lunes, 8 de junio de 2015

Krishnamurti. El arte de vivir


La paz no es el resultado de la razón; no obstante, si ustedes observan las religiones organizadas verán que se hallan presas en esta persecución de la paz por medio de la mente. La paz es tan pura y creativa como destructivo es la guerra, y para encontrar esa paz uno tiene que comprender qué es la belleza. Por eso es importante, mientras somos muy jóvenes, tener belleza a nuestro alrededor: la belleza de los edificios que tienen proporciones apropiadas, la belleza del aseo, de la conversación sosegada entre los mayores. En la comprensión de lo que es la belleza conoceremos el amor, porque la comprensión de la belleza es la paz del corazón.

Paz del corazón, no de la mente. Para conocer la paz tenemos que descubrir qué es la belleza. La manera como hablamos, las palabras que usamos, los gestos que hacemos, estas cosas importan muchísimo, porque a través de ellas descubriremos el refinamiento de nuestro propio corazón. La belleza no puede ser definida ni explicada con palabras. Sólo puede ser comprendida cuando la mente está muy quieta.

Por lo tanto, mientras son jóvenes y sensibles, es esencial que tanto ustedes como quienes son responsables por ustedes, creen una atmósfera de belleza. La manera como visten, como caminan, como se sientan, como comen, todas estas cosas y las que les rodean son muy importantes. Cuando sean mayores se encontrarán con las cosas feas de la vida; las construcciones feas, la gente fea con su malicia, su envidia, su ambición, su crueldad; y si no han cimentado y establecido la percepción de la belleza en sus corazones, serán fácilmente arrebatados por la enorme corriente del mundo. Entonces quedarán presos en la interminable lucha por encontrar la paz mediante la mente. La mente proyecta una idea de lo que es la paz y trata de perseguirla, quedando de ese modo atrapada en la red de las palabras, en la red de las fantasías y las ilusiones.

La paz puede llegar únicamente cuando hay amor. Si tienen paz meramente gracias a la seguridad financiera o de otra clase, o gracias a ciertos dogmas, rituales o repeticiones verbales, no hay creatividad, no existe la urgencia de producir una revolución fundamental en el mundo. Una paz semejante sólo conduce al contentamiento y a la resignación. Pero cuando en ustedes exista la comprensión del amor y de la belleza, encontrarán que la paz no es una mera proyección de la mente. Ésta es la paz creativa, la paz que elimina la confusión y genera orden dentro de nosotros mismos. Pero esta paz no llega mediante esfuerzo alguno por encontrarla. Llega cuando estamos observando constantemente, cuando somos sensibles tanto a lo bello como a lo feo, a lo bueno como a lo malo, a todas las fluctuaciones de la vida. La paz no es algo mezquino creado por la mente; es inmensamente grande, infinitamente extensa y sólo puede ser comprendida cuando hay plenitud en el corazón.

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