domingo, 12 de febrero de 2017

Alejandra Pizarnik, Sortilegios

    Y las damas vestidas de rojo para mi dolor y con mi dolor insumidas
    en mi soplo, agazapadas como fetos de escorpiones en el lado más interno
    de mi nuca, las madres de rojo que me aspiran el único calor que me doy
    con mi corazón que apenas pudo nunca latir, a mí que siempre tuve que aprender sola cómo se hace para beber y comor y respirar y amí que nadie me enseño a llorar y nadie me enseñara ni siquiera las grandes damas adheridas a la entretela de mi respiración con babas rojizas y velos flotantes de sangre, mi sangre, la mía sola, la que yo me procuré y ahora vienen a beber de mí luego de haber matado al rey que flota en el río y mueve los
    ojos y sonríe pero está muerto y cuando alguien está muerto, muerto está
    por más que sonría y las grandes, las trágicas damas de rojo han matado al que se va río abajo y yo me quedo como rehén en perpetua posesión.

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