Un día será tarde. Tarde y lejos.
quise salvar mi amor, tu amor. El nuestro.
Una vez será tarde.
Yo presiento
esa herida que avanza,
ese cierto dolor de no querernos.
Cómo decirte ahora:
mírame aún, así, trata de verme
como soy, duramente.
Con mi ternura. Claro, y mis tormentas.
Cómo decirte: sálvalo, si quieres
y cuídalo. Se te ha ido de las manos,
se me va de la sangre y no regresa.
Cómo decirte que te quiero menos
y que quiero quererte como entonces.
Y que entiendas
y no te encierres más.
Y me dejes creer en ti, de nuevo.
Cómo decirte nada.
Un día será tarde. Tarde y lejos.
lunes, 14 de mayo de 2018
Poema 20, "Puedo escribir los versos más tristes..." (Fragmento)
"Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos verso que yo le escribo."
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos verso que yo le escribo."
La carta en el camino, Pablo Neruda
"Amor cuando te digan
que te olvidé, y aún cuando
sea yo quien te lo dice,
cuando yo te lo diga,
no me creas."
domingo, 13 de mayo de 2018
La muerte como imagen poética
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Federico García Lorca, Romancero gitano Una de las principales características de la obra de Federico García Lorca es la forma en que retrata al ser humano y su entorno, la manera de describir su relación con la tierra, lo esencial y lo primitivo. Obra de «raíces telúricas», le llama el hispanista de origen irlandés Ian Gibson a los trabajos del poeta granadino. Y es que el universo lorquiano se nutre de elementos que involucran aspectos humanos esenciales —como el amor, el deseo o la muerte— a partir de una precisa visión poética de escenarios cotidianos.
Un libro como Romancero gitano (1928), más allá de retratar a su querida Andalucía —no la del folclor, la del flamenco y las tradiciones, sino aquella «que no se ve», como señaló el poeta—, cobra un sentido universal con la descripción del hombre y su fatalidad ineludible. Como bien anotó el poeta madrileño Pedro Salinas en sus Ensayos completos, la poesía de Lorca está sometida al imperioso dominio de la muerte, a su poder único y sin rival: «El destino de casi todos los personajes que Lorca pone en pie, así en sus romances como en sus tragedias, es la muerte».
Un ejemplo de esto es el poema ‘Muerte de Antoñito el Camborio’, en el que el autor describe el asesinato de un hombre cerca del río Guadalquivir. Este personaje, al cual García Lorca denomina como un gitano verdadero, lucha contra «voces antiguas que cercan» su «voz de clavel varonil». Llama la atención cómo el poeta describe esta pelea, resaltando el coraje y la audacia del protagonista, quien a pesar de encontrarse en desventaja «bañó con sangre enemiga/ su corbata carmesí».
De igual forma, en ‘Romance sonámbulo’, uno de sus poemas más conocidos, la muerte parece habitar toda esa atmósfera onírica que describe Lorca: Los tres personajes son como almas en pena lamentando su destino. Los versos iniciales describen a una gitana de «verde carne» y «pelo verde» esperando en una baranda —luego se entiende que esperaba a su amante—. Después se incluye el diálogo de dos compadres que suben a donde ella estaba, dejando un rastro de sangre y lágrimas en el camino. Uno de ellos, el amante de la gitana, le ofrece al otro todo lo que lleva consigo, a cambio de una cama para morir decentemente: «¿No ves la herida que tengo/ desde el pecho a la garganta?», le pregunta a su acompañante. Al final del poema, la gitana que lo esperaba en la baranda flota muerta sobre el agua de un aljibe. El color verde de su carne y de su pelo representa la muerte, una muerte que también está en el «verde viento» y en las «verdes ramas». Otros elementos que son símbolos de muerte en este libro son los caballos y sus jinetes, así como la luna y la sangre.
En su obra Poeta en Nueva York (1940), redactada luego de su visita a Estados Unidos en junio de 1929, también se puede advertir la presencia de la muerte como un elemento poético. Sin embargo, en textos como ‘La aurora’ el enfrentamiento con la muerte deja de ser la experiencia individual retratada en varios de sus romances, para ser una ‘vivencia’ colectiva; el síntoma de una ciudad estéril, llena de «aguas podridas» —el agua estancada es otro símbolo de muerte para Lorca—, sumida en un sistema de producción esclavizante para el ser humano, donde «la aurora llega y nadie la recibe en su boca/ porque allí no hay mañana ni esperanza posible».
En una conferencia que dio el poeta sobre este libro y su visita a dicha ciudad, el granadino se refiere al Wall Street como el lugar donde llegan las riquezas de todas partes del planeta, pero con ellas también llega la muerte: «En ningún sitio del mundo se siente como allí la ausencia total del espíritu». Para Lorca, la forma de vida que contempló en espacios como estos se constituye como la verdadera forma de muerte, la real, «la muerte sin esperanza, la muerte que es podredumbre y nada más», diría luego. En este sentido, retomando el poema antes mencionado, podrían citarse los siguientes versos:
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
Su visión poética de la muerte también fue representada en varias de sus obras teatrales. Entre ellas se pueden mencionar sus tragedias rurales Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. Esta última cuenta la historia de una mujer que, tras enviudar por segunda vez a sus 60 años, decide guardar un luto inquebrantable y riguroso recluyéndose en su casa, donde vive con sus cinco hijas. El terrible encierro que Bernarda hace vivir a sus hijas es el escenario perfecto para retratar el drama de las mujeres del campo en España, del fanatismo religioso, las costumbres rurales y la moral, entre otros temas. La muerte en esta obra también se identifica con el color verde, elemento que anticipa el trágico final de Adela, quien usa un vestido de ese tono.
Para Salinas, el interés de Lorca por la muerte estaba vinculada a la propia cultura española, a una conciencia de la existencia terrenal del hombre en la que la muerte viene a ser un estímulo, un signo que permite el sentido total de la vida: «A lo largo de su producción, el poeta ha ido desahogándose el pecho de ese sofoco de muertos, convirtiéndoles en criaturas poéticas».
Lo cierto es que la misma muerte que tantas veces representó en su obra, evocándola a través de sus frecuentes y afiladas metáforas, le llegó un día también, quizás, con el mismo dramatismo de algunos de sus personajes. Una muerte que quedó impune y que aún —después de ochenta años— sigue generando controversias, ya que nunca se supo el paradero exacto del cuerpo del poeta granadino, de aquel hombre que, en palabras de su amigo el nobel español Vicente Aleixandre, «era la simpatía elevada a fenómeno cósmico».
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/carton-piedra/34/la-muerte-como-imagen-poetica
Si va a hacer uso de la misma, por favor, cite nuestra fuente y coloque un enlace hacia la nota original. www.eltelegrafo.com.ec
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Federico García Lorca, Romancero gitano Una de las principales características de la obra de Federico García Lorca es la forma en que retrata al ser humano y su entorno, la manera de describir su relación con la tierra, lo esencial y lo primitivo. Obra de «raíces telúricas», le llama el hispanista de origen irlandés Ian Gibson a los trabajos del poeta granadino. Y es que el universo lorquiano se nutre de elementos que involucran aspectos humanos esenciales —como el amor, el deseo o la muerte— a partir de una precisa visión poética de escenarios cotidianos.
Un libro como Romancero gitano (1928), más allá de retratar a su querida Andalucía —no la del folclor, la del flamenco y las tradiciones, sino aquella «que no se ve», como señaló el poeta—, cobra un sentido universal con la descripción del hombre y su fatalidad ineludible. Como bien anotó el poeta madrileño Pedro Salinas en sus Ensayos completos, la poesía de Lorca está sometida al imperioso dominio de la muerte, a su poder único y sin rival: «El destino de casi todos los personajes que Lorca pone en pie, así en sus romances como en sus tragedias, es la muerte».
Un ejemplo de esto es el poema ‘Muerte de Antoñito el Camborio’, en el que el autor describe el asesinato de un hombre cerca del río Guadalquivir. Este personaje, al cual García Lorca denomina como un gitano verdadero, lucha contra «voces antiguas que cercan» su «voz de clavel varonil». Llama la atención cómo el poeta describe esta pelea, resaltando el coraje y la audacia del protagonista, quien a pesar de encontrarse en desventaja «bañó con sangre enemiga/ su corbata carmesí».
De igual forma, en ‘Romance sonámbulo’, uno de sus poemas más conocidos, la muerte parece habitar toda esa atmósfera onírica que describe Lorca: Los tres personajes son como almas en pena lamentando su destino. Los versos iniciales describen a una gitana de «verde carne» y «pelo verde» esperando en una baranda —luego se entiende que esperaba a su amante—. Después se incluye el diálogo de dos compadres que suben a donde ella estaba, dejando un rastro de sangre y lágrimas en el camino. Uno de ellos, el amante de la gitana, le ofrece al otro todo lo que lleva consigo, a cambio de una cama para morir decentemente: «¿No ves la herida que tengo/ desde el pecho a la garganta?», le pregunta a su acompañante. Al final del poema, la gitana que lo esperaba en la baranda flota muerta sobre el agua de un aljibe. El color verde de su carne y de su pelo representa la muerte, una muerte que también está en el «verde viento» y en las «verdes ramas». Otros elementos que son símbolos de muerte en este libro son los caballos y sus jinetes, así como la luna y la sangre.
En su obra Poeta en Nueva York (1940), redactada luego de su visita a Estados Unidos en junio de 1929, también se puede advertir la presencia de la muerte como un elemento poético. Sin embargo, en textos como ‘La aurora’ el enfrentamiento con la muerte deja de ser la experiencia individual retratada en varios de sus romances, para ser una ‘vivencia’ colectiva; el síntoma de una ciudad estéril, llena de «aguas podridas» —el agua estancada es otro símbolo de muerte para Lorca—, sumida en un sistema de producción esclavizante para el ser humano, donde «la aurora llega y nadie la recibe en su boca/ porque allí no hay mañana ni esperanza posible».
En una conferencia que dio el poeta sobre este libro y su visita a dicha ciudad, el granadino se refiere al Wall Street como el lugar donde llegan las riquezas de todas partes del planeta, pero con ellas también llega la muerte: «En ningún sitio del mundo se siente como allí la ausencia total del espíritu». Para Lorca, la forma de vida que contempló en espacios como estos se constituye como la verdadera forma de muerte, la real, «la muerte sin esperanza, la muerte que es podredumbre y nada más», diría luego. En este sentido, retomando el poema antes mencionado, podrían citarse los siguientes versos:
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
Su visión poética de la muerte también fue representada en varias de sus obras teatrales. Entre ellas se pueden mencionar sus tragedias rurales Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. Esta última cuenta la historia de una mujer que, tras enviudar por segunda vez a sus 60 años, decide guardar un luto inquebrantable y riguroso recluyéndose en su casa, donde vive con sus cinco hijas. El terrible encierro que Bernarda hace vivir a sus hijas es el escenario perfecto para retratar el drama de las mujeres del campo en España, del fanatismo religioso, las costumbres rurales y la moral, entre otros temas. La muerte en esta obra también se identifica con el color verde, elemento que anticipa el trágico final de Adela, quien usa un vestido de ese tono.
Para Salinas, el interés de Lorca por la muerte estaba vinculada a la propia cultura española, a una conciencia de la existencia terrenal del hombre en la que la muerte viene a ser un estímulo, un signo que permite el sentido total de la vida: «A lo largo de su producción, el poeta ha ido desahogándose el pecho de ese sofoco de muertos, convirtiéndoles en criaturas poéticas».
Lo cierto es que la misma muerte que tantas veces representó en su obra, evocándola a través de sus frecuentes y afiladas metáforas, le llegó un día también, quizás, con el mismo dramatismo de algunos de sus personajes. Una muerte que quedó impune y que aún —después de ochenta años— sigue generando controversias, ya que nunca se supo el paradero exacto del cuerpo del poeta granadino, de aquel hombre que, en palabras de su amigo el nobel español Vicente Aleixandre, «era la simpatía elevada a fenómeno cósmico».
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/carton-piedra/34/la-muerte-como-imagen-poetica
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sábado, 12 de mayo de 2018
ANTIGUA BENDICIÓN CELTA.
"Que el camino salga a tú encuentro. Que el viento esté siempre detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos, y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano.
Que vivas por el tiempo que tú quieras, y siempre quieras vivir plenamente. Recuerda olvidar las cosas que te entristecieron pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron.
Recuerda siempre olvidar a los amigos falsos pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles. Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron, pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.
Que el día más triste de tu futuro no sea peor que el día más feliz de tu pasado.
Que nunca caiga el techo encima de ti y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan. Que siempre tengas palabras cálidas en un anochecer frío, una luna llena en una noche oscura y que el camino siempre se abra a tu puerta.
Que vivas más de cien años con un año extra para arrepentirte. Que el Señor te guarde en su mano, y no apriete mucho su puño.
Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen, los ángeles te protejan y el cielo te acoja y que la fortuna de las Colinas Celtas te abrace.
Que las bendiciones de San Patricio te contemplen.
Que tus bolsillos estén siempre pesados y ligero tu corazón.
Que la buena suerte te persiga y que cada día y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebida junto al fuego, risas que te consuelen, aquellos a quienes amas y que se colme tu corazón con todo lo que desees.
Que Dios este contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos.
Que el infortunio te sea breve y te deje rico en bendiciones.
Que no conozcas nada más que felicidad desde este día en adelante.
Que Dios te conceda años de vida, de seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes Ángeles.
“Dos alianzas", Gabriel A. Jacovkis Polack
Espera.
Piensa dónde está
o cuándo o con quién.
Las arrugas en su rostro le dibujan el pasado.
Dos alianzas que le acercan la memoria.
Y ese gesto infantil que la delata.
Una niña. Sola en un hogar vacío.
Sin juegos ni recuerdos que le hablen de los juegos.
Cuánta ropa lavada.
Cuántos surcos abiertos en la tierra.
Y el hambre, ese hambre del día y de la noche,
al que los dos sentados a la mesa
engañaban con palabras.
Y ahora que ella come y que cocina
y quiere mirarlo sin las prisas del “mañana al alba al trabajo”,
del dormir, del amar, del criar,
y ahora que puede sonreírle
con la tranquila dulzura del tiempo caminado,
él no está.
Se volaron sus palabras.
¿Con quién habla entonces de la guerra,
de ese tren,
de sus muertos en la noche,
del fusil y el paredón?
Sólo con la alianza, la más grande,
la del luto, de la sangre y del dolor.
Ella espera.
Ella piensa: “ya voy,
ya estoy contigo,
ponte tu alianza y tu sombrero,
bebamos como siempre de aquel vino,
y charlemos por la senda que va al mar”.
Gabriel A. Jacovkis Polack es un músico y escritor argentino, nacido en 1949. Reside desde 1976 en Barcelona (España). Trabaja desde hace años en la relación entre música y poesía y ha realizado varios espectáculos con este tema. En el año 2007 Art i Paraules editó el libro Del alba al ocaso, con poemas del autor y fotografías de Héctor Zampaglione.
Piensa dónde está
o cuándo o con quién.
Las arrugas en su rostro le dibujan el pasado.
Dos alianzas que le acercan la memoria.
Y ese gesto infantil que la delata.
Una niña. Sola en un hogar vacío.
Sin juegos ni recuerdos que le hablen de los juegos.
Cuánta ropa lavada.
Cuántos surcos abiertos en la tierra.
Y el hambre, ese hambre del día y de la noche,
al que los dos sentados a la mesa
engañaban con palabras.
Y ahora que ella come y que cocina
y quiere mirarlo sin las prisas del “mañana al alba al trabajo”,
del dormir, del amar, del criar,
y ahora que puede sonreírle
con la tranquila dulzura del tiempo caminado,
él no está.
Se volaron sus palabras.
¿Con quién habla entonces de la guerra,
de ese tren,
de sus muertos en la noche,
del fusil y el paredón?
Sólo con la alianza, la más grande,
la del luto, de la sangre y del dolor.
Ella espera.
Ella piensa: “ya voy,
ya estoy contigo,
ponte tu alianza y tu sombrero,
bebamos como siempre de aquel vino,
y charlemos por la senda que va al mar”.
Gabriel A. Jacovkis Polack es un músico y escritor argentino, nacido en 1949. Reside desde 1976 en Barcelona (España). Trabaja desde hace años en la relación entre música y poesía y ha realizado varios espectáculos con este tema. En el año 2007 Art i Paraules editó el libro Del alba al ocaso, con poemas del autor y fotografías de Héctor Zampaglione.
viernes, 11 de mayo de 2018
Los imposibles no existen
Creo que no existen los imposibles, que solo sobran los cobardes, que otro mundo es posible, que acá nunca es tarde; que un segundo puede durar toda una vida y una vida puede cambiar en un segundo. Creo que la risa es algo serio y hasta eso hay que tomarlo en broma, que la meta es disfrutar el camino, que solo ahora se escribe el destino.
Creo que no hay amor sin libertad, que de fantasías se hace la realidad; que no hay que perseguir a quien se va, que si quiere volver ya volverá; que no hay que olvidar a quien está, porque lo que es ya no será.
Creo en la gente, en la que siente, en la que abre la mente y entiende que para ser iguales, primero, hay que aceptar que somos diferentes. Creo en los sueños que duermen poco, en los cuerdos que parecen locos, en los besos que van del alma a la boca, en tu piel sin ropa. Creo en los que van tropezando, porque esos son los que andan volando; en los que andan perdidos, porque esos son los que se van encontrando.
Creo que no hay amor sin libertad, que de fantasías se hace la realidad; que no hay que perseguir a quien se va, que si quiere volver ya volverá; que no hay que olvidar a quien está, porque lo que es ya no será.
Creo en la gente, en la que siente, en la que abre la mente y entiende que para ser iguales, primero, hay que aceptar que somos diferentes. Creo en los sueños que duermen poco, en los cuerdos que parecen locos, en los besos que van del alma a la boca, en tu piel sin ropa. Creo en los que van tropezando, porque esos son los que andan volando; en los que andan perdidos, porque esos son los que se van encontrando.