lunes, 31 de octubre de 2016

Paul Eluard


Hay otros mundos...pero están en éste.


Paul Eluard 

Macy Gray - I Try


I Try
Games, changes and fears
When will they go from here
When will they stop
I believe that fate has brought us here
And we should be together babe
But we're not
I play it off, but I'm dreaming of you
And I'll keep my cool, but I'm fiendin'
I try to say goodbye and I choke
Try to walk away and I stumble
Though I try to hide it, it's clear
My world crumbles when you are not here
Goodbye and I choke
I try to walk away and I stumble
Though I try to hide it, it's clear
My world crumbles when you are not here
I may appear to be free
But I'm just a prisoner of your love
And I may seem all right and smile when you leave
But my smiles are just a front
Just a front, hey
I play it off, but I'm dreaming of you
And I'll try to keep my cool, but I'm fiendin'
I try

Hit The Road Jack - Ray Charles (Lyrics)

Hit the road Jack and don't cha come back
No more no more no more no more
Hit the road Jack and don't cha come back
No more
What'd you say
Hit the road Jack and don't cha come back
No more no more no more no more
Hit the road Jack and don't cha come back
No more
Old woman old woman, oh you treat me so mean
You're the meanest old woman that I ever have seen
Well I guess if you say so
I'll have to pack my things and go (that's right)
Hit the road Jack and don't cha come back
No more no more no more no more
Hit the road Jack and don't cha come back
No more
What'd you say
Hit the road Jack and don't cha come back
No more no more no more no more
Hit the road Jack and don't cha come back
No more
Now baby, listen baby, don't you treat me this way
Cause I'll be back on my feet some day
Don't care if you do, cause it's understood
You ain't got no money, you just a no good
Well I guess if you say so
I'll have to pack my things and go (that's right)
Hit the road Jack and don't cha come back
No more no more no more no more
Hit the road Jack and don't cha come back
No more
What'd you say
Hit the road Jack and don't cha come back
No more no more no more no more
Hit the road Jack and don't cha come back
No more
Well
Uh, what you say?
Don't cha come back
No more
Written by Percy Mayfield • Copyright © Peermusic Publishing, Sony/ATV Music Publishing LLC, Universal Music Publishing Group

domingo, 30 de octubre de 2016

Laberintos

La vida es un laberinto a través del cual transitamos como peregrinos en búsqueda de un centro que le dé sentido a la vida.
Mientras lo recorremos, en cierta forma, estamos realizando un viaje heroico, a través del cual debemos pasar y sobrepasar pruebas, con el fin de descubrir la verdad y revelársela a los otros.

Jorge Luis Borges

sábado, 29 de octubre de 2016


“Hoy, antes del alba, subí a las colinas, miré los cielos apretados de luminarias y le dije a mi espíritu: cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas que contienen, ¿Estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo:

No, ganaremos esas alturas para seguir adelante”.

Walt Whitman

viernes, 28 de octubre de 2016

Caminar de forma sagrada

Caminar de forma sagrada es hacer de la vida un arte,
vivir cada momento como si fuera el último,
dar cada paso como si fuera el primero.
Inspirar amor y conciencia
en este frágil cuerpo nuestro
y entrar en el cuerpo mayor
que todos compartimos.
Ver que cada paso debe ser dado
con ligereza, sin forzar nada,
sin crear más ego.
Caminar de manera sagrada
es liberarnos de nuestro sufrimiento
y permitir que la brillante esencia
del momento dirija nuestro siguiente paso.
En un cuerpo abierto,
en una mente abierta,
en un corazón abierto,
las posibilidades son ilimitadas.
La sanación se encuentra por doquier.
Cada paso es precioso.
Cada paso es una nueva sanación...

Alce Negro - Chamán sioux.

De Ischigualasto a Talampaya



En el rojo cañon de Talampaya, las paredes alcanzan los 160 metros de altura.

Son hermanos, geológicamente hablando, y vecinos de frontera. De un lado, San Juan con su valle lunar; del otro, La Rioja y la grandiosidad de un territorio con más pinta de Marte que de este planeta.


Ambas son áreas protegidas: Ischigualasto, una depresión que muestra a flor de tierra sedimentos de la era Mesozoica, es Parque  ProvincialTalampaya, la confirmación de lo que fuera una fecunda expresión de excesos tropicales durante el Triásico, es Parque Nacional. 

Juntos forman una inmensa cuenca donde los rastros prehistóricos se manifiestan entre yacimientos de fósiles y huellas arqueológicas. Una y otra geografía se nos antoja bizarra, pero sólo es la consecuencia de una erosión de viento y agua que se tomó millones de años para modelar las formas a las que bautizamos con nombres que la imaginación asoció con morfologías conocidas.

La fórmula convencional es visitarlos en el mismo día. Los apurados alegan que en dos-tres horas por Parque  es suficiente, y tan contentos. Pero la recomendación de LUGARES es dedicar un día a cada uno. De ansiedad, ni hablar.    

A San Agustín del Valle Fértil


Confieso que me estrené en la visita a estos monumentos naturales, y no tuve mejor idea que viajar con un sanjuanino y un riojano, a los que tuve que soportar discutiendo –educadamente– sobre que Ischigualasto es riojano y Talampaya sanjuanino. Que por qué uno es provincial y el otro nacional. Y así. 

Lo cierto es que bien distintos son y fuera de toda interna, estos Parques pertenecen a la humanidad toda, pues fueron reconocidos como Patrimonio Natural por la UNESCO apenas comenzó este milenio. Más allá de sus atractivos y riquezas, la diferencia entre ambos es bien marcada: Ischigualasto tiene gran valor científico y Talampaya regala vistas impactantes.

¿Cuál conocer primero? Depende por dónde vaya. Hay dos opciones: si arranca en San Juan, lo indicado es hacer base en San Agustín del Valle Fértil; si en La RiojaVilla Unión es la respuesta. Sólo hay que tomar la decisión de moverse 60 km al sur u otro tanto hacia el norte.

Nosotros, si bien volamos a La Rioja, el recorrido de los Parque s lo iniciamos en San Juan; después cruzamos a Talampaya, y como cierre, añadimos un programa extra: Chilecito. Así lo habíamos combinado con Alejo Piehl, guía experimentado con sede en esa localidad, con quien hemos cumplido más de un provechoso recorrido por la zona. 

Así fue que salimos una mañana de La Rioja capital con dirección al oeste, por la RN 38 (la misma que cruza  la provincia de Córdoba) rumbo a Patquía, para seguir a Los Baldecitos por la RN 150, y de allí aSan Agustín del Valle Fértil por la RP 510, la que conecta directamente con Ischigualasto

Grande fue nuestra sorpresa cuando vimos que el asfaltado de la 510 está a punto de llegar a su fin; los 80 km de ripio que había que transitar serán, en breve, historia.

Sepa que en San Agustín abunda la oferta de pensiones y cabañas, además de hosterías, algún camping y aparts. El pueblo trabaja a pleno durante los fines de semana  largos y las temporadas altas, esto es, vacaciones de invierno y Semana Santa. Fuera de esas fechas clave, la paz es absoluta. Sólo unos pocos mantienen las puertas abiertas todo el año, pero esto no quiere decir más que eso: que están abiertos. Ausencia de calefacción, desayunos flacos, comedores cerrados, son detalles a tener en cuenta para aclarar cuando haga las reservas.

El elegido de muchos visitantes es el Hotel Valle Fértil, una mole que asoma en lo alto, perteneciente a la cadena de hoteles Alkazar, la más importante de la capital sanjuanina. El Valle Fértil ocupa un edificio que fuera del Automóvil Club; cuenta con 38 habitaciones que miran al horizonte de cerros y un pequeño lago, producto del dique vecino. Angela de Marco, su gerente, nos llevó a  conocer las cabañas que fueron construidas dentro del predio del hotel; son una excelente opción para instalarse en la antesala al Parque , y muy recomendables, ya que tienen la virtud de ser amplias y de estar bien equipadas. 

Ischigualasto


Todo el mundo lo conoce como Valle de la Luna, y los geólogos lo llaman Cuenca Triásica de Ischigualasto. Se trata de una gran depresión que muestra sobre su superficie antiguos sedimentos pertenecientes al Triásico, dentro de la era Mesozoica, esto es, unos 230 millones de años atrás. En ese impensable pasado, el mundo que hoy conocemos estaba habitado por plantas e invertebrados; cuando comenzó la era de los reptiles, éstos no tuvieron competencia y evolucionaron como seres únicos. Ischigualasto da fe de esa hegemonía, constituyéndose en uno de los yacimientos paleontológicos más importantes de la Tierra. Como muestra basta un botón: al Eoraptor Lunensis, un depredador tan antiguo como este valle, se lo puede ver en la carpa del Museo de Ciencias Naturales que está pegadito a la entrada del Parque . 

Los voluntarios de este museo, que depende de la Universidad de San Juan, organizan visitas guiadas –las recomendamos vivamente– para una mejor y más completa comprensión de este territorio y sus tesoros. Mientras tanto, todo el equipo del museo espera ver cumplida la promesa de contar con un edificio nuevo donde desarrollar y exponer los fósiles que científicos y estudiantes rescatan de entre las piedras. 

La visita sólo puede realizarse con guía, así que cuando llegamos pudimos sumamos a un grupo que justo acababa de armarse. 

Dentro de las 63 mil hectáreas que abarca Ischigualasto, sólo una muy delimitada área está habilitada para los turistas. El resto es motivo de estudio y conservación.
Apenas pisamos la pedregosa Cancha de Bochas, con sus muchas formas redondeadas, casi perfectas, desparramadas por el suelo, el previsible comentario de los turistas no se hizo esperar: “Es tipo la luna ¿viste?”. Es que se le parece tanto… Pero la explicación del por qué un  territorio frondoso y húmedo se transformó en carbón y roca, nos impresionó a todos por igual, sumiéndonos en un silencio lleno de asombro.    

A medida que la tarde avanzaba, la luz se empeñaba en resaltar los contornos de esas figuras de tierra y milenios a las que reconocemos como el Submarino, el Gusano, el Hongo… Poco a poco, éstas y otras representaciones fueron desapareciendo en el marco de sombras del atardecer. 

Hacia el norte, la formación Los Colorados y sus murallones todavía encendidos de sol crepuscular, contrastaban con las piedras verdosas del valle. La imagen nos recordó que otro paisaje asombroso nos esperaba para el otro día.

Talampaya


Hicimos los 60 km que separan Ischigualasto de Villa Unión e hicimos noche allí, en el hotel Pircas Negras. La calidad de sus sommiers y la potente ducha, dos entelequias –por ahora– en esos pagos, justificaron la elección. 
A la mañana siguiente, dimos una vuelta por la plaza del pueblo y su iglesia. La vista del Famatina ennoblece a este pueblo, dedicado a la producción de vino torrontés. Después enfilamos directo al Parque  de los rojos murallones. 
Pagamos los seis pesos de ingreso, dejamos el vehículo. 

La recorrida del Parque , que se realiza sin vehículo propio y después de pagar los seis pesos correspondientes de la entrada, contempla tres circuitos diferentes: El MonjeLos Cajones –el punto donde nace el río Talampaya, con un ancho del cajón de siete metros– y la Ciudad Perdida. Los dos primeros están a cargo de la empresa Rolling Travel, que ganó la licitación el año pasado para hacerse cargo de la explotación turística del Parque . Los turistas pagan según el recorrido, que incluye guía y traslado en camionetas doble tracción. La empresa trabaja con choferes y guías de la zona. De la Ciudad Perdida se hace cargo la Cooperativa de Transporte de Villa Unión; hay que llamarlos con antelación y salen con un mínimo de cuatro pasajeros.

Nosotros optamos por una tercera vía, la especialidad de Alejo –guía autorizado del Parque–, y que fue caminarlo durante un par de horas. La experiencia, altamente recomendable, no requiere más esfuerzo que el de mover los pies y levantar un poco más las piernas de lo habitual para trepar hasta un mirador. Hicimos el primer tramo que incluye la Quebrada de Don Eduardo, llamado así por su pasado de camino de arrieros y en homenaje, quizás, a uno de esos tantos hombres que llevaban ganado en esos caminos desérticos.

Nos internamos de a poco en el sector de los paredones que alcanzan los 160 metros de alto y que tan pequeños nos hicieron sentir. Todas las tonalidades ocres y rojizas se fueron desplegando a nuestro paso, en formas puntiagudas de perfiles escabrosos. Bajo nuestros pies, el lecho arenoso del río que cuando corría, lo hacía a favor del viento. Arriba, las soberbias crestas de esos abismos entre los que nos gustaba jugar a medirnos para tomar conciencia del tamaño pulga que ahí cobra el ser humano. Lo primero que descubrimos fue El Monje. Después hicimos un alto en El Mirador; aquí Alejo nos contó que una vez se encontró a dos turistas en cueros y ojotas caminando por el cañadón, tan panchos ellos, en busca del río para tomar mate. No sabían que por aquí el agua es una ausencia de milenios y que dejó su memoria en las asombrosas formas que muestra el entorno. La erosión fluvial y eólica se aprecia en una inmensa superficie de 215 mil hectáreas, que ocupan dos departamentos provinciales: Independencia y Felipe Varela.

Bajamos por El Tobogán, entramos por El Cañón, vimos Las Catedraleslas Agujas; gritamos en La Chimenea para comprobar el efecto múltiple de un eco poderoso que es capaz de reiterarse hasta casi cuatro veces, según la potencia que se le imprima al grito. Ahí mismo, se abre el Jardín Botánicopoblado de la flora local: jarillas, chañares, algarrobos y espinos. La vuelta la sellamos con observación de petroglifos de 600 a 1.000 años de antigüedad, y los famosos dibujos de  personitas que parecen lucir casco y antenas, detalles que suscitan las inesquivables alusiones a seres extraterrestres. 

Nuestro paseo transcurrió en un tiempo pleno de serenidad, sólo interrumpido por la inesperada –y festejada– aparición de una familia de guanacos que se hizo humo también de golpe. A los pocos minutos, detectamos un cóndor nos vigilaba desde el murallón y eso fue todo durante las horas que anduvimos, inmersos en la inmensa soledad del Parque. Y pensar que en la última Semana Santa, por aquí llegaron a pasar hasta 1.300 personas por día.

Chilecito, la yapa

Desde Villa Unión, el camino lleva necesariamente a atravesar la increíble Cuesta de Miranda, a mi juicio uno de los caminos más lindos del país. Así que después de saciarnos de curvas, cerros muy colorados, verdores, cardones, y algún que otro caserío que se aparecía en la escena como pintado, llegamos a Chilecito de muy buen humor. El plan de pasar unos días en La Finca del Paiman, propiedad de los Phiel, estuvo más que acertado. La finca, escondida en un recodo del camino, mira a los cerros circundantes, y propone hacer base en un ámbito absolutamente familiar y acogedor. 

Era el cobijo que necesitábamos antes de encarar merodeo por los alrededores de Chilecito, ciudad que surgió de la explotación minera. Poblados y capillas dibujan una postal a cada paso, entre chacras de nogales, membrillares y viñedos. Aquí se puede sentir la calidez del viento Zonda, antes que cubra todo de polvo y se mezcle con el frío de la mañana. 

Si tiene tiempo, no deje de visitar los museos que cobijan retazos del pasado y un poco de biografía de sus protagonistas, como Joaquín V. González, ministro de producción en tiempos del cable carril. Ni deje de hacer una escapada a los pueblos del norte riojano, para comprobar que ahí arriba la provincia mantiene intacta su esencia.


La última estación


Un paseo increíble es llegar hasta la estación 9 del cable carril de la mina La Mexicana. Hay que trepar en camioneta doble tracción los 4.600 metros por senderos angostos. Hay que pedir permiso a la empresa que ahora está a cargo de la exploración, y hay que cruzar el río amarillo que nace de las vertientes delFamatina y baja de ese color por los pigmentos que arrastra. Las paredes rocosas y sus texturas cambiantes y coloridas es una tentación para los fotógrafos.
Con sus torres que parecen suspendidas en el aire, montadas a semejante altura, esta mina funcionó desde 1904 hasta 1914. Fue una obra de vanguardia tecnológica que se le debe a la empresa alemana Bleichert, de Leipzig, y explotada por los ingleses. En su recorrido de 34 km, el cable carril trepaba hasta los 4.400 metros del Famatina, desde la estación del ferrocarril que estaba a la entrada de Chilecito
Del oro que extrajeron de la mina y se llevaron, nada sabemos, pero sí el número de torres que tuvo –269– y las estaciones, que fueron nueve. 
Edificaciones de piedra, dormitorios para operarios, obras hidráulicas para abastecer al personal con el agua de las vertientes, 650 vagonetas que se desplazaban a 40 km por hora por cables que movían motores a vapor… Quién necesitaba el acarreo a mulas con semejante tecnología. Si hasta tuvo una de las primeras líneas telefónicas del país esta mina. 



Por Julia Caprara
Fotos: Iván Zabrodski


Publicado en REVISTA LUGARES 111.

jueves, 27 de octubre de 2016

OSHO

Pienses lo que pienses, tarde o temprano se verá cumplido. A veces, la brecha es tan grande que te olvidas por completo que lo deseaste, de modo que no puedes reconocer la fuente.
Pero si observas profundamente, hallarás que todos tus pensamientos te están creando a ti y a tu vida. Crean tu infierno, crean tu cielo. Crean tu desgracia y tu alegría, lo negativo y lo positivo…
OSHO

¿Tienes ‘Wabi-Sabi’, el arte de ver la belleza de lo imperfecto?

Nada dura, nada está completo, nada es perfecto. Este concepto zen de la estética y la vida irrumpe en Occidente como herramienta en la búsqueda de una existencia más feliz


Existe una técnica japonesa conocida como ‘Kintsukuroi’, que consiste en reparar objetos rotos rellenando sus grietas con oro o plata. En lugar de ocultar los defectos, éstos se acentúan y se celebran, ya que son la prueba de la imperfección y la fragilidad de las cosas, pero también de la resiliencia, la capacidad para sobrevivir, recuperarse y hacerse más fuerte.
La idea que subyace en esta práctica entronca con la filosofía ‘Wabi-Sabi’, de la que cada vez se habla más, pero de la que no hay una definición exacta, ni siquiera en su país de origen debido, en parte, a la afición japonesa por la ambigüedad. Pero además, el budismo zen siempre ha recelado del lenguaje como una trampa para la verdadera comprensión de las cosas, añadido al hecho de que los que saben, generalmente no dicen mucho, y los que más dicen, son precisamente los que menos saben.
La palabra Wabi se refería inicialmente a la soledad de vivir en la naturaleza, lejos de la sociedad; mientras que Sabi se traducía como frío, flaco o marchitado. Pero juntos estos vocablos adquieren un significado más positivo, que hace referencia a la belleza de lo imperfecto, defectuoso o inacabado.

Daisetz T. Suzuki fue una de las autoridades más importantes de Japón en el budismo zen y uno de los primeros estudiosos en interpretar la cultura japonesa para los occidentales. Él describió Wabi-Sabi como “una apreciación estética activa de la pobreza.” Claro que su concepto de la pobreza es muy diferente al occidental, el suyo es más romántico y parte de la idea de eliminar el enorme peso de las preocupaciones materiales de la vida. “Wabi es estar satisfecho con una pequeña cabaña, una habitación de dos o tres tatamis y con un plato de verduras recogido en los campos vecinos, y tal vez escuchar el sonido de una lluvia de primavera suave”, escribió.
Hay una historia que ilustra muy bien el concepto Wabi-Sabi. En el siglo X, el joven Rikyu deseaba aprender los rituales de la ceremonia del té y buscó al gran maestro Takeno Joo. Para aceptar al aspirante, Joo lo sometió a una prueba y le mandó que barriese el jardín. Rikyu lo limpió cuidadosamente. Cada piedra estaba en su lugar y las plantas perfectamente arregladas. Sin embargo, antes de acabar, Rikyu sacudió el tronco de un cerezo e hizo caer algunas flores que se esparcieron por el suelo. Takeno, impresionado, admitió al joven en su monasterio. Rikyu se convirtió en un gran maestro del té y desde entonces es reverenciado como aquel que comprendió la esencia del concepto de Wabi Sabi: el arte de la imperfección.
Esta idea zen, corriente estética o filosofía de vida ha interesado a autores occidentales. Leonard Koren, responsable del libro Wabi-Sabi para artistas, diseñadores, poetas y filósofos (Renart, 2008), opina que esta visión de las cosas “puede llegar a ser un modo de vida. Y, como mínimo, es un particular tipo de belleza”. Mientras Richard R. Powell, autor de Wabi Sabi Simple: Create beauty, Value imperfection. Live deeply (Adams Media, 2004) y de Wabi-Sabi for writers (Adams Media, 2008), explica este término diciendo que “cultiva todo lo que es auténtico, reconociendo tres realidades: nada dura, nada está completo, nada es perfecto”.
El diseño es una de las primeras disciplinas que se ha rendido a esta idea, presente en numerosas artes japonesas como la alfarería, la ceremonia del té, el Ikebana, la jardinería o la poesía haiku, que consiste en un poema breve de tres versos, y que cultivaron también escritores occidentales como Borges (“¿Es un imperio/esa luz que se apaga/o una luciérnaga?”) u Octavio Paz ( “Sobre la arena/escritura de pájaros/memorias del viento”).
El diseñador y arquitecto italiano Gaetano Pesce es, a juicio de Ana Domínguez Siemens, periodista experta en diseño y comisaria de exposiciones, el máximo exponente occidental de este concepto en su campo de trabajo. “En los años 70, él empezó a introducir la idea de la belleza de la imperfección y de lo inacabado”, comenta Domínguez, “idea que se ha hecho cada vez más patente en los últimos quince años, sobre todo de la mano de la escuela holandesa de Eindhoven. En sus trabajos, Pesce siempre incluye el defecto, incluso en aquellos que ha realizado para Casinna, la exquisita firma italiana de muebles, famosa por la calidad de sus acabados y cromados, en los que el diseñador italiano dejaba que los obreros remataran las piezas según sus propios criterios. De esta forma se obtenían objetos diferentes y se rompía con la uniformidad de la fabricación en serie. En el fondo había una crítica a la producción industrial y era una alternativa intermedia a la utópica idea de la vuelta a lo artesanal”. Ana Domínguez acaba de inaugurar en El Palacio Cibeles, Madrid, una interesante exposición titulada Futuro Inmediato. Impresión 3D, que abrirá sus puertas hasta el 26 de junio. Algunas de las piezas elaboradas con una impresora 3D recuerdan la filosofía Wabi-Sabi, por su acabado imperfecto, aunque según esta comisaria, “esto no responde a una intención o reflexión del autor, sino que es algo anecdótico y coyuntural, debido a que las máquinas no están aún suficientemente perfeccionadas, pero lo que si es cierto es que esta tecnología obligará a los modelos de producción y de negocio a replantearse sus bases más fundamentales”.
En el primero de sus libros, el autor Richard R. Powell propone todo un estilo de vida acorde a este concepto. Un trabajo Wabi-Sabi sería aquel en el que uno hace lo que realmente le gusta, sin estrés, presiones ni jornadas interminables; una alimentación Wabi-Sabi valora lo local y humilde, al mismo tiempo que saborea lo exótico; y una filosofía de vida Wabi-Sabi es la que vive el presente y encuentra la paz y la armonía en la naturaleza y las pequeñas cosas.
La psicóloga, experta en duelos y con consulta en Mérida, Ana Yáñez, opina que una forma de pensar más Wabi-Sabi nos podría ahorrar muchos sinsabores y nos ayudaría a disfrutar más de la vida. “El perfeccionismo, el miedo al fracaso y la no aceptación de las pérdidas son aspectos que nos impiden una postura más flexible, relajada y realista de la existencia. Antiguamente nuestras abuelas veían la vida, influidas por el concepto cristiano, como un valle de lágrimas; pero ahora nos hemos pasado al extremo opuesto y existe la presión de que tenemos que ser perfectos, felices, disfrutar al cien por cien, mantenernos con aspecto joven el mayor tiempo posible y ser excelentes profesionales. Algo que no se corresponde con la realidad y que nos crea mucha ansiedad. El Wabi-Sabi nos reconcilia con la incertidumbre, el miedo, el paso del tiempo, el fracaso, o el hecho de que no siempre hay respuestas; pero que también se puede vivir entre todas estas cosas y llegar hasta a disfrutar de ellas. Yo siempre digo a mis pacientes que somos las personas perfectas para un mundo imperfecto”.

Duran Duran - The Chauffeur


"The Chauffeur"

Out on the tar plains, the glides are moving
All looking for a new place to drive
You sit beside me, so newly charming
Sweating dew drops glisten, freshing your side

[CHORUS]
The sun slips down bedding heavy behind
The front of your dress all shadowy lined
And the droning engine throbs in time
With your beating heart
Sing Blue Silver

Way down the lane away, living for another day
The aphids swarm up in the drifting haze
Swim seagull in the sky 
Towards that hollow western isle
My envied lady holds you fast in her gaze

[CHORUS]

And watching lovers part, I feel you smiling
What glass splinters lie so deep in your mind
To tear out from your eyes 
With a word to stiffen brooding lies
But I'll only watch you leave me further behind

[CHORUS]

‘Exilio’ de Pablo Neruda

Entre castillos de piedra cansada,
calles de Praga bella,
sonrisas y abedules siberianos,
Capri, fuego en el mar, aroma
de romero amargo
y el último, el amor,
el esencial amor se unió a mi vida
en la paz generosa,
mientras tanto,
entre una mano y otra mano amiga
se iba cavando un agujero oscuro
en la piedra de mi alma
y allí mi patria ardía
llamándome, esperándome, incitándome
a ser, a preservar, a padecer.
El destierro es redondo:
un círculo, un anillo:
le dan vuelta tus pies, cruzas la tierra,
no es tu tierra,
te despierta la luz, y no es tu luz,
la noche llega: faltan tus estrellas,
hallas hermanos: pero no es tu sangre.
eres como un fantasma avergonzado
de no amar más que a los que tanto te aman,
y aún es tan extraño que te falten
las hostiles espinas de tu patria,
el ronco desamparo de tu pueblo,
los asuntos amargos que te esperan
y que te ladrarán desde la puerta.
Pero con corazón irremediable
recordé cada signo innecesario
como si sólo deliciosa miel
se anidara en el árbol de mi tierra
y esperé en cada pájaro
el más remoto trino,
el que me despertó desde la infancia
bajo la luz mojada.
Me pareció mejor la tierra pobre
de mi país, el cráter, las arenas,
el rostro mineral de los desiertos
que la copa de luz que me brindaron.
Me sentí solo en el jardín, perdido:
fui un rústico enemigo de la estatua,
de lo que muchos siglos decidieron
entre abejas de plata y simetría.
Destierros! La distancia
se hace espesa,
respiramos el aire por la herida:
vivir es un precepto obligatorio.
Así es de injusta el alma sin raíces:
Rechaza la belleza que le ofrecen:
Busca su desdichado territorio:
Y sólo allí el martirio o el sosiego.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Peor que la convicción del “no” es la incertidumbre del “tal vez”, es la desilusión de un “casi”. Es el casi el que incomoda, entristece, que mata trayendo todo lo que podría haber sido y no fue.
Quien casi ganó, todavía juega, quien casi murió está vivo , quien casi amó, no amo. Basta pensar en las oportunidades que se escurrieron, en las chances que se pierden por el miedo. Me pregunto a veces… qué nos lleva a elegir una vida tibia? Si la virtud estuviese en medio término, el mar no tendría olas, los días serían nublados y el arco iris en tonos de gris. La nada no ilumina, no inspira, no aflige ni calma, apenas amplia el vacío que cada uno trae dentro de sí.
Ni la fe mueve montañas, ni todas las estrellas están al alcance, pero preferir la derrota previa a la duda de la victoria, es desperdiciar la oportunidad de merecer.
Para los errores existe el perdón, para los fracasos, oportunidad; para los amores imposibles, tiempo. De nada sirve cercar un corazón vacío o economizar el alma. Un romance cuyo fin es instantáneo o sin dolor, no es romance.
No dejes que la melancolía sofoque, que la rutina acomode, que el miedo te impida intentar. Desconfía del destino y cree en ti.
Gasta más horas realizando que soñando, haciendo que planeando, viviendo que esperando, porque aunque quien “casi” muere está vivo… quien “casi” vive, ya murió.
Sarah Westphal