viernes, 16 de diciembre de 2016

Carta de creencia - Octavio Paz

    Carta de creencia
      1

      Entre la noche y el día
      Hay un territorio indeciso.
      No es luz ni sombra:
      Es tiempo.
      Hora, pausa precaria,
      Página que se obscurece,
      Página en la que escribo,
      Despacio, estas palabras.
      La tarde
      Es una brasa que se consume.
      El día gira y se deshoja.
      Lima los confines de las cosas
      Un río obscuro.
      Terco y suave
      Las arrastra, no sé adónde.
      La realidad se aleja.
      Yo escribo:
      Hablo conmigo
      —Hablo contigo.

      Quisiera hablarte
      Como hablan ahora,
      Casi borrados por las sombras
      El arbolito y el aire;
      Como el agua corriente,
      Soliloquio sonámbulo;
      Como el charco callado,
      Reflector de instantáneos simulacros;
      Como el fuego:
      Lenguas de llama, baile de chispas,
      Cuentos de humo.
      Hablarte
      Con palabras visibles y palpables,
      Con peso, sabor y olor
      Como las cosas.
      Mientras lo digo
      Las cosas, imperceptiblemente,
      Se desprenden de sí mismas
      Y se fugan hacia otras formas,
      Hacia otros nombres.
      Me quedan
      Estas palabras: con ellas te hablo.

      Las palabras son puentes.
      También son trampas, jaulas, pozos.
      Yo te hablo: tú no me oyes.
      No hablo contigo:
      Hablo con una palabra,
      Esa palabra eres tú,
      Esa palabra
      Te lleva de ti misma a ti misma.
      La hicimos tú, yo, el destino.
      La mujer que eres
      Es la mujer a la que hablo:
      Estas palabras son tu espejo,
      Eres tú misma y el eco de tu nombre.
      Yo también,
      Al hablarte,
      Me vuelvo un murmullo,
      Aire y palabras, un soplo,
      Un fantasma que nace de estas letras.

      Las palabras son puentes:
      La sombra de las colinas de Meknès
      Sobre un campo de girasoles estáticos
      Es un golfo violeta.
      Son las tres de la tarde,
      Tienes nueve años y te has adormecido
      Entre los brazos frescos de la rubia mimosa.
      Enamorado de la geometría
      Un gavilán dibuja un círculo.
      Tiembla en el horizonte
      La mole cobriza de los cerros.
      Entre peñascos vertiginosos
      Los cubos blancos de un poblado.
      Una columna de humo sube del llano
      Y poco a poco se disipa, aire en el aire,
      Como el canto del muecín
      Que perfora el silencio, asciende y florece
      En otro silencio.
      Sol inmóvil,
      Inmenso espacio de alas abiertas;
      Sobre llanuras de reflejos
      La sed levanta alminares transparentes.
      Tú no estás dormida ni despierta:
      Tú flotas en un tiempo sin horas.
      Un soplo apenas suscita
      Remotos países de menta y manantiales.
      Déjate llevar por estas palabras
      Hacia ti misma.

      2

      Las palabras son inciertas
      Y dicen cosas inciertas.
      Pero digan esto o aquello,
      Nos dicen.
      Amor es una palabra equívoca,
      Como todas.
      No es palabra,
      Dijo el Fundador:
      Es visión,
      Comienzo y corona
      De la escala de la contemplación
      —Y el florentino:
      Es un accidente
      —Y el otro:
      No es la virtud
      Pero nace de aquello que es la perfección
      —Y los otros:
      Una fiebre, una dolencia,
      Un combate, un frenesí, un estupor,
      Una quimera.
      El deseo lo inventa,
      Lo avivan ayunos y laceraciones,
      Los celos lo espolean,
      La costumbre lo mata.
      Un don,
      Una condena.
      Furia, beatitud.
      Es un nudo: vida y muerte.
      Una llaga
      Que es rosa de resurrección.
      Es una palabra:
      Al decirla, nos dice.

      El amor comienza en el cuerpo
      ¿Dónde termina?
      Si es fantasma,
      Encarna en un cuerpo;
      Si es cuerpo,
      Al tocarlo se disipa.
      Fatal espejo:
      La imagen deseada se desvanece,
      Tú te ahogas en tus propios reflejos.
      Festín de espectros.

      Aparición:
      El instante tiene cuerpo y ojos,
      Me mira.
      Al fin la vida tiene cara y nombre.
      Amar:
      Hacer de un alma un cuerpo,
      Hacer de un cuerpo un alma,
      Hacer un tú de una presencia.
      Amar:
      Abrir la puerta prohibida,
      Pasaje
      Que nos lleva al otro lado del tiempo.
      Instante:
      Reverso de la muerte,
      Nuestra frágil eternidad.

      Amar es perderse en el tiempo,
      Ser espejo entre espejos.
      Es idolatría:
      Endiosar una criatura
      Y a lo que es temporal llamar eterno.
      Todas las formas de carne
      Son hijas del tiempo,
      Simulacros.
      El tiempo es el mal,
      El instante
      Es la caída;
      Amar es despeñarse:
      Caer interminablemente,
      Nuestra pareja
      Es nuestro abismo.
      El abrazo:
      Jeroglífico de la destrucción.
      Lascivia: máscara de la muerte.

      Amar: una variación,
      Apenas un momento
      En la historia de la célula primigenia
      Y sus divisiones incontables.
      Eje
      De la rotación de las generaciones.

      Invención, transfiguración:
      La muchacha convertida en fuente,
      La cabellera en constelación,
      En isla la mujer dormida.
      La sangre:
      Música en el ramaje de las venas;
      El tacto:
      Luz en la noche de los cuerpos.

      Trasgresión
      De la fatalidad natural,
      Bisagra
      Que enlaza destino y libertad,
      Pregunta
      Grabada en la frente del deseo:
      ¿Accidente o predestinación?

      Memoria, cicatriz:
      —¿De dónde fuimos arrancados?,
      Memoria: sed de presencia,
      Querencia
      De la mitad perdida.
      El Uno
      Es el prisionero de sí mismo,
      Es,
      Solamente es,
      No tiene memoria,
      No tiene cicatriz:
      Amar es dos,
      Siempre dos,
      Abrazo y pelea,
      Dos es querer ser uno mismo
      Y ser el otro, la otra;
      Dos no reposa,
      No está completo nunca,
      Gira
      En torno a su sombra,
      Busca
      Lo que perdimos al nacer;
      La cicatriz se abre:
      Fuente de visiones;
      Dos: arco sobre el vacío,
      Puente de vértigos;
      Dos:
      Espejo de las mutaciones.

      3

      Amor, isla sin horas,
      Isla rodeada de tiempo,
      Claridad
      Sitiada de noche.
      Caer
      Es regresar,
      Caer es subir.
      Amar es tener ojos en las yemas,
      Palpar el nudo en que se anudan
      Quietud y movimiento.
      El arte de amar
      ¿Es arte de morir?
      Amar
      Es morir y revivir y remorir:
      Es la vivacidad.
      Te quiero
      Porque yo soy mortal
      Y tú lo eres.
      El placer hiere,
      La herida florece.
      En el jardín de las caricias
      Corté la flor de sangre
      Para adornar tu pelo.
      La flor se volvió palabra.
      La palabra arde en mi memoria.

      Amor:
      Reconciliación con el Gran todo
      Y con los otros,
      Los diminutos todos
      Innumerables.
      Volver al día del comienzo.
      Al día de hoy.

      La tarde se ha ido a pique.
      Lámparas y reflectores
      Perforan la noche.
      Yo escribo:
      Hablo contigo:
      Hablo conmigo.
      Con palabras de agua, llama, aire y tierra
      Inventamos el jardín de las miradas.
      Miranda y Fernand se miran,
      Interminablemente, en los ojos
      —Hasta petrificarse.
      Una manera de morir
      Como las otras.
      En la altura
      Las constelaciones escriben siempre
      La misma palabra;
      Nosotros,
      Aquí abajo, escribimos
      Nuestros nombres mortales.
      La pareja
      Es pareja porque no tiene Edén.
      Somos los expulsados del Jardín,
      Estamos condenados a inventarlo
      Y cultivar sus flores delirantes,
      Joyas vivas que cortamos
      Para adornar un cuello.
      Estamos condenados
      A dejar el Jardín:
      Delante de nosotros
      Está el mundo.

      Coda

      Tal vez amar es aprender
      A caminar por este mundo.
      Aprender a quedarnos quietos
      Como el tilo y la encina de la fábula.
      Aprender a mirar.
      Tu mirada es sembradora.
      Plantó un árbol.
      Yo hablo
      Porque tú meces los follajes.


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