sábado, 2 de mayo de 2015

La Leyenda de Wesak - Adaptado de Alice A. Bailey


En algunas partes de la India, el Festival de Wesak ha sido considerado por siglos como un día festivo: una ocasión sagrada de reunión, peregrinaje, regocijo y alegre expectativa. Es cierto que el significado interno de este día es reconocido sólo por unos pocos cuya mentalidad es espiritual; también es cierto que la vasta mayoría no conoce nada, y poco le importan sus posibles implicancias. Pero lo mismo se podría decir de cualquier gran festividad cristiana. Para algunos, representan símbolos de grandes realidades espirituales; para otros, simplemente significan un día feriado, la entrega de regalos o un momento para visitar a alguien. Sin embargo, la gente en general no sabe relativamente nada sobre la fuerza espiritual que dicha celebración lanza sobre el mundo, del verdadero significado de aquellos "días de Gracia", como es el caso del Viernes Santo, cuando la Divinidad viene a socorrer a la humanidad. Su realidad interna y significado están fuera de su esfera de actividad. Y así ocurre también con el Festival de Wesak.
No obstante, existe algo en relación con este Festival que lo diferencia de todos los demás. Mientras que las fechas de las festividades cristianas han sido establecidas sobre la base de eventos pasados o hechos que ocurrieron siglos atrás (o conmemoran a algún gran discípulo de Cristo, que en el pasado sirvió a la humanidad como Él lo hizo), el Festival de Wesak es un reconocimiento a un evento vivo presente. Se lleva a cabo -de acuerdo con las creencias de aquellos que lo observan- mientras ocurre un gran evento divino, y es una ceremonia por naturaleza de carácter participativa. Este evento celestial tiene lugar anualmente en el momento de la luna llena de Tauro (frecuentemente llamada "Luna llena de mayo"). Durante esa ocasión, Dios Mismo lanza Sus bendiciones sobre la tierra, según las demandas del hombre, a través del Buda y de Su Hermano, el Cristo,

El Lugar

Este extraordinario acontecimiento también tiene una manifestación física. Paralela a esta ceremonia subjetiva y espiritual, se lleva a cabo otra ceremonia en un pequeño valle del Tibet, más allá de los Himalayas. Es allí donde supuestamente ocurre la ceremonia terrestre de bendición, en la cual muchas personas de la localidad y sus alrededores encuentran su camino, como peregrinos que van hacia la luz. En el momento de la luna llena, se realiza en ese lugar un ritual solemne, que definitivamente puede ser visto y oído tal como se puede ver y oír una ceremonia en cualquiera de nuestras grandes catedrales.
El sueño, la leyenda o el hecho puede describirse así: El Lugar Hay un valle, ubicado bastante alto en los cerros de los alrededores del Himalaya tibetano. Está rodeado por altas montañas por todos lados, excepto al noreste, donde hay un estrecha abertura entre las montañas. Por consiguiente, el valle tiene el contorno de una botella, con el cuello de ésta hacia el noreste, la que se ensancha considerablemente hacia el sur. Hacia el extremo norte, cerca del cuello de la botella, se encuentra una roca inmensa y plana. En el valle, no hay árboles ni arbustos; está cubierto con un tipo de pasto tosco, pero las laderas de las montañas están cubiertas con árboles.

La Jerarquía Planetaria

En el momento de la luna llena de Tauro, comienzan a reunirse peregrinos de todos los alrededores. Los hombres santos y lamas encuentran su rumbo hacia el interior del valle y ocupan la parte sur y central, dejando el final del mismo, el noreste, relativamente libre. Allí, sigue la leyenda, se reúne un grupo de aquellos grandes Seres que son los Guardianes en la Tierra del Plan de Dios para nuestro planeta y para la humanidad. Como llamemos a estos Seres no tiene relevancia. Los fieles cristianos pueden preferir hablar de Cristo y Su iglesia, y considerar que constituyen aquella gran Nube Divina que garantiza a la humanidad la salvación final. Los esotéricos del mundo pueden llamarlos los Maestros de la Sabiduría, la Jerarquía Planetaria, quienes en sus diversos niveles son regidos e instruidos por el Cristo, el Maestro de todos los Maestros, el Maestro semejante a los ángeles y al hombre. También los podemos llamar los Rishis de las Escrituras Hindúes, o la Sociedad de Mentes Iluminadas, como en las enseñanzas tibetanas. Ellos son los Grandes Intuitivos y los Grandes Compañeros de nuestra presentación más moderna de las realidades internas. Son el reflejo de una humanidad perfeccionada, que ha seguido los pasos de Cristo y nos ha introducido más allá del velo, dejándonos el ejemplo de que deberíamos actuar tal como Ellos lo hicieron. Ellos, con Su sabiduría, amor y conocimiento, actúan como una red protectora alrededor de nuestra humanidad. Buscan guiarnos, paso a paso (tal como Ellos fueron guiados en su momento) de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo real, y de la muerte a la inmortalidad. Este grupo de conocedores de la divinidad es el elemento más importantes del Festival de Wesak. Ellos se agrupan al final de la parte noreste del valle, en círculos concéntricos (según el estado y nivel del desarrollo de su Iniciación), preparándose para un gran acto de servicio. Al frente de la roca, mirando hacia el noreste, se encuentran Aquellos Seres, que son llamados por sus discípulos "los Tres Grandes Señores". Ellos son el Cristo, quien se ubica en el centro; el Señor de las formas vivientes, el Manú, que se ubica a la derecha del Cristo; y el señor de la civilización, el Mahachohan, que se ubica a su izquierda. Ellos tres se encuentran frente a la roca, sobre la cual descansa una gran bola de cristal, llena de agua.

La Ceremonia

Detrás del grupo de Maestros, adeptos, iniciados y trabajadores mayores bajo el Plan de Dios, se encuentran los discípulos y aspirantes del mundo en sus diferentes grados y grupos (tanto "en cuerpo como fuera de él", para citar las palabras de San Pablo), quienes constituyen en este momento el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Las personas presentes en cuerpo físico han encontrado su camino ahí por vías comunes. Otros están presentes en sus cuerpos sutiles y en estado de sueño.Cuando se aproxima la hora de la luna llena, un silencio se apodera de la multitud y todos miran hacia el noreste. Comienzan algunos movimientos rituales, en los cuales el grupo de Maestros y sus discípulos de todos los rangos adoptan posiciones simbólicas, todas las cuales tienen un significado poderoso y profundo, mientras, simultáneamente, emiten cánticos y palabras de poder, llamados mantrams. La expectativa en la multitud que espera y observa es grande y la tensión es real y creciente. Pareciera ser que a través de todo el cuerpo de las personas se siente una estimulación o una vibración poderosa, la cual tiene el efecto de despertar las almas de aquellos presentes, fusionando y mezclando al grupo en una total unidad, y elevando todo en un gran acto de demanda espiritual, buena voluntad y esperanza. Es el cenit del anhelo mundial, enfocado en este grupo que espera. Estas tres palabras -demanda, buena voluntad y esperanza- son las que mejor describen la atmósfera que rodea a los presentes en este valle secreto.
El canto y el flujo rítmico crecen poderosamente, y todos los participantes y observadores levantan sus ojos hacia el cielo en dirección a la parte angosta del valle. Justo unos pocos minutos antes del momento exacto de la luna llena, se puede ver en la lejanía una pequeña mancha en el cielo. Se acerca más y más, aumenta su claridad y definición del contorno, hasta que se puede ver la forma del Buda, sentado en la posición de loto, vestido con su manto azafrán, bañado de luz y color, y con su mano extendida en señal de bendición. Cuando El llega exactamente al punto sobre la gran roca, flotando en el aire sobre las cabezas de los Tres Grandes Señores, un poderoso mantram, utilizado sólo una vez al año, durante este Festival, es entonado por el Cristo y todo el grupo de personas en el valle se postra delante de Ellos. Esta Invocación crea una gran vibración o corriente de pensamiento, que se extiende sobre el grupo de aspirantes, discípulos o iniciados que la emplean, hasta Dios mismo. Esto marca el momento supremo de un intenso esfuerzo espiritual ejercido a través de todo el año, la revitalización espiritual de la humanidad y de los efectos espirituales que perdurarán durante los meses siguientes. El efecto de esta Gran Invocación es universal, y sirve para vincularnos con ese centro cósmico de fuerza espiritual desde el cual provienen todos los seres creados. Se derraman bendiciones, y el Cristo -en representación de la humanidad- las recibe como su custodio para su distribución.
Así, continúa la leyenda, el Buda vuelve una vez al año para bendecir al mundo, transmitiendo a través del Cristo vida espiritual renovada. Lentamente, el Buda se aleja, hasta que puede verse sólo una débil mancha en el cielo, la que finalmente desaparece.
Toda la ceremonia, desde la primera aparición distante hasta el momento en que el Buda se pierde de vista, toma sólo ocho minutos. El sacrificio anual del Buda por la humanidad ha terminado y Él vuelve nuevamente a aquel lugar elevado donde trabaja y espera. Año tras año, Él regresa a la ceremonia de bendición, en la cual Él y Su gran Hermano, el Cristo, trabajan en íntima cooperación para el beneficio espiritual de la humanidad. En estos dos Grandes hijos de Dios, se han concentrado dos aspectos de la vida divina, y Ellos actúan juntos como Guardianes del tipo de fuerza espiritual más elevada a la cual nuestra humanidad puede responder. A través del Buda, se derrama la sabiduría de Dios. A través del Cristo, se manifiesta el amor de Dios a la humanidad, y es esta sabiduría y este amor el que fluye sobre la humanidad cada luna nueva de mayo.
Esta es la leyenda que hay detrás de este popular día festivo en Oriente. Tal es el hecho, si es que podemos aceptar el desafío de creerlo y de tener la mente lo suficientemente abierta como para reconocer esta posibilidad. Para Occidente, representa una idea algo nueva, que nos llama a readecuar algunas de nuestras creencias más apreciadas. Pero, si puede ser captada y entendida, surgirá una nueva visión en nuestra conciencia y la posibilidad en la actual humanidad, de incentivar conscientemente una nueva fuente de enriquecimiento y un nuevo centro de fuerza espiritual.

Significado de la Ceremonia

Para algunas personas, este Festival representa hoy ideas claras y definidas, y ofrece una gran oportunidad, lo que puede detallarse de la siguiente forma:
Primero, el Festival vincula el pasado con el presente, como no lo ha hecho jamás ningún otro festival relacionado con cualquiera de las grandes religiones del mundo. Representa una verdad viva y una oportunidad presente. En su servicio mutuo a la humanidad, el Buda y el Cristo unen Oriente y Occidente, y funden en una la tradición cristiana, la budista y la fe hindú, así como las aspiraciones de todos los creyentes en el mundo de hoy. Las diferencias de religión desaparecen.
Segundo, el Festival establece la bendición espiritual más elevada en el mundo. Es un momento inusual de flujo de vida y estímulo espiritual, que vitaliza las aspiraciones de toda la humanidad.
Tercero, en el momento del Festival y a través del esfuerzo unido del Cristo y del Buda, trabajando en estrecha cooperación, se abre un canal de comunicación entre la humanidad y Dios, para que descienda el amor y sabiduría de Dios mismo al mundo que espera y necesita. Hablando simbólicamente, y recordando esos símbolos que ocultan una verdad, se puede afirmar que en el momento de la luna llena, es como si de pronto se abriera una puerta al Cielo, que en otros momentos permanece cerrada, haciendo posible el contacto con las grandes Vidas. A través de esa puerta, aspirantes y discípulos pueden contactarse con energías que en otras circunstancias no son de fácil disposición. A través de esa puerta, es posible aproximarse a Aquellos que guían la raza a la verdad y realidad, lo cual en otros momentos no es posible. Una vez que esto sea conocido, será posible desarrollar una Ciencia de Acercamiento a las verdades más profundas y a las fuerzas de la vida que aún están escondidas detrás de un velo. Este conocimiento se revelará en la Nueva Era y es parte de la verdadera técnica emergente del Camino y del progreso espiritual.
Nuevamente, hoy en día, es posible obtener grandes expansiones de conciencia. Discípulos e iniciados de todas partes pueden ser ayudados y estimulados espiritualmente para dar aquellos grandes pasos llamados iniciaciones, que habilitan a la humanidad para penetrar un poco más profunda y conscientemente en los misterios del reino de Dios. Ello revela claramente el milagro de la divinidad, la belleza de lo divino en cada individuo y alguna medida del Plan al cual la humanidad pertenece y con el cual puede cooperar.

Distribución y Servicio

Volviendo al acontecimiento de los Himalayas, cuando el Buda nuevamente ha desaparecido, la multitud se empina, se distribuye el agua del cuenco en pequeñas porciones a los Maestros, iniciados y discípulos, y luego Ellos regresan a Su lugar de servicio. La multitud, que ha traído sus propias copas y vasijas de agua, bebe y comparte con otros. Esta hermosa "ceremonia de comunión del agua" señala simbólicamente un indicio de la Nueva Era que está cercana, la Era de Acuario, la Era del Portador del Agua. Es la era del "hombre sosteniendo un cántaro de agua", tal como Cristo dice en ese episodio que precede el servicio de comunión que El inició. En esta ceremonia, está perpetuada para nosotros la historia de la universalidad del amor de Dios, la necesidad de nuestra purificación individual, y la oportunidad de compartir con cada uno aquello que pertenece a todos. El agua, que ha sido magnetizada por la presencia del Buda y del Cristo, lleva ciertas propiedades y virtudes de naturaleza curativa y benéfica. La multitud, bendecida de esta manera, se dispersa silenciosamente, mientras los Maestros y discípulos regresan con fuerzas renovadas, para emprender otro año de servicio mundial.
En la actualidad, esta leyenda, o esta relación con un hecho espiritual verdadero y vital, está encontrando lentamente su camino en Occidente; generando en muchas personas reconocimiento, curiosidad, admiración o bien interrogantes. Pareciera que para algunos aspirantes occidentales ha llegado el tiempo en que Oriente y Occidente puedan unirse espiritualmente en un gran Festival y comunión de almas. Al unísono entre cada uno, y bajo la guía del Buda, que vino a traer luz a Oriente, y del Cristo, que vino a traer luz a Occidente, hombres y mujeres pueden pedir y evocar esa bendición y revelación espiritual, que en el futuro inmediato puede aportar algo que es sumamente necesario: "paz en la tierra, buena voluntad a los hombres." Así, nos podemos introducir en una era de hermandad y comprensión, que permitirá a cada uno tener más tiempo, libre de temor, para encontrar a Dios en sí mismo.
De este modo, el Festival de Wesak es el evento más grandioso de nuestro planeta, desde el punto de vista de las realidades espirituales, y el que tiene los efectos más importantes para la raza humana. Su influencia ha existido siempre, pero ha sido desconocida para la mayoría. Ahora, su influencia se encuentra disponible para ser reconocida y utilizada conscientemente. Es una gran responsabilidad y oportunidad para quien quiera reconocerla.

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