miércoles, 23 de agosto de 2017

Buenos Aires



Entre 1909 y 1925, el Majestic era el hotel más caro y lujoso de Buenos Aires. Tenía 150 habitaciones, todas con decoraciones diferentes, en las que se hospedaron desde la Infanta Isabel de Borbón de España hasta el arquitecto suizo Le Corbusier o el bailarín ruso Vaslav Nijinsky. Pero una deuda hipotecaria hizo que su imponente edificio, ubicado entre Avenida de Mayo, Santiago del Estero y Rivadavia, quedara en manos de la Dirección General Impositiva. Y por años, sus majestuosas fachadas con bases revestidas en mármol dolomita, permanecieron ocultas bajo deslucidas capas de pintura. Hasta que en 2013, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) encaró un proceso de restauración exterior que acaba de terminar. Y el edificio recuperó el brillo que lo caracterizó en las primeras décadas del siglo XX.
El inmueble, que cuenta con nivel de protección estructural, fue diseñado en estilo ecléctico por los arquitectos Federico Collivadino e Italo Benedetti, que combinaron líneas francesas e italianas. Fue construido entre 1905 y 1909 por encargo de la Caja Internacional Mutua de Pensiones, que allí iba a establecer su sede. Por eso coronaron la cúpula de su torre con un sol eléctrico, logo de la institución. El mismo símbolo se repitió en las fachadas. En los pisos superiores se hicieron departamentos de renta. Pero en cuanto estuvo terminado, una sociedad encabezada por don José Gil alquiló el edificio para instalar el Hotel Majestic, con vistas al Centenario de la Revolución de Mayo. Y el Gobierno nacional rentó todas las habitaciones para alojar a los invitados extranjeros a los festejos, entre ellos la Infanta Isabel.
En 1924, “La Mutua” se convirtió en el Banco Internacional del Río de la Plata, que gestionó un préstamo hipotecario sobre el edificio de Avenida de Mayo. Como no lo pudo pagar, en 1931 el Banco Hipotecario le vendió el inmueble al Ministerio de Hacienda, que en 1947 lo destinó a la Dirección General de Impuesto a los Réditos, hoy Dirección General Impositiva.
La belleza del edificio fue eclipsada por las necesidades administrativas. La piedra París del revoque quedó debajo de varias capas de pintura látex y, como hubo desprendimientos de molduras, retiraron gran parte de los ornamentos. En 1959, a raíz de un accidente cambiaron las rejas de hierro forjado de los balcones por parapetos macizos, decorados con rombos art decó.
En el interior también hubo cambios. Desmantelaron la claraboya vidriada del 7° piso, que permitía que ingresara luz natural cenital hasta el 2°. La cúpula de tejas de pizarra fue reemplazada por una de hormigón armado y el sol eléctrico se perdió. Las habitaciones fueron transformadas en oficinas. En la del 1° piso que da a Rivadavia y Santiago del Estero, que fue donde Nijinsky se hospedó en 1913, se instaló el despacho del Director General. En la planta baja, donde estaba la confitería, se armó la Oficina de Informaciones. Y en el roof garden, que en 1910 fue uno de los puntos privilegiados para ver pasar el cometa Halley, hicieron construcciones precarias.
Aún así, la nobleza del edificio se seguía y se sigue manifestando, ya desde la gran escalera imperial con barandas de madera y estatuas de bronce que recibe a sus visitantes. O desde el enorme vitraux del primer descanso. En cambio, se perdieron la mayoría de los pisos de roble de eslavonia, aunque se preserva el contrapiso de pinotea donde se apoyaban.
El edificio, donde además funcionaba el museo de la AFIP, fue desocupado en 2010 con vistas a su recuperación. Los trabajos exteriores comenzaron en diciembre de 2013 y costaron $ 35 millones. Primero realizaron cateos y tomaron muestras, para poder desarrollar un revoque símil piedra París de la misma composición y color que el original. Antes de aplicar el nuevo material, hubo que despejar varias capas de pintura, con el uso de un gel decapante. Además se dejó expuesta y limpia la ornamentación, de color ocre, como los soles y las molduras. También descubrieron y restauraron el mármol dolomita del basamento.
Por otra parte, repararon la perfilería de hierro de la torre y recuperaron su cúpula. En la terraza, demolieron todas las construcciones extrañas y volvieron a colocar baldosas. También rehicieron los desagües pluviales de todo el edificio y arreglaron los balcones.
El próximo paso será la restauración del interior, que costará unos $ 100 millones. En la AFIP anticipan que llamarán a licitación en octubre y que la intención es que la obra comience a mediados de 2016. Los trabajos durarán no menos de dos años. El proyecto ya está listo. Una de sus apuestas es reemplazar el cerramiento que cegó la claraboya del 7° piso por una superficie vidriada para que vuelva a entrar luz. También restaurarán los estucos, mármoles, mosaicos calcáreos, vitrales, bronces, maderas, vidrios y dorados que aún se conservan. Y harán una actualización de las instalaciones, para readecuarlas a la normativa de seguridad y accesibilidad y para dotarlas de tecnología moderna.
El magnífico “roof garden” del edificio, recuperado: fue uno de los puntos elegidos en 1910 para ver pasar al cometa Halley. (Rolando Andrade Stracuzzi)
Cuando la obra esté terminada, el edificio será la sede de la Dirección General Impositiva, que junto con la Aduana y la Dirección General de Recursos de la Seguridad Social es uno de los tres organismos bajo la órbita de la AFIP. Desde 2009, la institución viene restaurando sus edificios patrimoniales, como los de las aduanas de Buenos Aires, San Pedro y Bahía Blanca. “El objetivo es readecuar estos inmuebles revalorizando su carácter, respetando los parámetros básicos con los que fueron diseñados, e incorporando las últimas tecnologías en las instalaciones, fundamentales para su correcto uso –afirma Ricardo Echegaray, el titular de la AFIP–. Es primordial recuperar la integridad física y funcional de estos edificios, sin afectar su autenticidad histórica y valor testimonial”.

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