miércoles, 5 de septiembre de 2012

El amor puro, un amor único y verdadero, apartado de cualquier recompensa y de cualquier interés propio, encuentra su validez y legitimidad en la perfección de una pérdida de sí y ocasiona por lo tanto la pérdida del amor e incluso la pérdida de Dios. Un amor fundado así en la imposibilidad centra su carácter paradójico en el origen mismo de su teorización. Es decir, el concepto del amor puro cond
uce a la teorización de su propia destrucción.
La naturaleza paradójica del amor puro, un amor que encuentra "su goce en la ruina de todo goce", busca su forma de expresión. La urdimbre de textos que desde distintos ámbitos -teología, filosofía, psicoanálisis- han dejado las reflexiones sobre el amor, no constituyen de ningún modo formas de respuestas; más bien constituyen el movimiento de una búsqueda que responde con su propia interrogación. En otras palabras, el amor puro escenifica la afirmación de su propia negación y, de ese modo, pone en movimiento el pensamiento de lo imposible.

Jean Alluch, “El amor Lacan”

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