jueves, 29 de diciembre de 2011

Los días de tu vida

Ciertamente, sientes que hay días de tu vida que saltearías. Te gustaría excluir el día en que suspendiste un gran examen, el día en que murió un ser querido, el día en que dijiste una mentira hiriente, el día en que te quebraste una pierna, el día en que hubo un huracán, etcétera. Pero, amado, esos días también fueron preciosos para ti. Si te dijera que Yo quitaría los días desgarradores de tu vida, no estarías seguro de eso. Vacilarías. Por supuesto, no podemos devolver esos días. No podemos borrar el día en que tu padre falleció, etc. Y creo que comienzas a ver que esos días tristes para ti tuvieron un propósito y fueron un soporte para tu santidad. Tu idea de santidad debe ser difícil de definir, pero no es tan vaga como para que no puedas sentirla. Eres consciente de que si se quitara siquiera un día de tu vida, toda la configuración del resto de tu vida también tendría que cambiar, y también la vida de los demás en las que tú has formado parte. No sabes qué bendición ha sido para tu amado morir el día en que lo hizo, una bendición para él y para el universo que ahora tiene otro propósito. Esto esta más allá de tu entendimiento. También sé que realmente no querrías decidir el curso de la vida de un ser querido. Por supuesto, te encantaría tener de vuelta a tu amado tal como era, pero no pagarías el precio. No tomarías la oportunidad de cambiar el desenlace. Simplemente, no puedes saber lo suficiente como para tomar decisiones por otros y tomarías la responsabilidad por tales decisiones sin saber nada. Lo que sí puedes cambiar es lo que sientes en privado. Cambia tu pesar, Amado. Déjalo ir. No te quedes en la pena. Sigue bendiciendo a tus seres queridos que ya marcharon. Era inevitable. Bendice a aquellos que hieres, incluso bendice el día en que lo has hecho, y bendícete por lo que has aprendido y no volverías a hacer. Ahora tienes un carácter más fuerte. ¿No es eso una bendición? ¿Quién serías hoy si no hubieras aprendido esa lección? Por favor, no pases ni un minuto de tu precioso día lamentando algo del pasado. No puedes mantener la falta de moderación. No estás en la vida para ser indulgente contigo mismo ni para preocuparte por el pasado. El pasado no es una lección de conteo. Lo adorable y lo malo partieron el minuto en que lo hicieron, y ahora tú debes separarte de eso que ya te dejó. El pasado es una lección para olvidar. Siempre es así. La dulzura que sentiste en algún momento de tu vida es tuya. El arrepentimiento, y tal vez el resentimiento que sentiste por ciertos eventos, también son tuyos. Son una parte de ti que ya puedes dejar atrás. No te sirven, ni a ti ni a nadie. Hasta puedes dejar atrás las preguntas acerca de por qué y cómo y qué más podrías haber hecho. ¿Qué puedes hacer ahora, amado, más que superarlo? Dale las buenas noches y deséale que descanse bien. Libérate ahora del pasado. Fue un momento pasajero, y ahora ya pasó. No se supone que seas un taxidermista del pasado. El pasado era un boceto que hiciste sobre un papel. No puedes quedarte con todos los papeles del pasado. Ya hay demasiados. No puedes conservar nada. No hay nada que debas conservar. Debes desprenderte de todo. No estás aquí, en esta vida, para acumular. Ni siquiera estás aquí para clasificar. Estás aquí para avanzar. Ahora comienzas de cero. Comienza hoy una nueva vida. Sigue con ella. 
Traducido por: Cecilia R Fuentes

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