domingo, 2 de julio de 2017

WABI-SABI - TERESA DELGADO DUQUE


La filosofía Wabi-Sabi
Tú y yo tenemos una cosa en común: no somos perfectos. Y
¿sabes qué? Así tiene que ser. Somos un reflejo de lo perfectamente imperfecta que es la vida. Y una vez que hacemos las paces con este concepto, con nosotros mismos, podemos vivir el gozo de todas las cosas imperfectas: la pareja, los amigos, el amor, el trabajo, en ocasiones la salud, en fin, la vida misma. ¿Alguna vez has tenido la sensación de serenidad o melancolía que te da, por ejemplo, contemplar la caída de las hojas en otoño, mientras las aves cruzan el cielo en el atardecer; te has
percatado del valor del instante que se va? ¿O quizá has tenido ese sentimiento simultáneo de gusto y nostalgia al ver crecer a tus hijos? O bien, ¿has experimentado esa especie de alegría melancólica que producen los instantes en que contemplas maravillado el desorden ordenado y fugaz de las nubes, el perfecto caos de una selva, la pátina que el tiempo le da a un mueble viejo, las ramas sin follaje de un árbol en invierno que lo hacen especialmente hermoso?
Los japoneses llamarían a todo lo anterior Wabi-Sabi. “Nada es perfecto, nada es permanente y nada está completo”, es el axioma de esta antigua corriente estética japonesa que nos invita a ver las cosas de manera diferente. Su filosofía se basa
en comprender que la belleza está en la aparente imperfección. En esa emoción que implica la aceptación del inevitable ciclo de la vida, lo auténtico, natural y genuino. Si los seres humanos pudiéramos aplicar esta sabiduría a nosotros mismos, seríamos
simplemente más felices.

TERESA DELGADO DUQUE 


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